Gastronomía en Metz

Las empanadillas lorenesas son una de las especialidades más deliciosas de Metz y de toda la región de la Lorena, y muy conocidas por toda Francia.

Durante el Siglo de las Luces nació una de las especialidades más sabrosas de Lorena: la quiche lorraine, que está hecha con tres ingredientes fundamentales de la cocina lorelesa: la panceta, los huevos y la nata, todo sobre un fondo de masa de hojandre. Es uno de los platos más internacionales de la cocina francesa.

Pero la región tiene otras especialidades igual de deliciosas. Como el guiso lorelés, un plato sencillo con el que podemos saborear los productos autóctonos como las zanahorias o puerros, mezclados con especialidades charcuteras ahumadas: panceta y salchichas.
También están las empanadillas lorelesas, elaboradas en relleno de cerdo adobado en una envoltura de hojaldre crujiente. Es una especialidad que puede encontrarse en las panaderías y confiterías.

La sopa de panceta es un plato típico de invierno, indispensable para entrar en calor. Acompañado de picatostes resulta deliciosa.
Los caracoles en caldereta constituye una receta con una base de vino blanco y una salsa de puerros y champiñones. Para todos aquéllos a los que les gusten los caracoles, ésta es otra forma de hacerlos diferente a las que ya conocemos.

El ahumado lorelés es una especialidad de la charcutería tan típica de esta región que, no lo olvidemos, está a un paso de Alemania, y en determinados periodos de la historia, perteneció a ella. En cuanto a este ahumado, su origen se remonta al siglo XVII.

Entre las recetas tradicionales se encuentra también: el cochinillo en gelatina o la ensalada de diente de león con tocino.

Postres

Uno de los emblemas gastronómicos de la región de la Lorena es la ciruela Mirabelle. Con denominación de origen controlada, este producto grana terreno desde hace años por la sutilidad de su sabor. Todos los postres elaborados con las ciruelas mirabel (tartas o helados) son una auténtica delicia.

Por otra parte, los merengues de Boulay se elaboran siguiendo una receta tradicional de 1854.
París-Metz: está compuesto por un merengue tricolor, una mousseline al caramelos y frambuesas. Sorprende por esta mezcla de sabores.

Un postre para los más golosos es el “boulet” de Metz, que se trata de un dulce compuesto por una galleta de chocolate negro, con leche o blanco, pasta de almendras y avellanas tostadas. Y puede servirse con su “brulot”: café muy caliente, dulce, con aguardiente de ciruela de mirabel, flambeado.

En cuanto a las bebidas, se puede destacar el aguardiente de mirabeles, pero sobre todo los vinos de la Mosela, las cervezas de la región y, por supuesto, las aguas minerales procedentes de los Vosgos: como las conocidas Contrex o Vittel.