Los Impresionistas del Museo de Orsay de París viajan a Madrid

La archiconocida «Impresión atardecer», de Monet (1872).

La exposición “Impresionismo. Un nuevo renacimiento” recientemente inaugurada trae a Madrid algunas de las principales obras de los impresionistas desde el Museo de Orsay de París. La Fundación MAPFRE abre sus puertas desde el 15 de enero al 22 de abril a los 90 cuadros que jamás han sido expuestos en España, país donde pocas obras de pintores impresionistas se encuentran entre las colecciones públicas y privadas a excepción del Museo Thyssen-Bornemisza.

A pesar de que algunos grandes pintores del Prado, como Velázquez, han influido enormemente en pintores impresionistas como Edouard Manet en su estancia en Madrid en 1865, la pintura española de finales del siglo XIX se ha mantenido al margen del Impresionismo, mirando básicamente hacia Italia. Mientras que en París se producía la ruptura entre el academicismo del Salón y la modernidad de la Escuela de Batignolles.

Esta exposición realiza un recorrido de la historia de este movimiento que supuso un nuevo renacimiento en el arte, un intento de cambiar la manera de hacer. Es una revolución frente a la visión tradicional, aunque existe una cohabitación con las otras corrientes pictóricas del momento, como el realismo, el simbolismo o el academicismo que han compartido el mismo entusiasmo por la modernidad. Por tanto, esta profusión de estilos se ve reflejada en esta exposición.

Los predecesores del Impresionismo

Entre 1820 y 1850 surgieron diferentes movimientos artísticos surgieron en Francia: el romanticismo (Géricault y Delacroix), el realismo (Courbet y Mollet) y el naturalismo (Rousseau, Corot, Daubigny…).

El paisaje iba a convertirse en un género a parte dentro de la pintura francesa gracias a la influencia de los paisajistas británicos: Constable, Turner y Bonington. Y Corot será el principal representante.

Courbet, Corot y Delacroix, representantes de la vanguardia, serán modelos en los que se inspirarán los impresionistas en sus comienzos.

El movimiento impresionista

La pintura impresionista constituye una de las más fascinantes de la historia del arte moderno y una de las más apreciadas por el público. Nació como movimiento pictórico en Francia entre 1860 y 1890 e inventa un nuevo mundo de representación artística que marcará el punto de partida del arte contemporáneo.

En la época en la que nació este movimiento, las obras que se mostraron eran de una modernidad tan escandalosa, que debieron pasar treinta años para que los contemporáneos comenzasen a aceptarlas. Y esa aceptación fue tardía porque se cuestionaban siglos de pintura académica con un código propio. Los pintores impresionistas se liberaban del pasado eligiendo libremente temas de la naturaleza y de la vida cotidiana y adentrándose en un mundo de representación totalmente nuevo.

Por otro lado, inventaron una nueva técnica pictórica que respondía al deseo de privilegiar la “impresión” instantánea. Pretenden representar la realidad que les rodea de forma espontánea, por lo que la ejecución es rápida, próxima al boceto: mediante pinceladas cortas y yuxtapuestas consiguieron ofrecer la ilusión de realidad. El observador las mezclaba en su retina desde una distancia óptima. Se trata de una pintura de un instante, de una impresión fugaz.

El impresionismo es una búsqueda sin fin de la luz; los pintores centraron sus intereses en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos. Y menos en una representación exacta de las formas. Para los pintores académicos, las formas se definían a través de una gradación de tonos, y utilizaban el negro y el marrón para las sombras, mientras que para los impresionistas la luz difuminaba los contornos y reflejaba los colores de los objetos que estaban alrededor en las zonas de penumbra. Es decir, sugerían las formas y la luminosidad, para lo que empleaban los colores primarios (amarillo, magenta) y los complementarios (naranja, violeta, verde). Lograban así más brillantez que cuando se mezclan los colores antes de pintar.

Las principales figuras del movimiento fueron: Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pissarro, y Auguste Renoir.
Monet fue ortodoxo en la aplicación de la teoría impresionista; pintó diferentes construcciones, como la Catedral de Rouen, la estación de Saint-Lazare o los Alamos en diferentes horas del día y estaciones del año.
Pizarro también se concentró en los efectos de la luz sobre las formas.

La influencia del impresionismo fue muy fuerte. Destacan los postimpresionistas Paul Cézanne, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin, Mary Cassatt y Vincent van Gogh. La obra de Cézanne anticipó el cubismo, mientras que la de Gauguin y Van Gogh representaron el comienzo del expresionismo.

Exposición “Impresionismo. Un nuevo renacimiento”

La exposición se presenta de una manera pedagógica y abarca la década de los años 70 del siglo XIX, un período en el que había una cohabitación entre los artistas académicos, los realistas y los impresionistas. Algunos de ellos se encontraban en la frontera, como Edouard Manet (con sus obras “El pífano” o “Madame Manet al piano”), a la cabeza de la lucha que oponía a los antiguos y a los modernos, y que se convertirá en un guía y un ejemplo de una nueva manera de pintar para los  impresionistas. Este artista constituye el hilo conductor de una exposición en la que se encuentran tanto autores como Puvis de Chavannes con su obra “Jóvenes al borde del mar” y Gustave Moreau, como Sisley, Rendir con “El columpio”, Monet con la “Gare Saint-Lazare”, Pisarro, Degas o Cézanne.

La fundación MAPFRE, socio habitual del Museo de Orsay, se lanza de lleno en una de las exposiciones más caras de su historia. Se trata de una de las dos exposiciones itinerantes organizadas por el Museo de Orsay en razón de las obras de renovación del museo programadas para el presente año, que pretenden ser financiadas con el dinero obtenido con las exposiciones. El Museo de Orsay pretende abrirse más al mundo hispánico y defiende la idea de que el porvenir de los museos es hacer circular las obras.
Esta exposición tiene su primera parada en Madrid, y después se exhibirán en los Estados Unidos, concretamente en el Museo de Bellas Artes de San Francisco y en el Frist Center for Visual Arts de Nashville.
La otra exposición, dedicada al Postimpresionismo, está teniendo lugar en Canberra (Australia), y sus próximas paradas serán Japón y los Estados Unidos.

La exposición “Impresionismo. Un nuevo renacimiento” podrá ser visitada en la sede de la fundación MAPFRE, en el Paseo de Recoletos, número 23 hasta el 22 de abril. Es gratuita y los horarios de visita son: lunes (14-20h), de martes a sábado (10-20h) y domingos y festivos de (11-19h).