El patrimonio monumental de Marsella es tan grande como desconocido. Barrios enteros como Le Panier, el Vieux Port o la avenida de la Canebière; edificios como la siempre presente basílica de Notre Dame de la Garde que domina la ciudad, el fuerte de Saint-Nicolas, el Castillo de St Jean, la catedral La Majeur; museos como los que alberga el Palais de Longchamp o la Charité son sólo una muestra de lo que posee, esconde, oculta Marsella. Pasen y vean, comiencen a descubrir la ciudad.
El Vieux Port
Centro de la vida marsellesa desde hace 26 siglos, el Puerto Viejo es un verdadero remanso de calma en medio de la agitación de Marsella. Aquí desembarcaron hacia el 600 a.C los griegos de Focea. Hasta la construcción del moderno puerto, éste fue el centro neurálgico y comercial del sur de Francia.
No deben perderse si por casualidad coinciden, por el muelle de los belgas (Quai des Belges) donde transcurre todos los días el famoso mercado de pescados. Además de los excelentes pescados recién pescados, el puerto se ha transformado en un puerto deportivo y en centro de actividades, exposiciones y paseos de los marselleses. Numerosos edificios, restaurantes, tiendas y bares se rodean el Vieux Port.
En la bocana del puerto se hallaba el puente de Tranbordeur, destruido en 1945 y substituido por un túnel submarino por donde pasa la carretera.
Ayuntamiento
El edificio del ayuntamiento, el actual Hôtel de Ville, fue construido en el siglo XVII, durante el reinado de Luís XIV, en un paso más hacia la centralización real de la ciudad. El edificio separaba a los comerciantes de la ciudad que tenían sus oficinas en la planta baja y a los funcionarios reales situados en la primera planta. Se trata de una obra barroca atribuida a los arquitectos Mathieu Portal y Gaspard Puget.
Ampliado y reformado en el XVIII y reformado en el XX, la alcaldía sólo contiene las oficinas del alcalde, un centro de exposiciones y museos.
La Maison Diamantée.
Este palacio, situado justo detrás del ayuntamiento, fue construido por encargo de grandes comerciantes italianos y españoles, y es uno de los más bellos de toda la zona del Vieux Port y Le Panier. Su estilo es el manierismo provenzal, pero destaca por su fachada decorada con picos en forma de diamantes que recuerdan a la también famosa Casa dos bicos de Lisboa.
Barrio de Le Panier
Tras el ayuntamiento varias calles empinadas ascienden al corazón histórico de la ciudad , el barrio de «Le Panier», cuyo nombre parece provenir del nombre de una posada del siglo XVII «Le Logis du Panier».
El barrio de Le Panier se caracteriza por su marcado sabor popular, al ser un barrio donde aún viven marselleses de toda la vida, pero donde han llegado inmigrantes de todo el mundo y numerosos bobos (burgueses bohemios) de toda Francia, en busca de un barrio popular donde los vecinos aún se conozcan, donde sea posible tomar un pastis en la terraza de la casa de al lado y donde las noches no estén dominadas por los vehículos y el ruido de la urbe.
Le Panier se compone de callejuelas estrechas, de calles con escaleras que suben y bajan entre los edificios pegados y las plazuelas donde se toma una cerveza helada y se come cerca de las comadres que cuchichean y los niños que juegan.
La Place des Moulins, La Plaza de los Molinos.
Se trata de la explanada que se sitúa en la culminación de la colina de la ciudad vieja, en pleno barrio del Panier. En esta plaza, se colocaban los cañones que defendían la ciudad, por ello su propia existencia. El espacio fue utilizado también para construir molinos para moler el grano y otras actividades. A finales del siglo XVII aún se contaba una quincena de molinos. Más tarde serían substituidos por molinos de agua, por lo que en el XIX sólo quedaban tres, cuyos cimientos y basamentos aún pueden verse hoy en día. La plaza rehabilitada en el XIX cuenta bajo su suelo con las cisternas que almacenaban agua de la ciudad. Hoy en día numerosos bares la rodena y por las tardes un agradable ambiente la anima.
