La imagen que tenemos de Cannes es una imagen de glamour por su Festival de cine mundialmente conocido y por las numerosas villas y hoteles de lujo que bordean el famoso paseo de la Croisette.
Pero Cannes no se reduce al lujo y a las villas; la parte alta de la ciudad nos ofrece un Cannes más pintoresco de estilo provenzal que ha sabido conservar los recuerdos de los viejos tiempos.
Cannes, ciudad provenzal
Sus mercados y sus espacios floridos; en la parte alta, el barrio del Suquet, las calles estrechas. La Capilla de Sainte-Anne de estilo románico, del siglo XII y la Iglesia de Notre-Dame d’Espérance, del siglo XVII. A algunos metros, los amantes del arte pueden ir al antiguo Castillo de la Castre, clasificado Monumento histórico, que alberga el Museo de la Castre. Allí descubrirán obras de pintores provenzales y la arqueología de la cuenca mediterránea. Los visitantes pueden acceder a la torre medieval, desde donde se puede disfrutar de una vista impresionante de la bahía de Cannes. Abajo, el puerto viejo y sus embarcaciones de pescadores frente al ayuntamiento con su arquitectura imponente.
Cannes, símbolo del lujo
En el Puerto Canto los visitantes pueden admirar los yates y veleros de lo más bonitos. Y después continuar por la Croisette, una larga avenida de palmeras a orillas del mar, en dirección al Palacio de los Festivales. El paseo es una sucesión de tiendas de lujo y de palacios, de hoteles prestigiosos de nombres míticos: Martínez, Majestic, Carlton…
Y, paralela a la Croisette, la calle de Antibes está llena de joyerías y de boutiques de lujo.
Cannes es una ciudad que atrae viajeros de toda condición, desde aquéllos que buscan estar cerca de las estrellas y el lujo, hasta aquellos que prefieren pasear por calles pintorescas y descubrir un patrimonio de una gran riqueza e interés.
Bajo el nombre de Museos de Cannes, sen encuentran tres de los museos más importantes de Cannes: el Museo de la Castre, el Museo del mar y la Malmaison.
El primero, el Museo de la Castre está instalado en el castillo de Cannes, en la cima del barrio del Sucquet y está dedicado a la etnología de los mundos y culturas exóticas. En segundo lugar, el Museo del mar, en la Isla Sainte-Marguerite, está consagrado a la arqueología submarina y a la cultura mediterránea. Y en tercer lugar, la Malmaison, a las exposiciones temporales de arte moderno y contemporáneo, sobre todo de pinturas y esculturas.
Existe el proyecto de crear el futuro museo Victor Tuby sobre el tema de las tradiciones de la ciudad y el museo sobre el Festival de cine de Cannes.
Cannes es, después de París, la ciudad más célebre de Francia gracias al Festival de cine que le aporta numerosas ventajas, particularmente en el sector turístico. Los palacios del festival han atraído siempre la curiosidad de los visitantes de paso.
La ciudad acoge también durante todo el año diversos congresos y manifestaciones como, entre otros, el MIDEM, consagrado a la industria del disco, el MIPIM, al sector inmobiliario y el Festival de los Juegos.
Además, está el llamado “Festival de invierno”, los Encuentros Cinematográficos de Cannes (R.C.C., antiguos R.I.F.J., Encuentros Internacionales del filme para la juventud) que se desarrollan todos los años en el mes de diciembre. Esta manifestación se organiza en diferentes lugares: la M.J.C. Picaud, la M.J.C. Ranguin (con su sala Raimu), la sala de la Licorne o la Malmaison.
Durante el Festival de cine la población de Cannes aumenta considerablemente durante quince días y los ingresos de los comercios se multiplica por diez o por quince. Esto también se observa durante los congresos que se organizan anualmente en el Palacio y durante todo el año gracias al turismo. Cannes es la segunda ciudad de Francia en número de congresos, después de París, lo cual es un efecto de la manifestación cinematográfica.
El Palacio de los Festivales, auténtico polo de atracción de la ciudad, es el símbolo del Festival. El primer Palacio se inauguró después de la guerra y allí tuvo lugar el Festival durante más de treinta años; el segundo, actual lugar del concurso, es de 1983. Esta fecha marca el principio de un nuevo Festival. Este edificio es la prueba material del éxito creciente de la manifestación. Lo testimonia el aumento constante de visitantes, de congresos y de manifestaciones de cualquier tipo que acoge la ciudad.