Edad Contemporanea de Francia

Reproducción de la declaración de los derechos del Hombre.
Reproducción de la declaración de los derechos del Hombre.

HISTORIA DE FRANCIA 5 – Edad Contemporánea

El siglo XIX, el Siglo Largo 1789-1914

Historia de la Revolución Francesa

La Revolución Francesa marca el fin de una época, de un mundo, de un sistema, y todo ello a pesar de sus contradicciones y sus cambios, evoluciones y marchas hacia delante y detrás. El final de la dinastía Capetos-Borbones se acaba en 1792 cuando la cabeza de Luís XVI rueda en la plaza de la Concordia.

Los mejores deseos de la burguesía ilustrada, de los campesinos libertos, de los ideales cosmopolita iban a agitar Europa durante 20 años provocando cambios vitales. La democracia el Estado social, la ciudadanía, el laicismo, todos ellos elementos capitales van a nacer con la Revolución en Francia.

Junto a ellos guerras, invasiones, muerte y destrucción, que muchas veces han sido agitados, con razón y sin ella, para espantar el fantasma, el mismo que Marx destaca en 1848 en el manifiesto comunista, el miedo al cambio, a la agitación social y la perdida de privilegios. Sin exculpar los errores y los crímenes cometidos durante la Revolución, – y después de ella por el Imperialismo napoleónico -, no podemos juzgar el acontecimiento clave para la civilización del mundo actual con los mismos baremos de violencia y guerra que eran comunes hasta la fecha (la terrible guerra de los 30 años por ejemplo en mitad del siglo XVII), y que desgraciadamente seguirán siendo habituales hasta hoy en día.

La Revolución, «Libertad, Igualdad y Fraternidad».

El establecimiento de una república basada en los idearios de la Ilustración, con una base social importante y con una proyección cosmopolita e internacional será la consecuencia de la resistencia monárquica y nobiliaria a las reformas del Antiguo Régimen. Ante la resistencia a las modificaciones, la burguesía, y está es la gran diferencia, se apoyará en las masas campesinas y urbanas.

En una carrera hacia delante, la incipiente burguesía francesa se lanza a un programa de reformas mucho más revolucionario que el de Inglaterra en 1688, donde la burguesía se alía a la nobleza, y que el de los EE.UU. en 1776, donde el individualismo se conjuga a la cuestión colonial. La burguesía francesa fue obligada a revolucionarse y de ese camino sin retorno nacerá Francia.

Maximilien Robespierre, espíritu ilustrado y hombre de Estado. La mala prensa del Terror aún pesa sobre sus hombros, propagada por quienes más se beneficiaron de su política.

No es este el lugar para un análisis profundo, para eso tenemos los libros de Albert Sobaul, Michel Vovelle, Georges Duby, Jacques Godechot o Mona Ozouf, por citar sólo a los clásicos, por ellos sólo esbozaremos un proceso estudiado durante 200 años. La revolución aparecerá en muchas de las páginas de blog-francia.com, por lo que les invitamos a conocer más a través de las páginas más especificas de sus destino o interés.

Con todo destacaremos el innegable interés progresista de un tiempo en que los deseos de mejora y de reforma de una sociedad caduca se sobrepusieron a la molicie de la pasividad. La opresión tan común hasta ese momento, – y si quieren tan habitual hoy en día también, bien que de forma diferente -, se sintió por un instante, 20 años, inaguantable y movilizó sin posible vuelta atrás a millones de personas, de gentes de Francia, de Francia antes de que Francia fuera Francia, y del resto del mundo.

Habría que esperar hasta la desastrosas Guerra Civil española para contemplar un proceso de simpatía universal semejante. Después las promesas y las esperanzas se desvanecieron, se fundieron en las nieves imperiales del Moscuú ardiente, en las arenas de Egipto conquistado por Napoleón, y tumba faraónica del hombre que substituyó ideales generosos por acciones egoístas.

De todo ello, quedan las graves palabras de Danton, de Sieyès, del Abad Gregorie, de Condorcet, de Marat, de Saint-Just y Robespierre, la mirada de Jefferson y de Kant sobre el brasero parisino, la Declaración Universal de los derechos del Hombre y del Ciudadano, el propio concepto de ciudadanía, la centralización napoleónica, el sistema métrico decimal, etc… 200 años después, lejos del furor de la batalla y del rumor de los cañones, puede parecernos que mereció la pena.