Otra plaza interesante en el barrio de Le Panier es la Place de Lenche, donde encontrará numerosos restaurantes con sabor marsellés.
La Vieille Charité
Descendiendo desde la Place des Moulins hacia el mar se encuentra antiguo hospital de pobres que es hoy en día un importante centro de exposiciones y conferencias. Una compleja historia de casi 400 años se ha escrito en sus altos muros. En 1640 la ciudad de Marsella decidía construir un el edificio donde acoger y recoger a los pobres de la ciudad. La falta de fondos , crónica en las arcas reales, y municipales hace que el edificio no se termine hasta 1749. Cuatro grandes alas que cierran un cuadrado aislado del exterior pero abierto sobre un gran patio en tres niveles de arcadas superpuestas lo que dan al edificio un neto aspecto masivo. Los grandes espacios colectivos y para el trabajo en que se ocupaba a los pobres han dado paso a las salas de exposiciones y locales para cursos y otras actividades culturales.
El edificio, es la obra más importante del marsellés Pierre Puget. En el centro una inmensa capilla construida entre 1679 y 1707, de cúpula ovoide gran ejemplo de la influencia del barroco italiano. El edificio se convirtió en hospicio para niños y ancianos desde la Revolución hasta finales del XIX. Cerrado en 1905, tuvo que ser el mismísimo Le Corbusier después de la Segunda Guerra Mundial, el que se lamentase su abandono y olvido. Su demolición evitada milagrosamente se transformo en monumento histórico en 1951. Malraux, el escritor y político, dará un gran impulso a la cultura en la V República, durante el mandato de Charles De Gaulle.
Gracias a ellos hoy La Charité abriga uno de los conjuntos museísticos más importantes de Marsella. Allí se encuentran el Museo de Arqueología del Mediterráneo (Musée d’Archéologie Méditerranéenne), el Museo de Artes Africanas, de Oceanía y América (Musée des Arts Africains, Océaniens, Amérindiens M.A.A.O.A), el CIPM, Centro Internacional de la Poesía Marsellesa (Centre International de la Poésie de Marseille ), la Cinemateca (Cinémathèque) Le Miroir, y otras salas de exposiciones temporales. Como puede imaginarse, la Charité se ha convertido en un lugar muy frecuentado por os amantes del arte en Marsella y los turistas.
Visite la página de museos de Marsella para ampliar la información.
La catedral La Major.
Nada más salir del barrio de Le Panier, nos topamos con el mar y con la catedral de Marsella, la iglesia de la Major se construyó sobre la antigua major románica del XII, destruyéndola en parte.
El apogeo comercial y económico del siglo XIX y la fuerza temporal de la Iglesia durante el II Imperio promovieron la ampliación de la catedral, comenzada en 1852 aunque sólo terminada en 1896, ya con la ley sobre la laicidad y la separación de la Iglesia y Estado a punto de aprobarse. Los planos fueron realizados por Léon Vaudoyer, aunque la obra fue continuada por el mismo arquitecto de la iglesia de Notre-Dame de la Garde y del Palais Longchamp, Henry Espérandieu, y terminada por Henri Revoil.
La iglesia es de estilo románico bizantino, como el Sacre Coeur de París, de gran tamaño, 146 metros de largo, 18 de ancho y 76 de alto. La fachada está decorada con estatus a de los apóstoles y santos cristianos. Situada junto al mar, es el termino de un bonito paseo que viene desde el Port Vieux y que pasa por el Fort Saint-Jean, la Torre del rey René y la Iglesia de Saint-Laurent.
Los fuertes y castillos de la bocana del Port Vieux: Castillo de Saint Jean, faro y Fort Saint-Nicolas.
