Carcasona es una ciudad que, ya desde que la vemos a lo lejos, se nos presenta como antigua, llena de pasado y de historia. No obstante, la cultura que rezuma de sus piedras y de sus actividades también es moderna. La calma que comparte con la mayoría de las ciudades francesas se disipa en cuanto llega la primavera, y se convierte en agitación y en movimiento cuando el verano comienza a tostar las uvas de las que saldrá vino. Como desde antes de los romanos.
Su patrimonio monumental está dominado por la ciudad medieval, muy conocida al formar parte del Patrimonio Universal de la UNESCO. La atalaya y fortaleza se alza al otro lado del río Aude, reconstruida sí, pero aún enigmática, recordándonos los tiempos convulsos de la edad Media y las guerras de religión. El lector dirá que todo tiempo pasado fue convulso, y añadirá que el futuro no se presenta menos convulso. Y tendrá razón, pues el pasado fue complicado en el sur de Francia, con guerras de religión, con templarios, órdenes mendicantes, cátaros, heréticos, puristas, intolerancia y en el fondo la lucha económica y por el poder político. No hace falta irse tan lejos para ver la destrucción y las luchas fraticidas, en Francia durante la II Guerra Mundial, en España con su preludio, la Guerra Civil española. Tal vez, hoy la calma haya llegado a Europa, esperemos que se quede y que esa calma alcance a los otros continentes.
Todo esto y más puede venírsenos a la cabeza cuando visitamos las torres, las murallas, los pasadizos y vemos la verde campiña, las viñas lejanas a través de las saeteras estrechas. La ciudadela medieval domina y condiciona nuestra visión de Carcasona. Pero no es lo único que hay para ver y visitar en la ciudad.
Además de las murallas, además del Vieux Pont que une la fortaleza con la otra parte de la ciudad. Precisamente esa otra zona, el casco antiguo de Carcasona es de gran interés. A esta parte de la ciudad a la que se llega por el Vieux Pont desde la fortaleza se la conoce por la Bastide de St Louis. Varios monumentos requieren nuestro interés, rastros de un pasado ya por suerte olvidado donde la religión ocupaba lugares de la vida pública que no merecía. La Revolución francesa y el laicismo han cambiado las cosas, afortunadamente. Hoy la visita, es la visita cultural, y por ello se disfruta.
En esta misma zona se encuentra el Museo de Bellas Artes de Carcasona, museo municipal que junto a su entorno también merece que nos detengamos, descansando bajo los plátanos de la avenida o visitando las frescas salas repletas de cuadros y obras de arte.
Pero la cultura en Carcasona no es sólo estática. Varios festivales y celebraciones azuzan la primavera y el verano del Midi. La música está presente desde abril hasta agosto. Primero el Festival de Jazz, después el gran Festival La Cité con todo tipo de músicas y estrellas de talla mundial. Además se celebra la Semana Española, con espectáculos y actividades que recuerdan al país vecino y a los centenares de miles de españoles que, forzados por el hambre, la guerra y la dictadura, cruzaron los Pirineos para buscar una vida mejor. Muchos de ellos y sus descendientes son hoy parte de Francia, de esa Francia múltiple de la que se puede aprender mucho. La última semana de agosto, no lo olvide, gastronomía, flamenco y otras músicas españolas, espectáculos, etc..
Otro acontecimiento cultural muy destacable son los Fuegos Artificiales que reúnen a más de 700.000 personas el 14 de julio, día de la toma de la Bastilla para celebrar la fiesta de Francia. Estos fuegos de artificio se celebran en el incomparable marco de la ciudad medieval, cuya orografía destaca aún más, si cabe, el espectáculo pirotécnico.
Resumiendo, una ciudad interesantes, actividades variadas, buen clima, y todo a dos pasos de Barcelona, de las pistas de esquí de los Pirineos y de las playas de Languedoc.
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