Napoleón Bonaparte y el final de la Revolución.

Tras el golpe de estado del 9 de Termidor, en marzo de 1794, la Revolución quiere moderarse. Agitando el espantapájaros del Terror, represión antimonárquica en un periodo de crisis total, -con quintacolumnistas en el interior de la República y todos los ejércitos de las monarquías del antiguo régimen en las fronteras-, las fuerzas más conservadoras de la coalición revolucionaria toman el poder.

Las derivas populares de Robespierre habían sido útiles durante los peores momentos de la contrarrevolución europea. La mano de hierro, la dictadura, -dictadura en el sentido romano-, del Comité de Salud Pública había sido útiles para gestionar la guerra y sostener al nuevo Régimen. Sin embargo, con la estabilización, la parte social ya no era asumible para la mayor parte de la burguesía. Termidor es el punto de inflexión de la Revolución.

Napoleón Bonaparte, durante la campaña de Egipto. El pintor Jean-Léon Gérôme lo representa frente a la Esfinge de Gizeh.

De está etapa más conservadora y derechista surgirá Napoleón, como nexo entre el pasado y el presente, general victorioso primero, Cónsul después y Emperador finalmente, Bonaparte simboliza la mezcla, la creación de un nuevo sistema político que conjugue los intereses de la nueva clase superior , la burguesía, y frene a las masas desbordadas. Al mismo tiempo, el Imperio de Napoleón es el imperio de un hombre que no es noble y que, a pesar de todo, está imbuido en los principios progresistas de la Revolución.

Los ejércitos franceses son acogidos en Alemania, en Italia, en Hungría, como libertadores, adalides de la libertad. Junto a la bayoneta, Napoleón lleva la abolición de la servidumbre, el Código Civil, el sistema métrico, la ciudadanía. Pero el gran error de Napoleón seré no cumplir sus propios preceptos, ni en Francia ni mucho menos en Europa. Así, de libertadores, las tropas francesas se convierten pronto en conquistadores y opresores. Es el principio del fin.

Las potencias extranjeras se aliaran para intervenir en Francia procurando derrotar a la revolución, utilizando la religión y la tradición. Un aliado de talla será el nacionalismo incipiente que la Francia revolucionaria desarrollará en Alemania, Italia, Holanda, el Imperio Austro-Húngaro y España. El sueño imperial de Napoleón se acabará en Waterloo en 1815, dando pie a las restauraciones conservadoras. A pesar de todo, ya nada será igual.

La Restauración Monárquica 1815-1848, La era de las revoluciones.

La Gloriosa revolución de 1848. La libertad de Delacroix guiando al pueblo
La Gloriosa revolución de 1848. La libertad de Delacroix guiando al pueblo

La victoria de la Santa Alianza devuelve el trono de Francia a los Borbones. Luís XVIII (1814-1824) supone un periodo de represión y de recorte de las libertades duramente ganadas. Será el comienzo de 60 años de revoluciones revueltas, cambios de gobierno e inestabilidad política que va a contrastar con el desarrollo económico, industrial y colonial de Francia, que sin igualarse al poderoso Imperio británico rivalizará con él.

La Revolución de 1820 obligará a una cierta apertura del régimen, pero la llegada de Carlos X (1824-1830), supondrá de nuevo la vuelta del absolutismo.

Una nueva revolución, está vez en 1830 devuelve a Francia al candelero internacional. Una nueva dinastía es colocada en el trono y con Luís Felipe de Orleans se abre la primera monarquía constitucional de Francia. Este periodo (1830-1848), supone el despegue industrial de Francia, el comienzo de su expansión colonial y el desarrollo de la prensa. Las tensiones sociales, entre la burguesía triunfante y el proletariado naciente vuelven a agitarse y por última vez burgueses y proletarios, campesinos y citadinos se unen en la última gran revolución la de 1848, inmortalizada por Delacroix.