La bocana del puerto viejo de Marsella está protegida por dos fuertes.
El Fuerte/Castillo de Saint-Jean
Este lugar estratégico siempre había estado ocupado, pero la fortaleza actual fue construida en el siglo progresivamente tras la llegada de los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén, que se trasformaría en la Orden de Malta, establecidos allí desde le siglo XIII. La torre cuadrada fue construida por el rey René (Renato II de Anjou) tras el saqueo aragonés de 1423. La fortaleza estaba separada del continente por un foso inundable. Sirvió de cuartel, prisión durante la Revolución francesa e incluso fue un deposito de municiones en la II Guerra Mundial que explota en 1944 destruyendo parcialmente el puente del Transbordeur que antes salvaba la entrada del puerto y que ya no existe.
Una cadena protegía la entrada del puerto y se extendía desde el fort Saint-Jean hasta otra torre que se situaba en el emplazamiento actual del otro fuerte, el de Saint-Nicolas. Dicha cadena fue llevada como trofeo por los aragoneses en el ya citado saqueo. Hoy se encuentra en la catedral española de Valencia.
Iglesia de Saint-Laurent.
Situada justo detrás del Castillo de Saint Jean, es de pequeño tamaño, sobria y estilizada. La iglesia es de estilo románico provenzal, con tres naves separadas por pilares cuadrados. No se conoce la fecha de construcción pero aparece citada ya desde el siglo XIII. Con la construcción del Castillo de Saint-Jean perdió parte de la fachada. Recientemente restaurada, ha recuperado parte de su esplendor románico.
El fuerte de Saint-Nicolas.
Al otro lado del Port Vieux se encuentra el posterior y más imponente fuerte Saint-Nicolas construido en 1660 por el Caballero de Clerville en tiempos de Luís XIV. Fortaleza moderna, curiosamente no construida por Vauban, lo que éste no cesó de recordar, afirmando que se trataba de la “peor fortaleza del universo”, pero que se inscribe plenamente en la nueva arquitectura defensiva del siglo XVI. El fuerte se compone de dos líneas defensivas y posee el estilo poderoso pero sereno del Chevalier de Clerville.
Tras una de las innumerables treguas entre Francia y España, Luís XIV acaba con la rebelión de la nobleza, que en Marsella era particularmente molesta. La fortaleza de Saint-Nicolas era el símbolo del poder real y de la centralización del Rey Sol y sus cañones apuntaban hacía la propia ciudad.
Cuando durante el II Imperio, Napoleón III en uno de sus arrebatos megalómanos, decide construir una residencia en la embocadura de Marsella, Le Pharo, el fuerte fue cortado en dos para crear una vía de acceso. Hoy una carretera separa la parte principal del fuerte y Le Pharo.
El fuerte de Saint Nicolas es uno de los lugares que proporcionan las mejores vistas de Marsella, desde allí el blanco de la piedra, el amarillo del sol y de la tierra marsellesa dorada por el mismo sol y el azul del mar, calmo, del cielo, aún más calmo todavía… Ahí tienen una Marsella auténtica y generalmente solitaria pues el fuerte no es muy visitado, menos cuando el sol castiga sus piedras en desuso. Gracias a ello, la gente, los marselleses y los turistas son pequeñas figuras lejanas, tan lejanas que apenas se mueven.
El Palacio del Pharo
Se sitúa en el promontorio del Pharo, antes llamado la Tête de More.
Construida por el Emperador Napoleón III, -destruyendo parte del Fort de Saint-Nicolas-, la residencia nunca fue ocupada por el Emperador. Tras su muerte fue cedida a la ciudad y utilizada como Facultad de Medicina. Hoy se utiliza como centro de Congresos
Las grandes avenidas: la Canebière, la Avenue de la republique y la avenue Longchamp.
