Todo comienza en Venecia en 1938
El Festival de Venecia, creado en 1932, se impone por un momento como la gran fiesta del cine mundial. Pero enseguida, la influencia alemana se inmiscuye en la política italiana y en el palmarés de esta Bienal de arte. En 1937, Adolf Hitler se decepciona con el éxito de la película pacifista “La Gran Ilusión” de Jean Renoir y con las pocas recompensas al cine alemán y, en la edición siguiente, consigue modificar el palmarés imponiendo sus órdenes en los miembros del jurado representantes de los satélites del eje. Pero algunos los miembros del jurado que representan a las democracias dimiten, como Philippe Erlanger, representante de Francia. A iniciativa de éste, se piensa en organizar una manifestación cinematográfica capaz de competir con la Mostra para darle al mundo un festival libre, sin presión ni constreñimientos.
Las crisis políticas provocadas por el deseo de expansión de Alemania e Italia ralentizan la creación del festival, ya que se quiere evitar el conflicto con Italia. Pero se sabe que éste país intenta consolidar la alianza con Alemania, reservando para la Bienal una acogida triunfal al ministro de la propaganda alemana, Gœbbels, lo que deja presagiar que la edición se plegará a las exigencias de la política fascista y no dejará libertad a los otros participantes. Éste es el detonante que empuja al gobierno francés a hacer oficial en junio de 1939 la creación de un festival cinematográfico rival, que se organizará en la costa azul: el Festival de Cannes, cuya apertura se prevé para el 1 de septiembre, al mismo tiempo que la competición italiana.
Apoyo al festival francés
Pero Francia intenta obtener el apoyo de Italia y Alemania afirmando que el Festival no pretende ser una máquina de guerra, sino una cita mundial de cine muy diferente a la Mostra. Se acentúa la originalidad de la manifestación: cada país elige sus películas, el jurado representa al conjunto de los participantes y todas las naciones presentes reciben un premio en un espíritu de objetividad artística y de imparcialidad absoluto. Y Francia no se autoriza ninguna recompensa.
Con el ofrecimiento de la presidencia de honor de la primera edición se propone a Louis Lumière, padre del cinematógrafo, se intenta convencer a los realizadores extranjeros para que apoyen la iniciativa francesa. Los dos estados fascistas declinan la invitación, así como otros países. Al contrario de otros, como Estados Unidos que, gracias a la potencia de su industria cinematográfica, ayudarán a la manifestación a imponerse como auténtico acontecimiento mundial.
Así, en la primera edición no habrá más que nueve países en razón de muchos factores, como la preparación de la guerra, la poca producción de películas y la falta de organización en materia cinematográfica por parte de algunos países. Aunque supone un éxito ya que los organizadores consiguen la participación de los Estados democráticos más poderosos de la industria cinematográfica: Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia, Bélgica… y la URSS, a pesar del pacto de no-agresión.
¿Por qué Cannes?
Los organizadores buscaban para su festival un marco prestigioso. Muchas ciudades reconocidas mundialmente pueden acoger este acontecimiento gracias a su desarrollo turístico, con equipamiento e instalaciones. Pero sólo Biarritz y Cannes poseen una sala de proyección que acoja a un millar de espectadores. Comienza una lucha de partidarios de uno y otro lugar; los municipios proponen participar financieramente al proyecto, y es Cannes finalmente la que se llevará la palma (nunca mejor dicho).
1939, el Festival se prepara
El Estado llama a la Asociación francesa de Acción Artística (AFAA), transformada en comité especial de organización, bajo la dirección del secretariado de Estado de Bellas Artes y del Ministerio de Asuntos extranjeros. Philippe Erlanger, director general de esta asociación, intenta impedir la progresión de la propaganda fascista. La creación de un festival que compita con la Mostra necesita fuertes inversiones y una organización eficaz. Pero estas ayudas son insuficientes, por lo que el estado pretende que sus ministerios y las empresas públicas ayuden a reducir el costo de la manifestación. Como el servicio de Correos, con la impresión de un matasellos especial para las cartas. O el transporte público, con la creación de billetes gratuitos para los miembros del jurados y las estrellas.
Para los organizadores, competir con Venecia no es el único objetivo. También se trata de imponer la sabiduría francesa en materia cinematográfica y, porqué no, igualarse con la industria americana. El sueño puede hacerse realidad; la ciudad de Cannes codician a partir de ese momento el título de “Hollywood europeo”, esperando destronar a los estudios italianos de Cinecittà y los de Neubabesberg de Berlín.
Todo está preparado para que el Festival internacional de cine de Cannes tenga lugar en septiembre en la sala del Casino municipal. Los invitados aprecian los encantos y las diversiones de la ciudad y se dan cita en la Croisette. Un transatlántico alquilado por la Metro Goldwyn Mayer trae a estrellas americanas de la talla de Tyrone Power, Gary Cooper, Douglas Fairbanks, o Mae West. Las estrellas, príncipes y princesas de toda Europa se presentan en Cannes para la gran noche. Pero una tormenta estalla, como un presagio de lo que iba a venir. Al día siguiente, la noticia del pacto germano-soviético hizo que cada uno volviese a sus casas. Desde ese momento, la amenaza de un conflicto late en el corazón de Europa.
La Segunda Guerra Mundial
El Festival tendría haber tenido lugar en 1939, pero va a ser programado una y otra vez; y la llegada de las tropas alemanas a suelo francés supondrá el principio de los tres años de silencio en torno a la inauguración del Festival de Cannes. Habrá que esperar a que finalice el conflicto para que esto ocurra. El periodo de posguerra anuncia, al mismo tiempo, una nueva era para el cine mundial.