El Museo de Orsay comenzó a finales del año 2009 la renovación museográfica de las salas impresionistas y post-impresionistas antes situadas en el último piso, así como cuatro pisos del «Pabellón Amont«. La superficie de la exposición ha aumentado gracias a la racionalización de los espacios y las obras tienen un mayor protagonismo gracias a la mejora de la iluminación, tanto natural como artificial y a los nuevos colores de las paredes. Por otra parte, el nuevo Museo de Orsay tiene ahora más obras que han salido de las reservas o de los depósitos que había en otras regiones de Francia.
Uno de los mayores logros de este nuevo Museo de Orsay es la creación de un nuevo entorno luminoso. Ha habido una transformación total: se conserva la iluminación cenital, que es muy bella, pero que se completa con una iluminación artificial de última generación que imita la luz del día, y que se dirige hacia los cuadros creando un efecto revelador del color de los cuadros que no existía antes. Se puede ver el efecto de esta mise en lumiere en una de las obras maestras de Degas: «L’Orchestra d’opera«, en el que vemos la impresión de profundidad gracias a los efectos luminosos. Se crean diferentes ambientes: el lugar en donde se encuentran los músicos y el escenario en el que están las bailarinas que aparecen iluminadas.
En cuanto a los colores, se ha abandonado el blanco, el beige y todos los colores claros tanto del suelo como de las paredes. En los pisos superiores se han elegido colores bastante oscuros: un violeta mate que realza la rica paleta de los cuadros impresionistas. Los cuadros de Van Gogh, que son una explosión de color con fondo azulado.
Un nuevo circuito de visita
El nuevo circuito de visita del Museo de Orsay hace que la circulación de visitantes sea más fluida. Es el siguiente: los Impresionistas (Monet, Degas, Manet, Renoir, Cézanne, Sisley,…) en el quinto piso en la galería renovada; los post-impresionistas (Van Gogh, Seurat, Gaugin, la Escuela de Pont-Aven, Rousseau, Cross,…) en el nivel medio Lille, en salas igualmente acondicionadas; y los grandes decorados Nabis y las Escuelas extranjeras de artes decorativas, en el «Pabellón Amont». Finalmente, la galería de las columnas (salas 42 a 46) antes consagrada al post-impresionismo, pasa a ser sala de exposiciones temporales.
La galería impresionista
La galería impresionista que está en el quinto piso ha sido sometida a una profunda renovación. El arquitecto Jean-Michel Wilmotte ha mejorado la iluminación de la sala y el color de las paredes, además del suelo, recubierto ahora por un parqué oscuro. Aunque ha mantenido las estructuras metálicas de la arquitectura de 1900 de Victor Laloux. La conjunción de todos estos elementos realza la belleza de los cuadros. Las esculturas, por su parte, se exponen en vitrinas discretas.
Lo importante es que el impresionismo tiene por fin espacio para respirar, así como los visitantes. La excepcional colección de obras impresionistas se organizan ahora de forma cronológica: Los primeros años impresionistas de Manet, las ninfas de Monet, Degas, el Renoir tardío, Cézanne, Sisley, Seurat y sus excepcionales dibujos…
El Pabellón Amont
El Pabellón Amont ha sido sometido a una auténtica reconstrucción llevada a cabo por Dominique Brard y el Atelier de l’île. En esta antigua sala de máquinas de la estación se han realizado importantes obras que han posibilitado la creación de 2000 metros cuadrados, con la consecuente ampliación de los espacios de exposición en cinco niveles. El parqué nuevo y los muros tienen ahora tonos oscuros. La planta baja se ha consagrado a los grandes cuadros de Courbet, que ahora gozan de una mejor iluminación.
Mientras que los tres pisos siguientes le ofrecen un espacio propio a las Escuelas europeas de artes decorativas de principios del siglo XX: Viena, Alemania, Europa Central, Escandinavia y Glasgow. La colección de Arte Nouveau, gracias a donaciones, adquisiciones y compras es una de las colecciones más completas de Europa. Una pasarela metálica une el segundo piso y las galerías de la gran nave consagradas a los grandes decorados Nabis, que casan perfectamente con el mobiliario de su época.
El café Campana
Los hermanos Campana, conocidos diseñadores brasileños, se han encargado de renovar el Café de l’Horloge (donde está el gran reloj de la antigua estación de Orsay). Se han inspirado en el gran vidriero Emile Gallé y en el Art Nouveau, lo que ha resultado en una atmósfera onírica, llena de color. En este espacio renovado destacan las paredes azules, las modernas lámparas doradas y los alambres naranjas que hacen las veces de divisiones entre las mesas.
Los bancos Water Block
Algo que llamará la atención de todos los visitantes serán los bancos que se han instalado en las salas del quinto piso para observar los cuadros, ya que son auténticas obras de arte. Fueron creados por el diseñador japonés Tokujin Yoshioka, que ha concebido sus Water Block como un bloque de agua, con interesantes juegos de luz. El diseño moderno de los Water Block contrasta con las obras de Cezanne, Monet y Degas.
El mobiliario contemporáneo
El diseño contemporáneo también está presente en el Museo de Orsay. En el último piso del Pabellón Amont, frente al reloj, podemos ver un inmenso sofá tentacular (Astr papposus) realizado por los hermanos Campana. Y la librería del quinto piso está iluminada por lámparás Zeppelin diseñadas por el belga Marcel Wanders, que tamién hizo las sillas de los vigilantes.
Escultura
El recorrido para contemplar las esculturas del Museo de Orsay también ha cambiado. Las obras de Rodin se despliegan ahora sobre fondos rojos y, en algunos casos, hasta tienen espacio en las salas de pintura.
Espacio de exposiciones temporales
La antigua «Sala de las columnas«, que antes albergaba las obras neo-impresionistas (Seurat y Signac se han mudado con Gaugin y Van Gogh a la gelería Françoise Cachin), también se ha transformado, convirtiéndose en una vasta sala modulable en la que se podrán ver las futuras exposiciones temporales y en gabinetes que presentan la colección de arte gráfico. Esta ruptura entre los impresionistas y sus sucesores deberían mejorar la distribución de los visitantes que antes se concentraban mayoritariamente a los espacios consagrados a las artes modernas, olvidando las otras salas del Museo de Orsay.