Son las grandes arterias que articulan la ciudad. La Avenue de la Canebière nace en el Port Vieux y asciende hacia el este transformándose en Boulevard de la Liberation junto a la gran Plaza Cours Joseph Thierry donde nace la Avenida Longchamp que termina en el Palacio Museo. La Rue de la Republique nace también en el Port Vieux pero corta perpendicularmente la Canebière dirigiéndose hacia el Norte.
Avenida de la Canebière.
El nombre de esta avenida (llamada anteriormente Cannebis), la más conocida de Marsella proviene del provenzal canece, en francés chanvre, o lo que es lo mismo en español: cáñamo. De esta planta se obtienen productos alucinógenos pero con ella también se han fabricado desde siempre cuerdas, sogas y tejidos. Dada la importancia de los astilleros y del comercio marítimo marsellés, en la zona se situaban depósitos de cáñamo y fabricas de cuerdas. El cáñamo ha sido usado desde siempre en el Mediterráneo hasta que la ilegalización de su subproducto alucinante y la llegada de los derivados del petróleo y el acero a bajo coste acabasen con su industria. Incluso Maqroll el Gaviero, impertérrito personaje del escritor colombiano Álvaro Mutis, recorrió todos los bares y las pensiones de la Canebière, cuando Marsella era la Marsella dura y complicada.
Otra versión del nombre, sin duda derivada de los numerosos marineros que ahogaban sus penas en alcohol durante los permisos, es la que proviene del inglés can (lata) o-beer que se parece mucho al francés can-a-bière. Zona de comercio, de bares y de mala vida, conjugaba en si misma la esencia de Marsella, marítima y comercial, brusca y seca, salvaje y civilizada. Zona de bares malfamados y de emporios comerciales, destaca hoy por sus edificios reformados y grandes palacetes.
Uno de los más importantes es el Palacio de la Bolsa. Le Palais de la Bourse es un bello edificio decimonónico donde se encuentra la Cámara de Comercio de Marsella y varios museos.
Hoy Maqroll no reconocería la Avenida, repleta de tiendas, restaurantes y museos. Ha cambiado, sin duda para mejor, pero ha perdido el tufillo de realidad que molesta, pero que no miente, el mismo que Jacques Brel destila en cada nota y en cada palabra de su canción Le Port d’Amsterdam.
La rue de la République.
Durante el II Imperio, como en París Marsella desarrolló su reforma urbanística. Así en 1860 se decide abrir una gran avenida que uniese el centro histórico y el nuevo puerto comercial de la Joliette construido en 1844.
Las obras duraron 4 años y necesitaron el concurso de miles de obreros. Miles de personas fueron desplazadas. Los inmuebles se construyeron en estilos eclécticos todos relacionados con el neo, el neo clasicismo o el neo Renacentismo.
A pesar de la modernidad y comodidades de los edificios, agua corriente, gas, etc…, su comercialización fue un fracaso.
Recientemente reformada y modernizada, una nueva línea de tranvía une los barrios del sur de la ciudad con el polo de Euroméditerranée que debería cambiar la cara de Marsella.
Boulevard Longchamp
El Palacio Longchamp se sitúa en el Boulevard del mismo nombre que asciende desde la Cours Joseph Thierry. Esta avenida se caracteriza por su homogeneidad arquitectónica ya que fue construido en la misma época, a partir de 1830, y sobre todo con un mismo estilo. El tipo de fachada, llamado de las tres ventanas «du 3 fenêtres» será repetido hasta la saciedad por toda Marsella. Las fachadas tienen unos 7 metros de anchas y 14 de profundidad, y la decoración dependía de la riqueza de quien encargaba el proyecto. Además la mayoría de los inmuebles posee un jardín orientado al sur en el lado que esto es posible.
El Palacio Longchamp es un bello edificio, del que hablamos en la sección de Museos, ya que allí se encuentra el Museo de Bellas Artes de Marsella. Visite, pues, la sección de museos marselleses.