La II Republica y… el II Imperio

De 1848 a 1852 transcurre la II República, tras la Revolución Gloriosa. Gobiernos débiles inestabilidad y un nuevo líder que surge en las turbulencias, un líder con el prestigio de su tío, es Luís Napoleón que se hará llamar Napoleón III. Mediante un golpe de estado acabará con la República y creará el Imperio. Napoleón III hará de Francia su empresa y a pesar de la aparente estabilidad y progreso económico, arrastrará al país a arriesgadas empresas internacionales. La más desastrosas será la guerra franco-prusiana de 1870-1871 que acabará con su captura en Sedan junto a grueso del ejercito francés. El Imperio alemán recién constituido arrebatará Alsacia y Lorena durante 50 años a la República.

La Comuna de París y la III República.

La caída del corrupto Napoleón III permitirá aflorar en el desorden de la derrota, la debacle tan bien mostrada por Emile Zola, todas las tensiones sociales de Francia. La gran burguesía, los bancos, las grandes empresas del acero, del ferrocarril y del comercio ultramarino amasaban fortunas mientras que al clase obrera sufría la explotación que las páginas de Dickens y Marx también describen. La Comuna de París (1871) es el resultado de todo ello, una rebelión anarquista y utópica, que se había nutrido de todos los socialistas franceses del XIX y que intentará, en vano, la creación de un mundo nuevo. Las tropas de la III República naciente, que no habían derrotado a los prusianos, masacraron a los communards con la ayuda de los cosacos y los prusianos. Miles de parisinos morirán en las barricadas y el conflicto de clase será apagado con las bayonetas y los fusilamientos.

Y, sin embargo, la III República será la época en la que el impulso modernizador e igualitarista de la Revolución Francesa se pondrá por fin en marcha y se hará real para la mayoría de la población. Hasta ese momento habían sido las estructuras estatales más represivas las que se habían establecido, la administración militar, las prefecturas, la recaudación de impuestos, correos, la red de caminos y ferrocarril -privados-, aunque también las academias nacionales de artes, los primeros museos y la recuperación del patrimonio histórico con Prosper Merimé y Violet-le-duc. Pero la III República, una vez supera sus dudas monárquicas, es un eficaz motor de modernización y de extensión de los valores de la Revolución. Así la educación y la formación de los franceses, otorgándoles la posibilidad de ascenso social y de mejora económica, será el centro de los gobiernos a partir de 1877. La figura de Jules Ferry, ministro de Educación y Asuntos exteriores es capital. Fervientes republicanos de izquierdas, buscan que la meritocracia sea real y que la educación produzca ciudadanos. En los años 80 se desarrolla un verdadero sistema educativo, con fondos y medios. En estos años se aprueban las leyes de libertad de prensa (1881), libertad sindical (1884) y la ley del divorcio (1884).

Discurso de Jean Jaurès a las afueras de París, bajo la bandera roja, cuando los políticos sabían hablar.

El ala izquierda republicana es hegemónica pero eso no impide movimientos conservadores, como la deriva golpista del General Boulanger, o el ascenso del antisemitismo del años 90 que desembocará en el caso Dreyfus en 1894. El capitán Dreyfus, condenado injustamente por espionaje y cuya única culpa fue su religión, muestra de alguna forma la existencia de dos Francias en conflicto, lucha que se arrastrará hasta la II Guerra Mundial.  Emile Zola y su celebre «Yo acuso/ J’acusse«, Georges Clemenceau junto a Jean Jaurès, serán algunos de los políticos y escritores que públicamente denunciarán el antisemitismo y reivindicaran el republicanismo como base de la convivencia en Francia. Dreyfus será finalmente amnistiado en 1906.

A pesar de está división el movimiento obrero y el partido socialista no sólo existen sino que gracias a su alianza con los republicanos de izquierda ganan las elecciones de 1902. Qué diferencia observar a los 43 diputados socialistas y los 295 radical-socialistas, radicales y republicanos de izquierda que componen la mayoría parlamentaria a principios del siglo XX, cuando pensamos en que la alternancia de poder tardará 80 años en llegar a España (excepción hecha del corto periodo antes del golpe de estado franquista) y casi un siglo para afianzarse en América Latina.

Un hecho clave, base de la República francesa es la ley, propuesta por el Primer Ministro Émile Combes, que separa Iglesia y Estado en 1905, fundamento del laicismo francés y que rompe con el galicanismo. El Estado deja de nombrar a obispos y cardenales y la Iglesia debe autofinanciarse.

