El Valle del Loira, un poco de historia
Va a ser en en la segunda mitad del siglo XV, tras el final de la Guerra de de los Cien años en 1453 cuando se desarrolle un periodo de paz y prosperidad en la región. Un período que suponía una tregua con respecto a más de cuatro siglos de luchas continuas en zona. El territorio que hoy se extiende por las regiones País del Loira y Centro Valle del Loira, hasta Bretaña y Normandía ya no es una zona de especial interés estratégico o económico. Sin embargo, durante centurias fue teatro de operaciones de luchas hegemónicas entre la Galia continental, – que a la postre vencería el envite y conformaría lo que hoy es Francia-, y la Galia britona que daría lugar a Inglaterra y el Reino Unido.
Ese conflicto hegemónico entre varias casas nobiliarias tendrá lugar en torno al Loira. La parte más famosa y conocida es la Guerra de los Cien años, donde nacería el mito de Juana de Arco. Durante decenas de años la dinastía de los Plantagenets estuvo a apunto de controlar la Galia. Al no conseguirlo los territorios ingleses, que llegaron a controlar buena parte de Bretaña, Normandia y Aquitania se reducirán al puerto de Calais.
Origen de los Palacios
El final de la Guerra de los Cien años en 1453 dará paso al Renacimiento en una Francia que ya se comenzaba a estabilizar. La dinastía de los Valois, sobre todo Francisco I se sentía atraída por la arquitectura italiana. Eso impulsará un renacimiento cultural y monumental en el valle del Loira. Tanto el rey como los principales nobles mostrarán su poder y su gusto artístico en los palacios que hoy admiramos. El hecho de que Tours y su comarca fuesen la sede de la Corte hasta que Enrique IV la llevase a París, no debe olvidarse para comprenderse la riqueza palaciega de la región.
De esta preponderancia del Loira nacerán las reformas o la construcción de todos los palacios de la región. Hoy aún quedan 42 de esos palacios, monumentos de una época donde París, como hemos dicho no era París y no merecía ni una sola misa.
Pero, ¿son castillos o son palacios?
La frecuente confusión entre palacios y castillos nace del nombre en francés y de la evolución de los mismos edificios. La palabra château, se traduce generalmente por castillo. Así solemos encontrar la errónea nomenclatura “Castillo de Versalles”, lo cual es un error. Los castillos del Loira, el Castillo de Versalles, en realidad es, son, palacios. Si el Palacio de Versalles es el más espectacular de Francia y, probablemente del mundo, el conjunto de palacios que se sitúan en la cuenca del Loira es también increíble. De hecho, su importancia fue valorada por la UNESCO cuando está institución internacional concedió el título de Patrimonio de la Humanidad en el 2000.
Los palacios se encuentran en torno al río Loira, el río más largo de Francia, con 1.013 Km., que nace no lejos del Mediterráneo, en el departamento del Ardèche, cerca de Valence. Sin embargo, estas ricas moradas se concentran en la parte central del cauce entre Orleans y Angers, antes de llegar a la ciudad de Nantes, a caballo entre dos regiones, Centro Val del Loira y País del Loira.
Los palacios se encuentran cerca de ciudades de visita muy recomendable, algunas que dan nombre a los palacios más importantes como Blois, Saumur, Chinon, Tours o Angers. Los palacios no se encuentran siempre junto al Loira. A veces se esparcen por toda la cuenca del río y sus afluentes.
Un pasado milenario
La cuenca del Loira ha atraído desde épocas muy antiguas a gentes venidas de toda Europa y de más lejos. Signos del poblamiento de los hombres prehistóricos aún son visibles. Más tarde llegarán, galos, romanos y bárbaros (entre ellos los francos y los alamanos que darían nombre, casi por casualidad a Francia y Alemania).
Después los árabes fueron derrotados en sus márgenes por Carlos Martel y los vikingos remontaron el río para saquear las ricas abadías que el clero católico había construido. Hoy ya no hay drakkars en sus orillas, pero los palacios que siglos después fueron construidos se yerguen con bella soberbia y magnificencia.
La influencia italiana se notará en la presencia de numerosos artistas italianos, entre ellos Leonardo da Vinci. El primer renacimiento francés había nacido y como ejemplos majestuosos los palacios de Amboise; Palacio de Chenonceau, de Blois; Azay-le-Rideau; Cheverny; Chaumont-sur-Loire; Chinon; Saumur; Villandry o de Chambord.
