Visitar la Ciudadela Medieval de Carcasona, un viaje en el tiempo junto al Mediterráneo.

Carcassonne y su ciudadela restaurada por Viollet-le-Duc. ©Iñigo Pedrueza.
Carcassonne y su ciudadela restaurada por Viollet-le-Duc. ©Iñigo Pedrueza.

A dos pasos de España, a tres horas de Barcelona, de Zaragoza, y a cuatro de Bilbao, la ciudad de Carcasona aparece para aquellos viajeros que quieran descubrirla. En el corredor que une el Mediterráneo y el Atlántico, un poco antes de Toulouse, un poco después de Beziers, de Perpiñán y Montpellier, se encuentra la ciudad de Carcasona (Carcassonne en francés). Una ciudad cargada de historia y cuyo estandarte es la ciudadela medieval que se alza amurallada en la colina que domina la llanura. Esta fortaleza medieval forma parte del Patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 1997.

Al pie del río Aude, que da nombre al departamento, la ciudad es atravesada también por el Canal du Midi, autentica autopista fluvial que une el río Garona, y por tanto Burdeos, con el Mediterráneo y el Ródano. Un lugar estratégico, que ya fue poblado desde hace milenios, un lugar que resume como todos los que han sido ocupados por los seres humanos, la historia, el progreso y la decadencia de las civilizaciones y de sus ideales. Para ir más allá del espectáculo de Disney o de regionalismos posmodernos una mentalidad abierta siempre es necesaria. Igualmente abiertos, nos acercaremos al otro con la posibilidad de comprenderlo, lo que no inhibirá la critica, sí es necesaria.

Así se nos abre la puerta de Rodez o la puerta Narbonesa, entradas magnificas para este viaje al pasado. Si accedemos por la segunda, la de Narbona, podremos apreciar con claridad las dos líneas de muralla que defienden el espigón rocoso sobre el que se erige la ciudadela. En el espacio intermedio, llamado Les Lices, se celebraban, al menos eso se cuenta, torneos y luchas entre caballeros para entrenarse y mantener fiero su espíritu guerrero, para conquistar damas o defender paladinazgos. Es fácil imaginárselo ya que el cine y la literatura nos han llenado la cabeza con historias que, a veces, poco tienen que ver con la Historia.

Ya dentro de la ciudad podemos con un simple folleto, -unas pocas pistas para encauzar nuestra imaginación-, ir mucho más atrás en el tiempo. Carcasona ya fue una avanzadilla romana durante las guerras galas, cuando Julio Cesar conquistó a sangre y fuego, como toda conquista requiere, las fértiles llanuras del sur de lo que hoy es Francia, y de paso el resto. Se contruyó un Opidum, la fortaleza romana sobre la colina, aunque la primera que se erigió, con certeza no fue romana. Pero la acumulación de humanos tiene esa particularidad, los años, los siglos se comprimen como estratos y se reducen, destacándose generalmente los más brutales, los que más profunda huella dejaron.

La gran historia será medieval y ésa es la que hace que hoy se visite esta bella ciudadela.  La UNESCO reconoció el valor de la Cité por dos motivos principales. El primero acabamos de citarlo, su importancia histórica y la cantidad de guerra y destrucción que aquí tuvo lugar. El segundo es el espíritu ilustrado y romántico que desde el siglo XIX se desarrolló entre las elites francesas y que condujo a la restauración, mejor o peor, de grandes monumentos de la edad antigua, del medievo y de la edad moderna. Esa restauración devolvió, reconstruyó una imagen, el valor artístico y la claridad con la que se puede apreciar dio mucho valor a Carcasona y, probablemente, la situó por encima de otras ciudades y lugares, seguramente más importantes, pero peor conservados.

Vista peculiar del Castillo Condal de la Cité de Carcasona
Vista peculiar del Castillo Condal de la Cité de Carcasona

Carcasona se encuentra junto a los Pirineos, desde siempre zona fronteriza, lo que favoreció su auge y posterior decadencia. La obligación de restaurar la fortaleza en el siglo XIX se debió al descuido al que fue sometida tras acabarse su importancia estratégica.