Barrio de St Charles
Allí se sitúa la estación de trenes de Marsella de nombre homónimo. La estación es una verdadera obra de arte en hierro y acero del siglo XIX, aunque algunas partes como la gran escalinata que da acceso a la entrada y desde la que se tiene una primera imagen de Marsella, fue construida en 1911. La escalinata está decorada con esculturas coloniales de África y Asia y muestra la vocación comercial y marítima de la ciudad, verdadera puerta al sur y el oriente de Francia. Un regusto modernista se nota en toda la decoración de la estación, mostrando las influencia de su época de construcción.
Otro edificio que se sitúa en el mismo barrio es el Arco del Triunfo de la puerta de Aix, realizado por Penchaud entre 1823 y 1839. La decoración del arco cambio tras la caída del absolutista Carlos X, el paso del liberal Louis-Philippe de Orleans y la llegada de la III República. Su situación un poco excéntrica no le hace destacar a pesar de sus medidas, 17 metros de altura y anchura y su arcada de 10 por 6.
La Basílica de Notre Dame de la Garde
Al sur del Vieux Port, dominándolo y ofreciendo una vista panorámica de la ciudad se encuentra la basílica de Notre-Dame de la Garde. Construida en lo alto de una colina que domina Marsella, esta basílica es un ejemplo de las iglesias combativa levantadas en la segunda mitad del XIX antes y tras la revolución infructuosa de la Comuna. La Iglesia católica temerosa de perder su hegemonía económica, social y cultural erige numerosos monumento en honor a la virgen y al sagrado corazón con la intención de cortar por lo sano el creciente e influyente socialismo.
De poco le serviría, al menos en Francia, ya que en 1905 la el laicismo se establecía en Francia retirando a las religiones de la esfera pública. Pero, todo esto no impide que la visita de este bello y espigado edifico sea indispensable para contemplar la ciudad de Marsella desde las alturas. El panorama es magnifico ya que podemos observar a la ciudad en mitad del desierto azul y amarillo que la rodea y vislumbrar su importancia como refugio y cuna de civilización
Su altura no es muy grande (154 m) pero es suficiente para levantarse sobre toda la ciudad y proporcionar perspectiva.
Utilizada desde siempre como punto de vigilancia, la colina contó, incluso hasta 1978 con un puesto de control militar.
Un fuerte del siglo XVI sirve de cimientos para la Basílica construida a partir de 1853. Finalizada en 1863 en el mismo estilo románico bizantino de la Major y del Sacre Coeur de París, Notre-Dame de la Garde destaca por sus ornamentos de oro, sus mosaicos y piedras policromadas que recuerda, como las antes citadas, a Santa Sofía de Estambul.
El ascenso es agradable, pero puede ser duro en una soleada jornada marsellesa. Cuidado.
La abadía de Saint-Victor.
La Abadía de St Víctor es un bello edificio que nos encontramos en los alrededores del Vieux Port, de camino hacia el Fuerte de St-Nicolas y Notre-Dame de la Garde.
Un culto sobre las reliquias supuestas del santo católico se organiza ya desde el siglo IV. El lugar ya era de gran interés anteriormente ya que las criptas actuales se encuentran en una antigua cantera griega del siglo II a. C y también existen restos de una necrópolis helenística.
La abadía es reconstruida en 1040 en estilo románico. Durante el desplazamiento de la curia romana a Aviñón, la abadía conocerá su apogeo. Uno de sus abades Guillaume de Grimoard, se convertirá en Papa con el nombre de Urbano. A el se debe el aspecto militar de la abadía, fortificada e incluida en el sistema de murallas de la ciudad
Desacralizada durante la Revolución francesa, será deposito, prisión y cuartel, contrastando con la importancia de la que gozó hasta el XVIII
Restaurada, hoy es una verdadera joya del arte románico.
La Corniche.