Otros personajes de está época son Pierre Waldeck-Rousseau, Aristide Briand o Joseph Caillaux. Este último, ministro de Hacienda conseguirá que en 1914 se apruebe el Impuesto sobre la renta, clave de un sistema social justo donde el estado se financie sobre los impuestos directos. Es decir, los que cada ciudadano o empresa, paga en base a sus ingresos. La tendencia actual que coloca la presión fiscal en los impuestos indirectos, -los que tasan los productos que compramos, la electricidad, correos o la gasolina, y que hace que la fiscalidad sea igual para el millonario que para el trabajador, muestra lo revolucionario de la medida.

Jean Jaurès y George Clemenceau serán las grandes figuras del socialismo y del radical socialismo francés de principios de siglo. Jaurès es un ciudadano ejemplar, un idealista de la acción que luchará por los derechas de los mineros, de los obreros y los campesinos, por la mejora de la educación y que será la única voz opuesta a la masacre que se avecina en 1914. Pagará con su vida el hecho de ser una voz libre, siendo asesinado en París tres días antes del comienzo de la I Guerra Mundial.

Para una visión de conjunto del siglo XIX, francés, europeo y mundial, recomendamos fervientemente los tres volúmenes del historiador británico Eric J. Hobsbawm sobre el siglo XIX: La era de la revolución, 1789 – 1848; La era del capitalismo 1848-1875 y La era del imperio, 1875 – 1914.

Las dos Guerras Mundiales, de la Grande Guerre a l’étrange défaite: El siglo Corto 1914-1990

Trincheras de Verdún durante la Primera Guerra Mundial. La civilización europea se hunde en el fango de la guerra.

El ya citado historiador británico Eric Hobsbawm, habla del largo siglo XIX, siglo de crecimiento de las potencias europeas cuya absurda carrera imperialista les lleva a aniquilarse en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y dar paso a la nueva hegemonía bipolar, ruso americana. Con ello el corto siglo XX comienza en las llanuras de Bélgica, en las planicies de Champaña, en torno a Verdún, en los lagos Masurios o en Caporetto, con millones de hombres airados bajo el fuego de los morteros, de la Gran Berta y los cañones del 105. Millones de hombres morirán en un conflicto que inflamará el nacionalismo victorioso o revanchista, dependiendo del lado. En Francia la Primera guerra Mundial lastrará la política, la sociedad hasta 1945.

Desde 1871 Francia buscaba aislar a Alemania y aliarse con Gran Bretaña, fait accompli con la entente cordiale de 1904. Sin embargo, la paz se rompe por el complejo sistema de alianzas invocado por el ultimátum alemán a Serbia en 1914. No obstante, no debemos olvidar que la guerra era deseada por todos los beligerantes, deseosos de ajustar cuentas rápidamente y seguir su expansión mundial. Los cánticos de las paradas de 1914 se ahogan rápidamente entre los grupitos de los batallones diezmados por las ametralladoras, las minas, el fuego de la artillería, los gases y los lanzallamas.

El asesinato de Jaurès y la creación de la Unión Sagrada que anteponía la nación a las divergencias políticas funde a Francia en un impulso victorioso que rápidamente se deshace con la ofensiva Schlieffen. La Batalla de la Marne detendrá a los ejércitos alemanes casi a las puertas de París. Después vendrán terribles masacres en la Somme, en Ypres, Verdún, le Chemin des Dames; la ya citada Unión Sagrada; las amistosas celebraciones de la Navidad e 1914 entre alemanes, franceses e ingleses – que no impidieron las matanzas posteriores -; los motines y fusilamientos ejemplares; la guerra de desgaste a costa de los soldados por la gloria de los generales; la defensa de Verdún y el prestigio de Petain; la resolución feroz de Clemenceau; el armisticio del 8 de noviembre, -que aún se conmemora en todos los ayuntamientos de rancia frente al monumento de los soldados muertos en la guerra -, y la victoria de 1918; los Tratados de Versalles y el hacha de guerra que aún caliente apenas se enterró.

Cuatro años de sufrimiento, 1.700.000 muertos, 4 millones de heridos solamente en Francia, que dejarán una huella visible en la sociedad y que determinarán la política exterior, provocando error tras error hasta 1940.

