Ecobarrios en Francia, nueva arquitectura urbana

Ecobarrio de Grand Large, en Dunkerque, una completa reforma de un antiguo espacio industrial que cambia la fachada maritima de la ciudad.

“Las convicciones ecologistas no tienen nada que ver con el inmovilismo o las ideas reaccionarias. La ecología suele fundamentarse en el simple sentido común, lo cual no excluye en absoluto la tecnología. El pensamiento ecológico necesita, además, una reflexión sobre la noción de confort, que varía según las actividades de los usuarios, y por lo tanto, según su modo de vida y su uso del espacio. (…) Ser ecologista es, ciertamente, negar una arquitectura consensual y políticamente correcta que se burla del uso práctico, focalizándose únicamente en la imagen”.

Françoise Hélène Jourda, «Architecture écologique et respect des autres«.

El debate sobre el urbanismo y la humanización de la arquitectura no está demasiado en boga ni en España ni en América Latina. En España, el espejismo que provocó la burbuja inmobiliaria y la locura que impregnó las decisiones de ciudadanos, empresarios y políticos, se paga hoy. Y se seguirá pagando durante años. La renovación del parque inmobiliario español ha sido inmensa y las transformaciones urbanísticas, sin duda, las mayores y más profundas del siglo XX. Sin embargo, el cambio no ha sido aprovechado en absoluto para pensar el futuro próximo donde recursos como el agua, la energía o el propio suelo comenzarán a ser escasos. Es normal que los empresarios, confundidos por el mero beneficio, carezcan de interés por los recursos que aún no son raros, en el fondo de eso trata la economía liberal. No es tan normal que los ciudadanos y responsables públicos hagan otro tanto.

El crecimiento del país, crecimiento hueco pero sostenido durante una decena de años, daba falsas razones a todos para sentirse orgullosos. Los políticos alzaban resultados macroeconómicos que les permitían ganar elecciones; los empresarios crecían con cifras de dos dígitos y repartían grandes dividendos; y los ciudadanos, enfrascados en una espiral consumista, aderezaban sus largas horas de trabajo con aparatos electrónicos, nuevos coches y por supuesto nuevas hipotecas para sostener su desaforado tren de vida. Ante tal situación, la manera de construir, la elección de los terrenos, materiales y técnicas constructivas, la calidad y la procedencia de los mismos, la inclusión de sistemas de ahorro y producción energética, la ergonomía de los muebles, la habitabilidad de las viviendas, los espacios verdes, la sostenibilidad de los nuevos planes urbanos (abastecimiento de agua y energía, alcantarillado, organización espacial, estructuración de los servicios públicos y privados, etc…) eran elementos, muy, muy accesorios. Cualquier cuestionamiento sobre el tipo de crecimiento, de su sostenibilidad o de las consecuencias desastrosas que podía conllevar, eran vistos como crímenes de lesa patria. Ahora todo el mundo se rasga las vestiduras.

En América Latina, el proceso aún está en curso y tiene que ver más con el uso y abuso de los recursos naturales para mantener el gran crecimiento exportador de países como Brasil, Venezuela, Argentina, Perú o Ecuador. El éxodo rural y consiguiente crecimiento urbano producido por el ascenso de los ingresos gracias a la industrialización del sector agroalimentario y al comercio internacional, comienza a asemejarse al ibérico, eso sí, mucho más gigantesco. Los efectos de la ausencia de una planificación adecuada que expulsa al ser humano de la economía, y del urbanismo, serán muy graves. Uno de ellos, y no el único, es la constitución de guettos en las ciudades latinoamericanas, la separación clasista entre barrios ricos y pobres, zonas que poseen los servicios necesarios y zonas que carecen de ellos.

Barrio de Vauban en Friburgo. La ciudad alemana fue una de las primeras en crear una barriada basada en un urbanismo ecológico. Foto flickr de alopecosa.