El sur de la ciudad de Marsella es aún una zona bastante popular, donde se mezclan el encanto del midi, el sabor marino y los chalets de lujo, los hoteles de muchas estrellas. Es el final de Marsella que se alarga después en barrio nuevos residenciales y un poco artificiales hasta que el Macizo de las Calanques se alza como una barrera. Si la superamos encontramos los fiordos salvajes de las Calanques, sus aguas turquesas y el Mediterráneo.
Pero antes, nos dedicaremos al encantador barrio de la Corniche. Este barrio situado en el entrante de tierra que se lanza al mar entre el palacio de Congresos de Le Pharo y Notre-Dame de la Garde. La zona ya era desde mediados del XIX un lugar de esparcimiento paseo gracias al crecimiento de la ciudad y la creación de una línea de tranvía. El gran éxito de la zona y su alojamiento del centro hizo que la burguesía construyese suntuosas villas y palacetes que hoy pueden contemplarse. Ricos armadores y comerciantes encargaron casas espectaculares que destacasen entre la ya de por si espectacular arquitectura. Todo ello permitió la construcción de “folies” locuras arquitectónicas que preludia el modernismo. Destacan entre ellas el Palacio Berger y la Villa Valmer.
La Villa Valmer.
Conocida también como « Vague à la Mer », fue construida en 1865 por un arquitecto marsellés Condamin, en la cima de una colina y un gran parque con reminiscencias tropicales. El palacete de estilo neorenacentista. Hoy en día la villa pertecnece a la ciudad de Marsella.
El Palacio Berger
Edificada para el Baron Houitte de la Chesnaye en 1860 también es estilo. Hoy es un centro de talasoterapia.
El paseo actual, La Corniche – J. F. Kennedy, que bordea el mar se alarga durante cinco kilómetros. Desde aquí, se pueden contemplar perfectamente las islas Frioul y la fortaleza de If. Junto al lujo extremo de las villas encontramos el pequeño puerto de pesca de Vallon des Auffes, donde la abigarrada arquitectura se apelotona ocupando el exiguo espacio. Un aroma a Pastis y pescado frito flota en el ambiente.
El norte de Marsella, el nuevo barrio de negocios y el puerto de Joliette:
Nuevo urbanismo y arquitectura contemporánea.
El proyecto «Euroméditerranée» es el mayor proyecto de reestructuración urbana tras la construcción de el barrio de negocios de París en La Defense en Nanterre. El plan marsellés trata de reorganizar todo el norte de la ciudad desde el barrio de la Gare St-Charles has el puerto de Joliette. La idea era crear un barrio de negocios en una zona relativamente abandonada de la ciudad. Para ello se piensa construir una serie de rascacielos y edificios faro que atraigan a las empresas. También se piensa construir nuevos barrios de habitación para atraer también a al población y a los servicios. El proyecto debería alargarse durante unos 20 años, aunque para 2013, fecha de la capitalidad europea de la cultura, buena parte de ellos ya deberían ser visibles.
Los muelles de Jolieete han sido renovados, y nuevas terminales de ferries y cruceros turísticos ya funcionan. No olvidemos que Marsella es el principal puerto de pasajeros de Francia, Por el transitan muchos franceses de origen magrebí, emigrantes y turistas. Junto a los muelles ya pueden verse algunos rascacielos y edificios de viviendas, así como los archivos Gaston Defferre.
El barrio proporciona una oportunidad para arquitectos y urbanistas que deseen innovar y crear formas y conceptos diferentes. Muchos nuevos edificios poseen un aspecto contemporáneo que constrasta con el clasicismo del centro de Marsella. El tiempodirá si ese constraste es compatible o no.
Sin embargo, más importante que el aspecto es la concepción urbanística global. Está por ver si la elección tanto de las autoridades públicas, como de los inversores y compradores va por el camino del ahorro energético y de agua, graves problemas para el futuro, o se queda en una simple declaración de intenciones y en un boom inmoviliario. La oportunidad es optima para cambiar la imagen de toda una parte de la ciudad.