Los años 20 y 30 son años de reposo, de paz obligada para un país devastado humana y económicamente. Es necesario comprender el peso del lastre de la Primera Guerra Mundial, para  entender, que no justificar, la política francesa de entreguerras. La presión social durante todo este periodo va a buscar la paz como fin último. Los supervivientes de la guerra quieren disfrutar de la vida y desean, ante todo, la mejoría de la situación material. La crisis económica de los años 30 provocará que el extremismo aumente y observaremos que justo antes de la II Guerra Mundial Francia está al borde de la guerra civil, como en el caso de su hermana ibérica.

Georges Clemenceau no tendrá piedad de Alemania y Francia ocupara la cuenca del Ruhr ante el impago de ciertas compensaciones de guerra. Francia exprimirá al máximo a la Republica de Weimar, tenida por responsable de los desastres del la IGM. Esto en lugar de ayudar a la estabilización alemana llevará a su caída y al ascenso del nazismo. La polarización política se hace mayor tras las crisis del 29 y el fin de los locos años 20. Movimientos fascistas como de Action française y Croix-de-feu, dirigidos por Charles Maurras y François de La Rocque, pondrán las bases para el apoyo de una parte de la población del régimen colaboracionistas y antisemita de Vichy.

Al mismo tiempo, los años 30 son años de progreso con el gobierno, débil, pero intrépido del Frente Popular dirigido por León Blum. En 1936 cuando la Guerra Civil comienza en España, en Francia se disfruta de las primeras vacaciones pagadas de la historia. Las 40 horas son aprobadas y León Blun ofrece su dimisión al embajador español, por no poder ayudar lo suficiente a la democracia española. Época de esperanza, época de extremos, de contradicciones.

La II Guerra Mundial, de la extraña derrota a la vistoria de De Gaulle.

El General Charles de Gaule bajo el Arco del Triunfo de París
El General Charles de Gaule bajo el Arco del Triunfo de París

Francia se organiza de forma defensiva frente a la guerra que todos ven próxima. La construcción de la Línea Maginot, sistema defensivo de fortificaciones que van desde la frontera suiza hasta Luxemburgo, será el arma que proteja los deseos de los franceses que no quieren guerra. Francia con la complicidad británica abandonará a sus suerte a la República española, a Austria, a Checoslovaquia, hasta que en 1939 la invasión de Polonia de inicio a la II Guerra Mundial.

Marc Bloch, historiador y resistente, creador de la Escuela historiográfica de los Anales junto a Lucien Febvre, analiza la derrota francesa de 1940. En un mes Francia ha capitulado. La magnífica línea Maginot resiste, pero el frente se hunde con la repetición del Plan Schlieffen y la ocupación de Holanda y Bélgica, la entrada masiva de las tropas mecanizadas del III Reich a través del Norte-Paso de Calais y Picardía, que no estaban protegidas por la línea Maginot.

Los franceses sienten que la guerra no va con ellos, la derrota ha costado 100.000 muertos, pero nadie imagina o quiere imaginar el horror que vendrá después. Francia capitula y el héroe de Verdún aceptada la ocupación hitleriana, colaborando desde Vichy. El colaboracionismo de Petain y Laval costará la vida a decenas de miles de franceses, en lucha contra el ocupante y los colaboradores, en los campos de exterminio, en las fabricas germanas a las que son deportados. Vichy colaborará con la deportación de judíos, resistentes, exiliados, comunistas, socialistas escribiendo páginas de las más negras de la historia de Francia.

En 1940 pocos osan contestar la pasividad de junio, una voz se alza en el silencio desde Londres. El 18 de junio el General Charles de Gaulle, que había avisado al alto mando al gobierno del poderío de las divisiones panzer, lee desde Londres el Llamamiento a continuar la lucha que le hará celebre. Condenado a muerte en rebeldía, será la cabeza visible de la resistencia francesa. Gracias a su lucha incesante, conseguirá organizar un ejercito, que combata primero desde las colonias (Camerún, Marruecos, Argelia) y después en Sicilia, Córcega, y la Francia continental que Francia figure entre los vencedores de la guerra.

