Pegado a la ladera alpina a 17 km de Cannes, yace Grasse, que durante siglos ha halagado a todo el país con su artística y tradicional elaboración de perfumes.
Aquí es donde los maestros perfumeros, también conocidos como nez (narices), se entrenan durante siete años para distinguir unas seis mil esencias.
La ciudad, con característicos tejados naranjas y casas apiñadas, también produce algunas de las mejores flores francesas: la rosa de cien hojas, la lavanda, la mimosa, el azahar, el narciso y el jazmín.
Sólo están abiertas al público tres de las 40 perfumerías. Fragonard está muy bien situada; se aloja en una antigua curtiduría del siglo XVII. Al visitarla, se ven bodegas llenas de jabones, fardos de cuero con esencias y arcas y cofres llenos de especias.
Además, se presencian todas las fases de elaboración de un perfume, desde la extracción y la destilación hasta el trabajo de los nez, así como la selección de la cantidad de flores necesarias para obtener un litro de esencia. Durante la visita, el visitante puede perfumarse con los distintos aromas y comprar la fragancia que desee.