Imagínense un palmeral que se pierde en la lejanía, imagínense una playa de arena tan fina que el viento, la brisa del mar, cuando decide levantarse, la agita provocando remolinos pequeños; imagínense montañas afiladas, antiguos conos volcánicos que se elevan entre las nubes; imagínese un calor tan agradable que necesite una ligera lluvia tropical para refrescar instantáneamente sus cuerpos desnudos, imaginen.
Sueñen con olvidar a la familia, con alejarse del trabajo, con evitar las rutinas del día a día; conciban una jornada entera sin recoger a los niños del colegio, del curso de inglés y el karate; un día sin las reuniones con los suegros ni los jefes, sin la visita del oportuno cuñado, sin el partido del domingo, sin el despertador a las 07:01.
Piensen que son libres, que no dependen de su salario, que no están obligados a cumplir con los preceptos sociales, ni con las normas que de ellos se coligen, imaginen que son libres, sueñen con algo distinto, piensen en que es posible…
Muchos europeos soñaron con la tierra prometida, no la religiosa, la real, la de las arenas límpidas, las de las gentes oscuras, morenas por el sol siempre presente. Muchos europeos huyeron de la pobreza y de la Iglesia, huyeron con su nueva fe o sin ninguna, huyeron y buscaron tierras libres donde soñar. Al final repitieron el modelo de sus ancestros, pues humanos eran, pero algunos, durante algún tiempo vivieron en la naturaleza soñada por Rousseau.
Entre los paraísos imaginados, el Caribe cuenta con algunos. Varios son departamentos, -provincias francesas-, varios son Europa, Europa incrustada en las Antillas, y ahora, todos, celebran el Carnaval. ¡Qué más queremos, que más soñamos, pensamos, que más podemos imaginar que estar en Europa en pleno Carnaval ecuatorial! He aquí el Carnaval cálido y tropical de la isla de Martinica!!!
Francia, la Unión Europea, se extiende casi todos los continentes, por África con La Reunión, de la que ya hemos hablado en otro artículo; por Oceanía con las oníricas Islas de Polinesia, Tahití, Wallis, Nueva Caledonia; por la Antártida y por América.
En América se encuentran tres departamentos franceses: Martinica, Guadalupe y Guayana. Junto a ellos otros territorios como Saint Pierre y Miquelón, la isla de Saint Barthélemy, la mitad de la isla de St Martin y el atolón Clipperton.
El Carnaval destaca en Guadalupe, Guayana y sobre todo en Martinica, con él soñaremos.
¿El sueño del Carnaval?
Para soñar se recomienda una temperatura ideal. Una temperatura cálida sin ser agobiante, una temperatura que caliente el cuerpo y active la mente. Queremos soñar, pero no querríamos caer en un sopor inútil, queremos soñar y actual, movernos, bailar, disfrutar… Queremos subir a esas altas colinas verdes y selváticas, queremos recorrer las playas de arena negra y bañarnos en las de aguas turquesas, queremos cantar y bailar, queremos alejarnos de la rutina, queremos estar con nuestra pareja y que todo lo demás de igual. Que nada más que la brisa se interponga entre nosotros, que seamos los viajeros que descubren un paraíso inexplorado…
A lo lejos se oye música, a lo lejos desfilan las comparsas. Nos internamos en entre el mangle y la vegetación que crece en los lindes de la playa. El ritmo repetitivo y machacón se hace más fuerte. Varias iguanas se cruzan en nuestro camino, justo antes de franquear la última cortina de verdor. Una carretera, casa bajas de colores vivos, un gran desfile de comparsas inunda la avenida. La gente disfrazada se apelotona en las aceras y la música omnipresente oculta el cielo nuboso que gira sobre nosotros. En un panel se lee Fort-de-France.
Nos encontramos a las puertas de la capital de la isla, en cuyos barrios tienen lugar uno de los Carnavales más coloridos del Caribe. Como en Guadalupe y el resto de islas del las Pequeñas Antillas, la influencia de gentes de todo el mundo se nota, de los europeos africanos, amerindios y asiáticos. El Carnaval en Martinica conoció su apogeo en el siglo XIX cuando la antigua capital Saint-Pierre era conocida como el pequeño París. En 1902 la erupción de la Montaña Pelada arrasará la ciudad y a buena parte de sus 30.000 habitantes.
Hoy no tiembla el suelo, hoy las gentes desfilan con la alegría pegada en los labios, ellos también tienen sus problemas, pero los apartan, al menos durante la catarsis carnavalesca. Nosotros salimos de la selva y aún con el salitre y la arena pegada a nuestros cuerpos, nos fundimos en la masa colorida.
