Antes de la apertura del Museo de Orsay en 1986, era difícil prever dónde se iba a situar la prolongación de la sección especial llena de maravillas de la orfebrería, de bronce, de marfil… Consagrado a las artes de la segunda mitad del siglo XIX y dotado de un programa de museografía que busca dar importancia a las correspondencias que se establecen desde principios del Segundo Imperio entre arquitectura, pintura, escultura y artes decorativas, el Museo de Orsay estaba destinado a ofrecer la continuación natural del Departamento de objetos de arte del, Museo del Louvre cuyas colecciones se extendían hasta finales del reino de Luis Felipe.
Sin embargo, cuando la creación del Museo de Orsay se decide en los años 70, las colecciones de objetos de arte conservados por los museos nacionales franceses son demasiado modestas como para permitir la realización de este ambicioso programa. Las obras pedidas para los palacios imperiales o las grandes administraciones del Estado se habían quedado, en su gran mayoría, en su sitio, y muchas otras habían sido destruidas en los combates de la guerra de 1870 y en los incendios de la Comuna de 1971.
Las colecciones de artes decorativas del Museo de Orsay están formadas por un conjunto salido del antiguo Museo del Luxemburgo y de algunas piezas procedentes del Museo del Louvre. Antes de la apertura del museo al público se necesitó una década para reagrupar las otras obras disponibles pertenecientes al Estado y de comenzar una importante campaña de adquisiciones.
El museo del Luxemburgo, la galería del Jeu de Paume y el Museo nacional de Arte moderno
En 1818, se crea, por iniciativa de Luis XVIII, un museo dedicado a los artistas vivos, dentro del Palacio del Luxemburgo. A excepción de una presentación de producciones de las manufacturas de Sèvres, de Gobelins y de Beauvais entre 1874 y 1882, el Museo del Luxemburgo permanece cerrado durante mucho tiempo a las artes decorativas. Dependía de la Dirección de bellas artes y no de la administración de los Museos nacionales, por lo que hubo que esperar a que las artes decorativas fueran admitidas en los Salones anuales, momento en el que el Estado compraba sobre todo las obras destinadas al Museo del Luxemburgo.
Esta introducción tuvo lugar en 1891 para el Salón de la Sociedad nacional de Bellas Artes y en 1895 para el de la Sociedad de Artistas franceses. A pesar de haber algunas hostilidades hacia la entrada de estas artes “menores” en el Museo del Luxemburgo, una sección de objetos de arte se unió a las colecciones de pintura, escultura y artes gráficas a partir de 1892. Sin embargo, la ausencia de un crédito especial para la adquisición de estas obras y la falta de espacio en los locales, impidieron que se le diera a esta sección la importancia deseada, así como de poder incluir las artes del mobiliario.
La colección era un poco restringida, a pesar de las donaciones de algunos artistas contemporáneos (como un plato en gres donado por Jean-Charle Cazin en 1895, o dos jarrones de vidrio donados por Tiffany en 1919…) y algunas escasas donaciones de aficionados (como una serie de esmaltes pintados por Charles Hayem en 1898 o un tapiz de Blanche Ory-Robin, dado por la Señora Stern en 1914…).
Se acusaba la ausencia de artistas más relevantes como Guimard, Majorelle, Gaillard, De Feure o Colonna, por citar algunos autores franceses. Y, a parte de las cristalerías de Tiffany citadas antes, no había espacio para los artesanos y decoradores extranjeros.
Esta sección deja de crecer a causa del largo purgatorio que conoció el Art nouveau desde principios de 1920. Y se produjo un rápido desmenbramiento de las colecciones. Por falta de sitio, la Chimenea de Dalpayrat fue enviada en depósito a Besançon. Y se efectuaron otros depósitos en Marsella, Montpellier y Nantes, así como en París, en el Museo de las artes decorativas.
Las donaciones de David David-Weill y de Jean Schmit en 1938, y más tarde del hermano de Ambroise Vollard en 1943, favorecieron la entrada en las colecciones nacionales de cerámicas y estatuas de madera de Gaugain. A principios de los años 70, una parte de estos objetos encontraron su lugar en el Museo del Impresionismo, instalado en el Jeu de Paume a partir de 1947.
Cuando el Museo de Arte Moderno, heredero del antiguo Museo del Luxemburgo, abre sus puertas en el Palacio de Tokio en 1937, no tenía ninguna sección dedicada al arte decorativo. Después de un envío masivo de un importante número de cerámica a los museos de Sèvres y Limoges, sólo quedaban poco más de 300 objetos del periodo comprendido ente 1890 y 1914, que más tarde irían para el Museo de Orsay.
A éstos se unieron los depósitos de algunas piezas obras de artistas nacidos después de 1870 y objetos que estaban en depósito en provincias. La mayoría venía de los antiguos fondos del Luxemburgo.
Las Artes decorativas en el Museo de Orsay: 1977-1986
La creación del Museo de Orsay ofrecía una ocasión única de reunir las obras dispersas de diversos museos o administraciones, donde eran poco accesibles al público: el Mobiliario nacional, el Ministerio de Asuntos exteriores, los museos-palacios de Fontainebleau, Compiègne y Malmaison, los museos del Louvre y de Cluny, etc.