La cuestión de las fronteras exige sumo cuidado. Los límites humanos han ido cambiando a lo largo de la historia de la misma forma que han cambiado los poderes políticos y las formas de entender lo que es una frontera. Desde el siglo XIX, en parte a la gran tradición romántica francesa, se habla mucho de pueblos y naciones, por contraposición a los Estados. Todo ello no debería ser más que palabrería, pero la palabrería, sin saber porqué, convence y aglutina como el fútbol. El caso es que viendo la historia de Carcasona, o la de cualquier punto del globo deberíamos observar el pasado con más cuidado y distancia.

El gran historiador Eric Hobsbawm es uno de los que ha proclamado la necesidad de no transferir nuestras estructuras mentales, políticas y sociales al pasado. Para él no existen las clases sociales antes del XVIII, no existen las naciones ya que mal que bien existen, unos protoestados. Si aparentemente, todo esto no tiene ninguna relación con la ciudadela de Carcasona, en realidad es capital para una buena comprensión de sus piedras y de las gentes que la construyeron, poblaron, la atacaron y la destruyeron.

Carcasona construida sobre las ruinas de la antigua fortaleza de los Trenzavel, Vizcondes dueños de la zona, vasallos del Duque de Toulouse y, además, cátaros heréticos a los ojos de Roma. Carcasona fue cercada por una Cruzada de cristianos contra cristianos, atacada, sitiada, demolida por abrigar ideas distintas, ideas de austeridad y pobreza, ideas revolucionarias en una época de acumulación clerical, pero que nada tienen que ver con las revoluciones liberales o proletarias del XIX y XX. Ciudadela destruida en el siglo XIII, reconstruida, más grande y fuerte, para defender el sur del nuevo Reino de Francia unificado por un señor contra los señores feudales.

Como se ve la complejidad es tremenda y fácil es reducirlo a un conflicto entre buenos y malos, fácil es hablar de franceses, o de españoles, pues la ciudad perteneció a los visigodos. Pero también fue árabe y quien sabe cuantas cosas más. Cuando avancemos por las callejuelas estrechas y reconstruidas por la imaginación de Violet–le-Duc no pensaremos en los parisinos de hoy en día, pensaremos, deberíamos pensar en un pasado, lejano, tan lejano como los 800 años que nos separan del asedio sangriento y victorioso del señor de Montfort.

Aquel tiempo fue un tiempo muy diferente del actual donde las libertades de las que gozamos, pero no apreciamos, eran algo tan inimaginable, tanto, que se tardaron varios siglos en llegar a pensarlas. Una época oscura donde la religión ahogaba a una Europa ahogada en la decadencia, donde la Iglesia católica se afianzaba como único poder superviviente de la debacle del Imperio romano. Toda la edad Media es una época de reconfiguración, económica y política. De las taifas señoriales se irá pasando a los condados, a los ducados, a los esbozos de reinos. Habrá que esperar a la edad Moderna para observar los protoestados de los que habla Hobsbawm. Y en todo este tiempo los territorios cambiaban de soberano pero las gentes continuaban sus vidas de trabajo, de alegría o de sufrimiento, según las épocas y las circunstancias.

Mucho más tranquilos, sentados en una terraza, bebiendo una cerveza o comiéndonos un rico helado de lavanda, en el cálido verano del Midi, hoy podemos imaginarnos todo eso. Podemos pasear por la calles estrechas, subirmos a las torres defensivas y visitar el Museo del castillo condal. Incluso, podemos ponemos en el lugar de un Conde, subir a la torre del homenaje y disfrutar sin miedo en mitad de ese mar amarillo de cereal tostado, con las gordas uvas rebosantes de mosto destacando rojizas un poco por todas partes.

Por Alexander Paraskinnen.

Pequeñas pistas:

No olvide los horarios, muy poco españoles

De octubre a marzo abierto de 9h30 de la mañana hasta las 17h de la tarde.
Entre abril y septiembre de 10 de la mañana a 18h30 de la tarde.

Precios

Entrada normal 8,5€
Reducida 5€
Grupos (más de 20 personas) 6,5€

Gratis para los menores de 18 años; para los jóvenes europeos de entre 18 y 25, para los minusválidos y los parados.
Audioguía en español añada 4,5€.

Para obtener más información visite la página de la ciudad de Carcasona

One thought on “Visitar la Ciudadela Medieval de Carcasona, un viaje en el tiempo junto al Mediterráneo.

  1. Carcasona es una ciudad muy bonita, gracias por recomendarla, si no es por esta página no la hubiera visitado.
    Saludos

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