Ante estos problemas, en algunas partes del mundo han surgido nuevos planes urbanísticos, proyectos de viviendas, acciones concretas que intentan corregir tantos errores. De todo ello hablaremos, evocando el caso de Francia. A pesar de hablar de proyectos franceses destacables, no hay que pensar que la situación sea idílica en el país galo. Francia ha sufrido como España un proceso de destrucción del litoral; la diferencia radica en que éste ha sido limitado en los últimos años, ya que en el hexágono no se ha conocido la burbuja inmobiliaria. Otro de los grandes problemas de Francia es la emergencia de polígonos de servicios en la mayoría de las ciudades y pueblos. Todos los ayuntamientos intentan atraer servicios como los de los supermercados, gasolineras, etc, y por ello ofrecen facilidades a las grandes empresas. El resultado es una organización del territorio inadecuada, con zonas donde proliferan los servicios y otras exentas de ellos. Así, junto a bellos pueblecitos crecen como champiñones venenosos, polígonos donde el hormigón y el asfalto son los reyes. Muchas voces se han alzado contra este feísmo manifiesto que retira tierras de labranza a una economía donde el sector agrario es importante, y que deja más dependencia que riqueza a los ayuntamientos.

Una de esas voces es la de la arquitecta Françoise-Hélène Jourda. Además de su labor activa diseñando y construyendo, la prestigiosa arquitecta ha escrito numerosos artículos en los que define su idea de urbanismo. Sus pilares son simples y a la vez revolucionarios, sobre todo cuando una imagen idílica aún se sigue proyectando en los medios, y es la del chalet unifamiliar del tipo american way of life.

Para F-H Jourda, los cambios deben centrarse más en la reforma y remodelación de los edificios ya construidos que en la construcción de nuevos. Un segundo elemento, es la introducción de materiales cercanos y baratos, cuya producción sea ecológicamente sostenible, económicamente productiva, – la madera por ejemplo -. Un tercer elemento, es la humanización de la vivienda, cosa poco habitual por evidente que parezca. El cuidado de la calidad de la habitabilidad y el ahorro energético con el que debe pensarse esa habitabilidad son claves. En lugar de desperdiciar recursos y malgastar energía, debemos pensar siempre en la escasez, previendo lo que, generalmente, hace más eficaz las obras construidas.

Dejando a un lado el preciosismo y el esteticismo, así como las casas individuales, F-H Jourda piensa más en las grandes ciudades, en la manera de humanizarlas y evitar el éxodo de los más pudientes a los chalets de las afueras. Esta intención primordial no le ha impedido realizar numerosos proyectos que conjugan modernidad y reforma, nuevas tecnologías y utilidad. Suyo fue el pabellón francés de la Bienal de Venecia de 2006, basado en la idea de ciudad durable.

Así debería quedar el exterior del gran jardín invernadero que se construira en las antiguas Halles Pajol de París. F-H Jourda intenta aplicar sus ideas sobre la nueva ciudad.

Actualmente, uno de sus proyectos es la reforma del los antiguos almacenes (Halles) de Pajol, en París. Manteniendo una estructura metálica que data de los años 20 del siglo pasado, va a construirse una mediateca y un jardín público bajo techo. El ambicioso proyecto incluye la madera, de la que Jourda es una gran defensora, -Francia posee una industria silvícola sostenible, que garantiza el mayor bosque de Europa en las landas aquitanas -, y sistemas de recogida y reciclaje de aguas, además de paneles solares.

El proyecto es un ejemplo de lo que en Francia se denomina ecoquartiers (ecobarrios), y cuyos ejemplos más destacables y exitosos son los de la ciudad alemana de Friburgo y el de Malmö en Suecia. Estos barrios, son realizaciones concretas y lo suficientemente grandes para cambiar la tendencia urbana de una ciudad. En los casos reseñados han servido de ejemplo y han crecido, modificando la orientación de la ciudad y la percepción de la misma por parte de los habitantes.

Varias son las premisas que guían estos planes. La primera, es privilegiar el uso de quien vive en el edificio y no la fachada, la imagen que ve el visitante. De nada sirve un alzado contemporáneo, ecológico y moderno si las viviendas son inhabitables, si las aceras son resbaladizas, los techos no están adecuados al clima local o los materiales se producen con enormes costos ecológicos y/o humanos. Por ello, a simple vista los ecobarrios no destacan excesivamente. Parecen pequeños barriadas normales, donde predomina la construcción en madera y otros materiales ecológicos, así como los espacios verdes, otro de los elementos fundamentales de los ecobarrios. Otro factor es la cuestión del transporte. No hay tantas carreteras, ya que los coches han perdido su primacía; en cambio, abundan las pistas para bicicletas y las huertas… La energía es esencial, más para un país tan nuclear como Francia. En estos proyectos la energía se produce con paneles solares o pequeñas eólicas, el agua de lluvia se recicla y se usa para regar la huerta o lavar la vajilla y todas las casas poseen un lugar para transformar la basura orgánica en fértil humus.