De esta forma, se reunieron más de un centenar de piezas, sin contar ciertos préstamos procedentes del Conservatorio nacional de Artes y Oficios y del Museo Christofle. Estas negociaciones llevaron al Museo de Orsay creaciones del periodo 1850-1880: ebanistería de Dile (como la gran medalla decorada con bronce de Frémiet), Roudillon, Fourdinois, madera esculpida de los hermanos Guérêt, bronces de mobiliario de Barye, Crozatier, Barbedienne, etc.
En cuanto al periodo del Art nouveau, la aportación más importante, fue la carpintería creada por Jean Dampt para la condesa de Béarn hacia 1900-1906, que procedía de las reservas del Museo de artes decorativas, así como varias vidrieras de Carot, Coulier, Healy y Millet.
Se llevó a cabo una activa política de adquisición desde 1977 para completar las colecciones existentes. Se enriquecieron con más de 800 obras de las que destacan dos conjuntos: un centenar de moldes de orfebrería y modelos de yeso de Carlo Bugatti, y más de un centenar de objetos procedentes del fondo Eiffel, ofrecidos por la familia Granet. Las adquisiciones más espectaculares se centraron en las creaciones de decoradores (arquitectos, decoradores, esculturas o artesanos) protagonistas del Art nouveau por toda Europa a partir de los años 90 del siglo XIX. El primer ejemplo de una acertada serie de compras, fue una rara carpintería completa de Alexandre Charpentier.
A lo largo de los años, otros notables conjuntos de mobiliario llenaron ciertas lagunas: obras de Guimard (1979), Horta y Majorelle (1980), Gallé y Vallin (1982), Gallé, Carabin y Adolphe Loos (1983), Serrurier-Bovy (1984), Mackintosh y Frank Lloyd Wright (1985), Otto Wagner, Hoffmann y Van de Velde (1986). Otras compras más puntuales de muebles o de objetos, completan este panorama del Art nouveau y demuestran su rápida difusión en Francia: lozas y cristalería de Gallé, vidrieras de Gruber, gres de Carriès y de Hoentschel, platería de Follot, etc. En cuanto al extranjero, se adquirió un jarrón de Otto Eckmann, sillas de Carlo Bugatti, un gabinete de Gimson, tejidos de Voysey, orfebrerías de Hoffmann, cristalerías de Kolo Moser…
Del periodo anterior, de 1850 a 1880, el museo adquirió una serie de obras de arte presentadas en las Exposiciones universales por las grandes manufacturas de arte o por artesanos que rechazaban la mecanización. Podemos citar el suntuoso mobiliario de aseo de la Duquesa de Parma, obra maestra de la casa Froment-Meurice, acabado en 1851 y enviado a Londres, al Crystal Palace. También hubo un grupo limitado de obras inglesas, carpinterías pintadas, muebles, tapices, cerámicas y platería, que recuerdan el papel desempeñado por Pugin, William Morris y sus discípulos, para promocionar una estética más adaptada a la vida moderna.
Las donaciones de casi 190 obras de anticuarios, galerías de arte, amigos de Orsay, etc han contribuido al rápido crecimiento de las colecciones. Tres donaciones prestigiosas han logrado que entrasen sucesivamente una excepcional vidriera de Tiffany, a partir de Toulouse-Lautrec (donación de Henry Dauberville y de sus hijos Béatrice y Guy-Patrice, 1979), un centenar de fundiciones artísticas de Guimard (donación de la Señora de Menil, 1981) y un raro mobiliario blanco de Mackintosh (donación de Michel David-Weill, 1985).
De esta manera, cuando se abrió el Museo de Orsay en diciembre de 1986, el inventario del arte decorativo contaba con más de un millar de piezas. La política de adquisiciones continuó para poder ofrecer al público un panorama más completo de la segunda mitad del siglo XIX en el campo de las artes decorativas. Entraron otras obras como la urna Aguas durmientes de Gallé (1995) o la lámpara Nenúfar de Majorelle y de Daum Frères (1996).
En cuanto a sus compras, el museo se orientó hacia la producción de países todavía mal representados, como Alemania, los países escandinavos o los de Europa central, con el fin de mostrar la diversidad de la creación a lo largo del periodo.
Entre las obras obtenidas gracias a la generosidad privada se encuentran: La mano con algas y conchas (1990) y el frasco Racimos de uvas misteriosos (1998) obsequios de los descendientes de Emile Gallé, la Fuente-lavabo de Carabin (2003) obsequio de la Sociedad de los Amigos del museo de Orsay o más recientemente, la increíble donación Rispal (2005) dedicada al Art nouveau y rica de 250 piezas.
Con la renovación de algunas salas del Museo de Orsay (Nuevo Museo de Orsay) de 2009 a 2011, las Escuelas europeas de artes decorativas de principios del siglo XX (Viena, Alemania, Europa Central, Escandinavia y Glasgow) se hicieron con un espacio propio en tres pisos del Pabellón Amont.