Hoja bloque filatélica editada en 2010 celebrando el 60 aniversario de la declaración de Londres. Si tiene interés en la filatelia francesa no dude en contactarnos o en visitar nuestra página específica.

La Resistencia, sin duda ha sido idealizada, lo cual no le niega su importancia. Movimiento muy débil en los primeros años, se irá organizando a partir de 1942 como eficaz red de información y espionaje, de ayuda a los combatientes aliados y a comunistas, exiliados, judíos, etc.

Como en toda guerra, se escribirán heroicas líneas de humanismo y coraje, mezcladas con la perfidia de los colaboracionistas y con la ignominia de las gentes normales que ante la adversidad sólo buscarán su propio interés en medio de una época de barbarie. Es muy delgada la línea que separa a la persona normal, -que sin ser inhumana colabora con la tiranía, -recuérdese las teorías de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal- , del héroe discreto que arriesga su existencia, y la de los suyos, por defender a un desconocido con el que no comparte ni ideas, ni intereses. Ambas situaciones se producirán en la Francia ocupada, historias ejemplares, historias horribles.

Si tiene interés en la filatelia francesa no dude en contactarnos o en visitar nuestra página específica.

En la resistencia francesa encontraremos comunistas, patriotas, católicos, conservadores y progresistas, alemanes y españoles, muchos españoles huidos de la España franquista, italianos, polacos… En el nuevo ejercito de De Gaulle encontraremos cameruneses y senegaleses, magrebíes y europeos. Una vez más muchos españoles que entrarán el París liberado a bordo de los tanques de la 2 DB, cuya 9 compañía de blindados portaba los con nombres de Guadalajara, Ebro, Guernica y Belchite. Francia libre, gracias a todos ellos y sobre todo a rusos, británicos y norteamericanos, Francia libre y orgullosa otra vez.

Historia de la IV República 1946-1958.

Cuando Francia comenzó a ser liberada gracias a los aliados tras el desembarco de Normandía el 6 de junio del 1944, se configura un gobierno provisional dirigido por el general De Gaulle. Este dirigirá Francia en la transición, hasta 1947 donde se retira temporalmente.

En 1945 un referéndum pone fin a la III República, a la que se tenía por responsable de la derrota. Las elecciones del mismo año castigan a la derecha y a los radicales, partidos preponderantes en el periodo anterior y dan la victoria a los comunistas seguidos de MRP (Movimiento Republicano Popular, el antecedente de la derecha moderada francesa de corte demócrata cristiano, pero peculiar, no comparable con sus homólogos italianos o alemanes) y el partido socialista SFIO. Un gobierno de concentración nacional se forma con De Gaulle a la cabeza y varios de sus fieles escuderos de la guerra como ministros. La izquierda es mayoritaria, pero en 1946 se inicia un periodo de inestabilidad que ocupará toda la IV República. Las disensiones sobre la forma del Estado, sobre la división de poderes (sistema uni o bicameral) son crecientes y De Gaulle dimite en enero de 1946.

Nuevas elecciones confirman el tripartidismo aunque el MRP se convierte en la primera fuerza política. Georges Bidault dirige el nuevo gobierno tripartito. La constitución de octubre del 46 se decanta por un sistema bicameral donde el poder reside en el presidente del Consejo (primer ministro) y deja al presidente un papel honorífico. Entre 1946 y 1958 sólo habrá dos presidentes el socialista Vincent Auriol y el centrista René Coty. En cambio, en esos 12 años se constituirán 24 gobiernos dirigidos por 16 presidentes del Consejo diferentes, lo que idea de la inestabilidad de la época.

La cuestión es más grave aún si tenemos en cuenta que no es una época sencilla para la República Francesa. Se trata de un periodo de plena descolonización donde a los problemas de Asía, se unen los de Argelia y del África Subsahariana. Son los años donde se reconstruye Europa y son los años donde comienza la Guerra Fría.

A nivel económico el periodo no es negativo. Los primeros años son duros, existe el racionamiento hasta 1949, y la construcción de casas, de carreteras, puertos, presa, fabricas es laboriosa y lenta. Sin embargo en 1958 Francia ha recuperado parte de su poderío industrial, ha mejorado la situación de la población y los felices y gloriosos treinta años de desarrollo, progreso y consumismo han empezado. La inestimable ayuda del Plan Marshall norteamericano, -que obligaba a expulsar al Partido Comunista del gobierno para recibir las ayudas-, y los inicios de la construcción europea, junto al crecimiento del comercio y de la demandad nacional e internacional, llevan a Francia al segundo puesto económico europeo tras Alemania.

