
Francia, como Bélgica, Suiza o Italia es un país chocolatero. El chocolate es apreciado y se mezcla con diversos productos para añadir valor al cacao primordial. Llegado desde América vía España. El chocolate entra por el sur, por el Pays Basque, gracias a un matrimonio entre ambas monarquías celebrado en Bayona. De ahí que el chocolate de la ciudad sea uno de los más reputados de Francia.
Desde Bayona y desde París las confiterías y las pastelerías (pâtisserie) se van extendiendo con el gusto por lo dulce que invade Europa. Hoy en día cualquier ciudad o pueblo cuenta con alguna de estas tiendas. Y sí no existiesen, es la panadería local, esta inevitable, la que surte a los franceses con croissants, pasteles, bizcochos, chocolates y demás gourmandises. Los golosos se lo van a pasar muy bien en Francia.
Es habitual que las confiterías y pastelerías sirvan café, te o infusiones, acompañando a sus golosinas y dulces variados, por lo que se funden con los cafés y restaurantes otorgando a las calles de las ciudades francesas un animado ambiente durante ciertos momentos de la jornada.
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