Las regiones en Francia no tienen mucha más importancia que la que deriva de las cuestiones administrativas. Aún así el gobierno está eminentemente centralizado, lo que ha evitado muchos problemas comunes a otros países. Para profundizar en este y otros aspectos visite la página sobre el gobierno y el sistema administrativo francés. En el caso de PACA, es interesante ya que la región une diversos territorios que en el pasado pertenecieron a diversas regiones y países. Habrá quienes discutan esta amalgama, habrá quienes la disfruten observando que el pasado, la historia de las naciones, Estados y pueblos no es más que una mentira, para nada inmutable ni determinada.
PACA, Provence, Alpes et Cote s’Azur, incluye buena parte del antiguo Ducado de Provenza; del condado de Niza que perteneció a Provenza, al Piamonte y luego fue cedido a Francia; los territorios papales de Aviñón; el condado de Orange que pertenecía a los Países Bajos.Todo esto por no hablar de fronteras que han cambiado mil veces de lugar, por no hablar de colonias griegas y romanas antiquísimas, de invasiones de pueblos germánicos venidos de Asía, de árabes venidos de Arabia, de piratas berberiscos, de inmigraciones antiguas y recientes… Pero porque preocuparnos del dónde, del quién, del pasado o del origen.
El crisol francés una vez más se expresa en esta diversidad gigantesca, en la mezcla de orígenes, de arquitecturas, de religiones, de gentes y costumbres que hacen de Provenza, de los Alpes y de la Costa Azul una de las partes más interesantes de este gran país que es Francia.
La región PACA ocupa casi 32.000 km2 con casi 5 millones de personas. Los seis departamentos que la conforman (Vaucluse, Bouches du Rhone, Var, Alpes Maritimes, Alpes d’Haute Provence y Hautes Alpes) reagrupan parte de las antiguas provincias del Antiguo Régimen, la Provenza y el Delfinado, el condado de Niza cedido a Francia en 1860, etc… PACA se divide en tres zonas bastante claras. Una es el valle del Ródano y su delta; la segunda, la Costa Azul; y la tercera el interior desde los prealpes hasta la cordillera que marca la frontera con Italia.
La población se concentra en la costa, cuya urbanización es intensa y no siempre agradable y el interior más despoblado y de clima más rudo según nos internamos. La región es una de las más turísticas y conocidas de Francia ya que en ella se encuentran algunas de las grandes ciudades francesas, Marsella, Niza, pero también todo el glamour de la Costa Azul, el encanto principesco de Mónaco, el Festival de Cannes, las ciudades costeras de Antibes, Saint Tropez, Saint-Jean-Cap-Ferrat, Menton, Grasse y los Parques Nacionales, el de la Camarga con sus marismas llenas de flamencos, el de Mercantour con sus cumbres alpinas; las islas que orlan la costa desde Marsella hasta Italia.
La región posee un gran ventaja y es que los exclusivos y glamourosos puertos deportivos se encuentran a menos de 2 horas de coche de algunas de las exclusivas estaciones de esquí de los Alpes. Como vemos Provenza, Alpes, Costa Azul es la imagen del turismo de lujo, de los grandes yates y los millonarios de todo el mundo comprando compulsivamente en las boutiques de bolsos y perfumes. Es esto es cierto, pero la región ofrece mucho más. Aún quedan reductos de autenticidad para todo tipo de viajeros y pueblecitos con encanto y sobre todo mucha historia, mucho arte y mucha gastronomía, como en el resto de Francia. Vamos, pues, a conocer un poco mejor esta región.
La Provenza
Hablaremos brevemente de está parte de la gran región de PACA. Incluiremos aquí, el valle del Ródano, con Orange, Avignon, Arles y la Camarga; también Les Alpilles, les Baux de Provence y St Remy-de-Provence; el macizo del Luberon; Aix-en-Provence, Marsella, Les Calanques; Cassis y Tolón. Ocupan los departamentos de Vaucluse, Bouches du Rhone y parte de Var. Se trata de la desembocadura del Ródano, del valle que forma el río y de las primeras estribaciones de los Alpes, en el Mont Ventoux, de ciclista recuerdo, y las pequeñas sierras de los Baux de Provenza y Luberon.
Hacia la costa pasamos del Ródano a la laguna costera de Berre, que sigue mostrando el mismo paisaje llano y arenoso de Languedoc-Rosellón para encontrarnos con Marsella. La segunda ciudad de Francia campa en el árido paisaje, en una inmensa bahía protegida por las islas de Frioul. Marsella bien merece una visita propia y para eso nos dedicaremos a ella ne la página correspondiente. Más allá de Marsella el paisaje comienza a empinarse y la costa, llana hasta ahora se alza y retuerce.
Las Calanques, o Calancas, son pequeños fiordos estrechos y profundos que se alinean en la costa entre Marsella y Cassis. Lugar de esparcimiento de los marselleses y de muchos turistas, estos pequeños puertecillo, antaño refugio de contrabandistas y salteadores, son lugares idílicos alejados de todo ruido, con caminatas sobre los riscos y baños placenteros en aguas de color turquesa.
Cassis, también merece un alto en nuestro camino. Ejemplo de puerto mediterráneo que aún conserva, en parte, trazas de su pasado marinero y de su relativamente bucólica existencia. Un pequeño puertecillo que aún no ha sido devorado por los yates kilométricos y un estilo de construcción humano que aún hace destacar a la naturaleza circundante, sobre las viviendas que se extienden desde la meseta elevada en pendiente hacia el mar.
Continuando por la costa nos encontraremos con La Ciotat, Tolónn e Hyeres. Tolón, principal base naval del Mediterráneo se encuentra en otra amplia rada. La vida militar destaca en la ciudad y le da un ambiente peculiar.