El griterío es ensordecedor y a el se unen los claxons y bocinas de les vieilles voitures, coches destartalados decorados y pintados para desfilar con las bandas y los bailarines en el Carnaval. Junto a ellas, dentro, encima, los personajes típicos del Carnaval de Martinica, los malpropes por ejemplo, figuras que se encarnan en los ciudadanos de a pié y que utilizan sus cuerpos para lanzar sus diatribas, insultos y obscenidades. La catarsis es absoluta, la critica al señor Presidente de la República, al alcalde, al futbolista, a la actriz, a coste de la vida, todo surge como el chorro de voz que los bafles amplifican. Los personas bailan y danzan y los ritmos distintos de cada comparsa se funden un mundo sensorial que nos supera.
Alguien nos enseña los nombres de las figuras recurrentes y desconocidas (neg gwo siwo, mariane lapofig, Caroline zié loli, Medsen lopital), al tiempo que nos señalan, a nosotros que llegamos de la playa en bañador y bikini: cocofiolo, cocofiolo nos repiten. Por la noche deberemos disfrazarnos si no queremos ser el hazmerreír de Martinica.
Noche de Mardi Grass en el Caribe.
La noche cae pronto en los trópicos. El calor sigue. Disfrazados de ángel y demonio nos fundimos otra vez en la muchedumbre. Nadie se fija en nosotros, nuestros trajes no destacan entre la efusividad de los martiniqueses.
Un esqueleto nos cuenta que el Carnaval se prepara desde principios de enero. Todos los fines de semana las bandas desfilan ensayando pequeños Carnavales durante todo el mes. No es lo mismo que los jour gras, nos recuerda el esqueleto. Se preparan también las canciones satíricas, los chistes subidos de tono, las referencias políticas, sociales o los guiños que sólo el barrio rival comprenderá. Como en las chirigotas de Cádiz, la mejor canción será aquella que se apoye en la realidad, deformándola y riéndose de ella. A la par, pequeños concursos van escogiendo a las reinas de barrio que competirán por ser la Reina del Carnaval.
Otra banda pasa con tambores sincopados que hacen que el esqueleto desaparezca de repente. Un travesti de más de dos metros perfectamente maquillado nos sonríe y con una reverencia nos presenta a la banda des fous (los locos). Sin dejar de bailar dice que las orquestas son relativamente recientes, que sólo desfilan desde 1975, quien lo diría. Nos cuenta antes de despedirse que no dejemos de visitar los pequeños Carnavales fuera de Fort-de-France, son más pequeños pero más auténticos…
Le haremos caso, sin duda, a no ser que mañana cuando nos despertemos, lo único que veamos sea el despertados clavado en las 07:01. Sea como fuere, hoy no dejaremos de bailar, además este barullo, el regusto del ron, el sabor del salitre, mi disfraz… todo no puede ser un sueño…
Por Vastar Yoles.
Las grandes fechas del Carnaval en Martinica
Samedi gras (sábado de Carnaval)
Es el día de elección de las reinas del Carnaval
Dimanche gras (domingo de Carnaval)
Es el día en que se presenta a Vaval, bwabwa géant, una caricatura de un personaje conocido, un acontecimiento o un símbolo que será el hazmerreír de toda la población. El es el señor Carnaval.
Lundi gras (Lunes de Carnaval)
Desde el amanecer grupos de vecinos recorren los barrios despertando a la gente para que comience el Carnaval con desfiles en pijama. Por la tarde se celebran los desfiles más grandes y espectaculares.
Son típicos los Mariages burlesques, irónicas bodas entre hombres disfrazados de mujer y mujeres disfrazadas de hombres.
Mardi gras (Martes de Carnaval)
El día grande del Carnaval, el más popular también. La gente se disfraza de negro y rojo. Los diablos rojos toman las calles con sus imponentes cornamentas. Les Papa diab son demonios que asustan a los niños.
Mercredi des cendres (Miércoles de cenizas)
El miércoles de cenizas la gente se disfraza de negro y blanco en señal de duelo ya que Carnaval, Vaval, ha muerto. Diablesas vestidas de negro y blanco y lloronas, las pleureuses (hombres disfrazados de esposas y amantes de Vaval) lloran y entierra a vaval. Vaval finalmente es incinerado junto al mar en la capital, Fort-de-France.
Marlena
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La verdad es que no pensaba ir al Caribe al entrar en una página de Francia, pero, quién sabe. He aprendido mucho gracias a este blog. Gracias y un saludo.