La afluencia de público en este conocido pueblo costero del País Vasco francés aumenta considerablemente en verano. Biarritz, que antaño fue la favorita de la aristocracia europea y, posteriormente, de los adinerados británicos, actualmente atrae visitantes de todas partes del mundo. Sus excelentes playas, sus casinos y zonas para practicar el surf son sus principales atractivos.
La zona monumental y cultural de la ciudad no es inmensa pero es muy rica en monumentos, edificos, museos, calles, bares, restaurantes y animación. Entre los monumentos destacan el Casino, el Paseo marítimo, la famosa iglesia rusa ortodoxa de bóveda azul, varios pequeños hoteles y el conjunto de los museos de Biarritz (Museo del Mar, Cité de l’Océan y Museo de arte asíatico). El museo del mar ha sido reformado recientemente, cuenta con un acuario donde conviven varios ambientes marinos y un museo que documenta la participación de la zona en la pesca comercial y ballenera. Fuera, pueden verse piscinas con focas y tiburones. Y la Cité de l’Ocèan acaba de inaugurarse con lo que Biarritz mira, una vez más, decididamente hacia el mar.
En verano, las llamativas tiendas de rayas que se encuentran alineadas en las playas de moda de Biarritz, son testigo de la avalancha de turistas que invade la zona. Después de un duro día de tostarse al sol, se puede jugar al golf o a cesta punta, el juego más rápido del mundo (se juega con una pelota y una raqueta en forma de cuchara); disfrutar de las actuaciones folclóricas de la noche; o empaparse de la música y artesanía vascas.