Firma del Tratado que da inicio a la Comunidad Económica Europea, entre Francia, el Benelux, la RFA e Italia.

Es el Estado el que vía la nacionalización o la construcción de infraestructuras dirige la reconstrucción. La debilidad de los gobiernos permite a los altos funcionarios dirigir planes durables. Destacan Edgar Fauré, Robert Schuman y Jean Monnet (padres de la Unión Europea) en lo económico y por ejemplo Le Corbusier en el plano urbanista.

Socialmente la presencia durable de los partidos de izquierda da un gran impulso al estado de bienestar, la seguridad social, las jubilaciones, los derechos y poderes sindicales, etc…

A nivel diplomático los avances de Francia son importantes. Con Robert Schuman en la cartera de asuntos exteriores se desarrolla el europeismo, en 1951 se crea la CECA y en 1957 con el Tratado de Roma la Comunidad Económica Europea.

Sin embargo el proceso de descolonización va a plantear los problemas principales y causar la caída del Régimen. Primero será Indochina, donde la derrota militar en Diên Biên Phu en 1954 provoca una inestabilidad política comparable a la de preguerra. Pierre Mendès-France figura capital del periodo consigue sacar del atolladero a Francia con los tratados de Ginebra, dejando el avispero en manos de EE.UU.

Nada más finalizar la crisis de Indochina, se desatan las de Túnez y Argelia. En los departamentos franceses de Argelia, la población de origen africano reclama sus derechos como ciudadanos franceses. Pero los dictados de la República no se aplican de la misma manera para los argelinos no europeos. Ante la negativa, los argelinos optan por la independencia en una guerra civil que agitará las bases de la III República. La fuerte presencia de población europea, los pieds-noirs, (muchos de origen español) hace que la guerra sea percibida de forma muy intensa del otro lado del Mediterráneo.

La inestabilidad política y la guerra abierta en Argelia, guerra civil sin piedad por ambas partes, extreman las posiciones hasta que en junio de 1958 los generales Salan y Massu dan un golpe de Estado en Argelia ante la posibilidad de una salida negociada entre el gobierno de París y el FLN argelino. En tal tesitura, la figura moral de De Gaulle aparece como única salida. El Presidente Rene Coty llama a De Gaulle y en plena guerra de Argelia la IV República da paso a la V mediante un referéndum el 28 de septiembre de 1958.

La V República 1959-…

La Constitución de la V República convierte a Francia en uno de los países más presidencialistas de la Tierra. El Presidente, elegido por sufragio universal, es el jefe del Estado, jefe de los ejércitos, es él quien nombra y cesa al primer ministro, que queda supeditado a él. Las dos cámaras son las que eligen al primer ministro, pero el presidente puede disolverlas.

La V República tiene como fundamento centralizar el poder en un momento crítico. Una parte de Francia estaba a favor de la independencia y otra en contra, los grupos terroristas e las OAS sembraban de terror reaccionario la ciudades de Francia. Todos esperaban que De Gaulle beneficiase su posición. Con innegable tacto, De Gaulle consiguió desactivar las tendencias golpistas de una parte del ejercito, acabas con la tortura y la guerra sucia, consensuar la independencia de Argelia, después de la mayor parte de las colonias francesas, y centrar la política francesa en sus intereses reales, la construcción europea. A pesar de las presiones, los atentados fallidos y la incomprensión de los pieds-noirs, Argelia consigue su independencia en 1962.

La mejoría económica favorece a la V República y a De Gaulle. Así el General abordará la construcción europea con Adenauer, la política exterior independiente francesa, el programa nuclear. Francia crece y se desarrolla económicamente y miles de inmigrantes llegan desde España, Portugal, Italia, Marruecos y Argelia.

Mayo del 68.