La naturaleza salvaje en pleno centro de Europa
El otro gran atractivo de la región es la naturaleza. El Loira es el único gran río europeo que aún no ha sido encauzado ni cercenado con presas y plantas hidroeléctricas. Eso ha permitido las crecidas anuales naturales, dirigidas por una red de diques y canales que empezó a construirse en el medievo, fertilicen gran parte de la cuenca. Esto se puede observar claramente en Orleans, donde el Loira sorprende por su anchura y bravura más propia de un torrente de montaña.
Esto también ha protegido las orillas del crecimiento inmobiliario generalizado. Y la naturaleza ha salido ganando. Los paisajes que ya encandilaban a la nobleza medieval han mantenido parte de su esplendor. La región fue conocida como el jardín de Francia, por su naturaleza exuberante y por las jardines y parques que adornaban los palacios. Hoy sigue siendo la más parecido a un jardín, con zonas muy cuidadas, los parques de los palacios, y zonas salvajemente libres, los bosques.
El bosque rodea tanto los palacios como el río, si hay un color que destaca y que muestra la imagen de la región, ese es el verde. Verde de los jardines, verde de los bosques y verde del agua que se tiñe con los limos y nutrientes de toda Francia.
Muchas posibilidades para los deportes
Por ejemplo, el Parque Natural de Saint-Mesmin, en las cercanía de Orleans, tiene censadas más de 550 especies de plantas superiores y más de 300 especies de setas, otro delicadeza de la gastronomía francesa. La fauna también es numerosa, sobre todo las aves pero también especies como la nutria o el castor.
Así, navegar en canoa, realizar excursiones fluviales o terrestres, recorrer la naturaleza u observar arboles, aves y mamíferos son actividades que se complementan perfectamente con la visita de los palacios.
El vino, regalo del Loira
Como en todo el país, la cultura del vino se protege, se defiende y se valora. Encontramos blancos, rosados, espumosos y excelentes tintos. A destacar los vinos de Saumur, Anjou, Touraine et l’Orleanais.
Patrimonio de la Unesco.
La especial concentración de los palacios entre Sully-sur-Loire (Loiret) y Chalonnes-sur-Loire (Maine-et-Loire), motivó la inclusión del valle del Loira en el patrimonio de la Humanidad. De los 42 palacios del valle del Loira, los más destacados, accesibles y bellos son estos:
• El Palacio d’Amboise
• Castillo d’Azay-le-Rideau. Palacio de propiedad privada, muy vinculado también a la historia de amor de Rodin y Camille Claudel.
• Palacio de Blois. Uno de los más bellos.
• El Castillo de Brissac
• Palacio de Chambord, sin duda el más conocido.
• El Castillo de Castillodun.
• Palacio de Cheverny. Espectacular.
• Castillo de Chaumont-sur-Loire
• El Palacio de Chenonceau, el segundo más famoso.
• La fortaleza de Chinon. Se trata del que posee más su carácter defensivo.
• Palacio de Langeais
• Castillo de Loches
• El Palacio de Montpoupon
• Castillo de Saumur. Precioso en una animada pequeña ciudad.
• Palacio de Valençay.
• El Castillo de Villandry. Destaca por sus espectaculares jardines.
Palacio de Chambord
Originariamente se construyeron como estructuras de defensa, pero paulatinamente se convirtieron en palacios de placer, edificados en zonas de gran belleza natural. El mayor y más lujoso de los palaciosdel valle del Loira es el Château de Chambord. Comenzado en 1519, se cree que su estilo renacentista estuvo inspirado por Leonardo da Vinci, que vivió en la zona desde 1516 hasta su muerte, tres años después. En cualquier caso, el castillo es creación del rey Francisco I, un lunático capaz de negarse a pagar el rescate de sus hijos en España y malgastar el dinero de sus súbditos; incluso llegó a sugerir la posibilidad de desviar el río Loira para que pasara cerca de su nueva morada.
Para su construcción, se emplearon 15 años y miles de trabajadores. En el interior, destaca una hermosa escalera de doble hélice que servía de paso al séquito que, reunido en la terraza del tejado, observaba la realización de ejercicios militares, torneos y el regreso de los cazadores con sus perros de presa. Desde la terraza, se divisan los tejados de pizarra, las torres, cúpulas, chimeneas y varillas iluminadas que conforman el soberbio perfil del castillo.