Como en el resto de la capital francesa no nos faltarán lugares y ofertas para degustar la cocina gala o cualquier otra del mundo.
Sin embargo, la Torre Eiffel cuenta con una particularidad, y ésta es sus resturantes de altura.
El 58 Tour Eiffel.
Se encuentra en el primer piso, justamente a 58 metros de altura. Es un restaurante donde podemos comer un bocadillo, o algún plato rápido, con una vista magnífica.
El Jules Verne.
El restaurante Julío Verne, que se encuentra en la plataforma del primer piso, a 115 metros de altura, por encima de Notre-Dame.
El placer vaporoso de cenar a tales alturas y el hecho de que sea complicado, y caro, realizar una reserva, azuza el interés por este restaurante. Es innegable el poder de atracción que puede otorgar invitar a clientes o amantes en tal lugar, pero tengan cuidado ya que las vistas pueden restarnos protagonismo.
La carta es bastante selecta, tanto por la selección de los platos y el cuidado de las formas, como por su refinado precio.
Desde 2001 la casa Lanvin asegura «la puesta en escena» del restaurante, con una decoración y estilo elegante a la par que discreto.
En la cocina un grupo de jóvenes chefs elegidos por el famoso Alain Ducasse garantizan modernidad culinaria sin extravagancias. De la carta de vinos no les hablamos, no vayan a marearse entre la altura, la distinción y el precio.
Las vajillas, cuberterías y copas han sido diseñadas especialmente para el Jules Verne, así como todos los elementos decorativos, muchos de ellos de la misma época que la Torre misma.
Si desea desayunar, comer o cenar en el restaurante, visite la página web del Jules Verne y realice su reserva con mucha antelación.
Es imposible comer en él sin reserva previa, de lo contrario deberá optar por alguno de los restaurantes de los alrededores o por los kebaps o cadenas de comida rápida…
Al final una estrella Michelin orla Le Jules Verne.