Francia, inmersa en los 30 años de dorado crecimiento económico, ha desarrollado la cultura, la educación, la contestación filosófica. Personajes como Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, cuestionan desde diferentes puntos de vista la sociedad burguesa que se ha instaurado en Francia. La revuelta mundial de los jóvenes que había empezado tras el verano del amor californiano de 1967 (summer of love) desemboca en mayo del 68, donde a la contestación universitaria e intelectual se une a la obrera dirigida por el Partido Comunista. Grandes huelgas, la toma de la Sorbona, las exigencias de cogestión en las empresas, la sociedad reclama mayor libertad sexual, mayor control de la economía, mayor reparto y menos trabajo y control. Comunismo, anarquismo filosofía, amor, liberación de la mujer, todo se mezcla en este mayo francés que tanto ha influido a Europa.

De Gaulle dimitirá en 1969 en mitad del desconcierto de los adultos que no comprenden la rebelión de un país del primer mundo. Poco después la revuelta se deshará tal y como había surgido. Quedan sus eslóganes (Prohibido prohibir, La imaginación al poder) y quedan personajes como Daniel Cohn Bendit, estudiante alemán en 1968, hoy líder de los ecologistas franceses. Del fracaso de 1968 surge el ecologismo, los movimientos antinucleares, el feminismo, las teorías económicas del decrecimiento, etc…

Una nueva época comienza.

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De Pompidou a Chirac.

A pesar de la contestación, la derecha vuelve a ganar con el delfín de De Gaulle, Georges Pompidou. A él se debe el último estertor del apogeo previo a la crisis del petróleo, y también, el Centro Pompidou, edificio museo deseado por este amante del arte contemporáneo.

Giscard D’Estain substituye a Pompidou en 1973 tras su prematura muerte. Giscard  se enfrenta a la crisis de los años 70 sin demasiados argumentos y será derrotado en 1981 por un fino y todoterreno político, François Mitterarrand. Por primera vez el partido socialista llega al poder. Aliado con el PC, Mitterrand tomará decisiones cruciales para la recuperación. Entre ellas la nacionalización de ciertas empresas, el impulso firme a la Europa Unida, la independencia diplomática con respecto a Gran Bretaña y EE.UU., justo en el momento en que son gobernados por la derecha reaccionaria de Reagan y Margaret Thatchet.

Helmut Kohl y François Mitterrand se dan la mano en el memorial de Verdun en 1984, reforzando los lazos entre los dos principales actores de la construcción de Europa.

Mitterrand supo cambiar su registro, a lo largo de los 14 años de su gobierno, de la izquierda al centro y viceversa dependiendo de las necesidades. Abolición de la pena de muerte, mejoría de las condiciones sociales, mejores condiciones laborales, aumento de las vacaciones pagadas (5 semanas), pero también privatizaciones y liberalización, son algunas de sus medidas socioeconómicas durante su mandato. No se pueden olvidar momentos muy emotivos como la firme alianza con Alemania, el emotivo apretón de manos en Verdún con Helmut Kohl en 1984 o el apoyo a la democracia española y a Felipe González, protagonista él tambié de la construcción europea. Pero también hay que recordar las partes oscuras de este gran personaje, como son los ensayos nucleares en Polinesia y el hundimiento del Raimbow Warrior en Nueva Zelanda. Lo enigmático del líder y del político de pura cepa se resume en la pirámide del Louvre y la BNF, ambos monumentos muy queridos por Mitterrand. Enfermo desde hace años, François Mitterrand muere en enero de 1996.

En 1995 tras una cohabitación Jacques Chirac se convierte en presidente tras derrotar a Lionel Jospin. El complejo ex-alcalde de París, gran orador y político de la vieja guardia, también posee zonas de sombra, como la más que evidente corrupción durante su mandato en París. Con todo, Jacques Chirac gana talla política al convertirse en Presidente y se gana, al menos, el respeto de sus conciudadanos. Dejará en 2007 un legado de estabilidad agitada, donde los problemas económicos se hacen presentes en fracturas y fallas supuestamente étnicas y religiosas, en realidad, económicas y de oportunidades. Al agitar el fantasma de la inseguridad y de la inmigración, estas fracturas son explotadas por el Frente nacional de Le pen. El líder ultraderechista llega incluso a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, causando un shock en la sociedad francesa. La población, sin importar, el color político, apoya por un 82% a Chirac.

Por Iñigo Pedrueza.