La cuestión del capital es, como siempre, importante, pero si reflexionamos, es mucho más importante la modificación de nuestras opiniones corrientes. Acostumbrados como estamos a todo aquí y ahora, acostumbrados a no negar nada a nuestros pequeños ni a nosotros mismos, a actuar bajo impulsos inconscientes, sin reflexión previa ni análisis de las consecuencias, cambiar parece complicado. Desterrar nuestro flamante vehículo puede ser más costoso que invertir en un sistema de producción de energía y recuperación de aguas que nos hace autónomos. Cultivar un huerto exige dedicación y paciencia. Comer frutas y hortalizas de temporada en lugar de fresas provenientes de Chile, producidas con el sudor de los bajos salarios y con pesticidas, transportadas en avión y malcomidas 10 mil kilómetros más allá, puede ser muy difícil. El urbanismo y la arquitectura, como la economía o la historia, deben ser ciencias sumamente abiertas que se apoyen y complementen entre ellas. Los grandes problemas no se detienen en las débiles fronteras de cada ciencia o profesión. Todo cuenta y, a veces, es más difícil resolver lo evidente que lo aparentemente imposible.

Los Alpes al fondo, bello decorado para un nuevo barrio en pleno centro de Grenoble, Bonne, sobre los terrenos de un antiguo complejo militar. En Francia hay actualmente 18 ecobarrios. Foto de Denis Trente-Huittessan.

Uno de los casos más destacables de estos ecobarrios en Francia es el del barrio Grand Large de Dunkerque, donde se han construido 900 apartamentos (pensados por Nicolas Michelin), escuelas, edificios públicos, comercios etc.. en el espacio antes ocupado por unos astilleros. Grand Large es un muy buen ejemplo ya que en lugar de ocupar terreno rural para ampliar una ciudad, se reutiliza un terreno industrial, insertándolo en la ciudad. Al mismo tiempo se ha modificado la imagen de la ciudad y, sobre todo, la manera de vivir de los habitantes de esta zona. Dunkerque recupera, de esta forma, una parte de la fachada marítima de la ciudad y da ejemplo.

Una de las dificultades más kafkianas a las que se enfrenta el nuevo urbanismo son ciertas trabas administrativas. Por ejemplo, en el caso de Dunkerque, fue muy complicado aplicar una técnica de ventilación natural muy usada en Alemania, pero prohibida en Francia, al no cumplir ciertas normativas. Françoise-Hélène Jourda ha tenido un problema similar en París. Las Halles Pajol habían sido preparadas para reciclar el agua de la lluvia y depurarla mediante un estanque con plantas especiales que filtran el agua y le retiran los productos contaminantes. Después el agua iba a ser usada para el riego de los jardines. Aún no se sabe si el sistema podrá funcionar ya que la gestión del agua y los estanques dependía de una concejalía ¡diferente a la de espacios verdes!

Un segundo ejemplo de ecobarrios en Francia es el de Bonne en Grenoble, al pie de los Alpes. Cristian Devillers es el responsable de la reforma de un antiguo recinto militar en pleno centro de Grenoble. 1000 apartamentos, un 40% de protección oficial, -en Francia se destinan realmente a las rentas más bajas-, una residencia para estudiantes, otra para ancianos, una escuela, -construida con madera-, oficinas, un centro comercial., un hotel, restaurantes y hasta un cine. Y todo organizado en torno a una gran plaza. Los escombros del cuartel han servido para construir las nuevas viviendas, -evitando contaminación y desperdicios varios derivados, al no haber desplazamiento de materiales ni fabricación de nuevos -, el centro comercial también es de madera y no posee climatización y las casas están equipadas con modernos sistemas que las hacen pasivas, es decir, que prácticamente no necesitan calefacción. Además, el proyecto tiene continuación y mensualmente se analizan los resultados, las mejoras o correcciones a realizar. Y, como colofón la mayoría de los habitantes han dejado de utilizar el coche.

El caso de Bazouges mezcla viviendas unifamiliares y colectivas en un modelo de crecimiento ordenado en una zona periurbana.
El caso de Bazouges mezcla viviendas unifamiliares y colectivas en un modelo de crecimiento ordenado en una zona periurbana.