Hacia el interior, abandonando las costas de Provenza y sus bellas playas nos encontramos con Aix-en-Provence, la ciudad del agua en estos secos lugares del Mediterráneo. Una ciudad bella sin grandes monumentos, con un ambiente muy parecido al español, con decenas de plazuelas y fuentes de las que brota el aguan fresca, una ciudad animada y con actividades, una ciudad donde se puede comer a las dos de la tarde!!!
La Provenza está llena de restos, prehistóricos, griegos, romanos, galorromanos, medievales. Ciudades como Vaison la Romaine, St Remy de Provence, Arles, Aviñón y su espectacular Cité des Papes, – residencia papal y capital de la Cristiandad durante un siglo -, Marsella, y otras muchas están llenas de monumentos del pasado, anfiteatros, termas, foros, iglesias y catedrales. La cultura antigua rezuma en Provenza. Y la moderna con exposiciones de arte contemporáneo y la huella siempre presente de artistas como Gauguin, Van Gogh, Mistral, Picasso… El tiempo del midi, siempre amarillo y cálido, la luz de sus días será un entorno ideal para paseos por la playa, visitas a islas de novela como la If, – mazmorra imaginaria del Conde de Montecristo de Dumas -, pero también para visitas a los excelentes museos de la región. Y hacia el interior parajes de ensueño, donde reposar en una naturaleza tranquila rodeados de viñedos y olivares, degustando una gastronomía exquisita y probando los suaves vinos de la región.
Y esto es sólo un anticipo breve…
La Costa Azul, La Côte d’Azur.
La Costa Azul es conocidísima, con sus escarpado litoral y sus carreteras serpenteantes surcadas por mil y uno artistas de Hollywood y del cine europeo. Mónaco y su principado de opereta, Antibes, St Tropez, refugio de los millonarios parisinos y del resto del mundo, Cannes y su Festival, Niza y su Promenade des Anglais, St Jean de Cap Ferrat, el municipio más caro de la Republica Francesa… ¿Qué les vamos a contar que ya no sepan? Bueno, intentaremos convencerles de que todo esto realmente existe, pero que hay más y que además de visitar Mónaco, Niza y Antibes, se puede conocer el interior cercano de está Costa Azul. Lejos de los yates lujosos, de los Ferraris que campan por Mónaco substituyendo a los autobuses y al transporte público, hay pueblecitos con encanto donde tomar un pastis junto a los habitantes del lugar que nos contarán historias de un pasado que ya casi no existe.
El tiempo, el clima, ha sido la clave para que la Costa Azul sea la Costa Azul. Un clima benigno con veranos calurosos e inviernos siempre soleados y no demasiado fríos, primaveras y otoños apoteósicos con colores refulgentes y atardeceres de ensueño. A diferencia de Provenza donde el Mistral se cuela desde el norte por el vale del Ródano y azota con su gélido aliento las soleadas jornadas, en la Costa Azul y en la Riviera italiana, el sol el suave y el viento rara vez importuna nuestros melancólicos pensamientos. Por eso desde el siglo XIX y sobre todo principios del XX los primeros turistas, los nobles y los ricos escogieron esta franja de la costa para instalar sus residencias de invierno o de reposo para curar las enfermedades respiratorias. Y ahí nació la Costa Azul y su Glamour.
La Costa Azul es un paraíso si somos millonarios, o si se es prudente y cuidadoso y se investiga y se buscan los lugares menos conocidos, pero generalmente más bellos. En las páginas que dedicamos a la Costa Azul, sus ciudades, museos, islas y montes, encontraran toda la información que precisen, ya sea para saltar la banca del Casino de Mónaco o para encontrar una calita tranquila con aguas plácidas donde dormirse con el rugir suave de las cigarras.
El interior, Los Alpes.
La Ruta de la Lavanda, que comienza en Orange y llega hasta Apt, Manosque y Forcalquier, recorre las primeras estribaciones de los Alpes. Esta ruta es sólo una de las oportunidades que les brinda el interior de la Provenza y de la Costa Azul hasta llegar a la región de Rhone-Alpes e Italia. Eso si, la ruta de la lavanda en junio será inigualable con el color lavanda del sol atardeciendo y confundiéndose con los campos morados de la lavanda y su aroma inconfundible.
Pueblos como Grasse, muy cerca de la costa, nos recuerdan que las filas de coches de lujo y las poses de los artistas y modelos en Cannes y su Festival Internacional de Cine, Niza o Mónaco no son toda la Costa Azul. Grasse es un agradable pueblecito con encanto, con misterio aún.
Desde la línea que forman Grasse y Digne-les-Bains, hacia el noreste, los Alpes van creciendo y con ellos aparecen lagos y pueblecitos pequeños que nada tienen que ver, ni en población ni en carácter, con las aglomeraciones costeras. Cualquier recodo de los intricados caminos es una apoteosis de la naturaleza y de su lucha por sobrevivir. En verano, las caminatas y los paseos, los baños en los ríos templados por el calor. En invierno, caminatas, pero con esquíes y raquetas de nieve. Y si lo que le interesa son los descensos a toda velocidad, entonces deben internarse en los Alpes para llegar a las grandes cumbres y las estaciones de alta montaña.
La naturaleza se expande ante la ausencia humana. Los dos grandes parques nacionales, el de Mercantour y el Parque Nacional des Ecrins, compartido con Rhone Alpes destacan en los límites de Francia. Ambos son espectaculares y llenos de recorridos y posibilidades. Éstas, deportivas, ecológicas, culturales, etc.. supondrán un contraste, uno más, con los cuerpos bronceados de la costa, con las estampas de Gauguin, de Picasso o Van Gogh, con el lujo de la Costa Azul. Una vez más la región el país, Francia, nos muestra su faz multifacética.
Les toca descubrirlas.