Un ejemplo más Bazouges-sous-Hédé, un pueblecito de 150 habitantes situado al norte de Rennes, en Bretaña. Iniciado en 2001, el plan urbanístico del pueblecito ha integrado arquitectura contemporánea y urbanismo revolucionario, superando las reticencias iniciales de una parte de la población: los “peligrosos hippies” se han transformado en ciudadanos modélicos. En lugar de los chalets low cost que invaden los campos de Francia, el ayuntamiento de Bazouges decidió no hacer las cosas como todos.

Con la ayuda de dos arquitectos, Bernard Menguy y Jean-Christophe Bénis, se trazaron las parcelas pensando en la exposición solar y los vis-a-vis. Los vehículos se aparcarían en el exterior del complejo. El resto dependía del gusto de cada propietario. El resultado es heteróclito, pero cumpliendo siempre las mismas prerrogativas: uso de la madera (los bloques de hormigón están prohibidos, lo mismo que los tubos de PVC) y aislamiento con materiales reciclados o ecológicos (lana, guate de celulosa, laminas de paja especialmente preparada y fabricada por los agricultores del pueblo…). Además, se han construido instalaciones destinadas al pueblo, y sobre todo, se ha evitado el guetto: ejecutivos, agricultores y obreros conviven a un paso.

Otro gran desafío de los ecobarrios es paradójicamente su propio éxito. El caso de Malmö nos ilustra. En la ciudad del sur de Suecia la excelencia del ecobarrio atrajo a aquellos más concienciados con la ecología y con medios económicos mayores, separando a las clases sociales. La idea de los arquitectos y urbanistas es que estos ecobarrios sean mixtos y que mantengan a la población que posee menos recursos. Este problema es de difícil resolución, lo que nos indica claramente el camino de sus éxito: la generalización. De los ecobarrios hay que pasar a las ecociudades, ecopaíses, ecomundo… Pocas veces se observa la máxima, pero aquí se cumple: o todo o nada. O cambia la ciudad, las ciudades, o estos barrios serán nuevos guettos de ricos, de ecologistas, si es que el economicismo no acaba antes con ellos. Por ello, es necesario integrar estas conductas en todas las políticas, en todos los ámbitos, europeo, nacional, regional y municipal.

Y, sin embargo, nos enfrentamos de nuevo a la misma disyuntiva. Ya que hay que cambiarlo todo, ¿cambiar algo merece la pena? La respuesta no es sencilla, pero el inmovilismo no es siquiera una respuesta. Dejaremos que ustedes decidan… y actúen… allá donde estuvieren.

Por Cala Goliznar e Íñigo Pedrueza.

El autor agradece y reconoce la deuda para con Xavier de Jarcy y su artículo “Quand nos villes seront vertes”, publicado en la Revista Telerama en octubre 2010, del que provienen buena parte de los datos de este artículo y cuyas informaciones han servido para confeccionarlo.

Telerama es una revista de televisión que desde hace muchos años cultiva al publico francés gracias a sus artículos siempre útiles y críticos.

PD: Los autores no puede ocultar su admiración y sana envidia por las realizaciones de casas unifamiliares de Richard Neutra, Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe o Alvar Aalto, y no negará que vive y desea seguir viviendo en una casa unifamiliar, a poder ser alejada de sus compatriotas terráqueos. No por esta nimia contradicción negará y compartirá las ideas que se explicitan a lo largo del texto. Finalmente, no se trata de juzgar las incoherencias de la pluma, sobre todo, que tiene como objetivo mostrar y compartir, azuzar el debate y agitar las mentes de quienes leen.

3 thoughts on “Ecobarrios en Francia, nueva arquitectura urbana

  1. C’est trés intéressant d’autant que je travaille à la promotion d’une opération HQE dans les Yvelines à Bois d’Arcy prés de Paris,on peut en voir une présentation sur le site WEB de IMMO-NEUF

    Cdt

  2. ¡Qué interesante artículo! No esperaba encontrame esto en una guía turística. La arquitectura y el turismo son complementarios. Gracias por el artículo, así descrubrimos nuevos lugares para visitar.

  3. Muy buen artículo, estoy acostumbrado a ver este tipo de artículos en publicaciones especializadas y no en las turísticas. Es verdad que todavía gozamos de la abundancia de agua, pero como presidente del Consejo Urbano y Territorial de la ciudad de General Belgrano en la Provincia de Buenos Aires de la Argentina estoy preocupado por la ecología y el mundo que debemos dejar a nuestros nietos.

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