Himno de Francia

La Marsellesa.

¿De dónde vienen los himnos?

El himno de Francia, la Marsellesa es uno de los más conocidos y populares del planeta. Los himnos suelen aderezar con notas musicales los más bajos instintos de los seres humanos, reforzando la unión de personas muy diferentes en torno a una idea nacional, social, religiosa o deportiva. De una masa diversa y heterogénea el himno crea, o aspira a crear, un grupo homogéneo y solidario que se mueva como un solo hombre. Los destinos de ese movimiento han sido, son diversos y generalmente poco humanistas.

Los himnos guerreros siempre han acompañado a los seres humaos en la guerra, la batalla y la revolución, probablemente, desde el origen de la humanidad. La música y, mucho más, los himnos han sido asociados a los poderes fácticos: al ejercito y lo militar; a lo divino y religioso; y al poder político. Algo tan antiguo como la historia. Los antropólogos y los sociólogos han demostrado el papel de la música en las sociedades ágrafas pero también entre los grupos actuales que aparentemente no poseen un “alta cultura”. Ya sea la opera, el rap o el sonido de didgeridoo poseen un componente identitario y grupal.

Todos los ejércitos han poseído músicos que permitían el control y la organización de las columnas y regimientos, al tiempo que podían enfervorizarlos y animarlos fuera y dentro de la batalla. Las marchas militares van configurándose en la época moderna y darán paso a una mayor socialización de los sentimientos de pertenencia, aunque muy reducida a los hombre en armas. Y todo esto en pleno desmoronamiento del Antiguo Régimen, cuando el parlamentarismo comienza a hacer acto de presencia. La progresiva democratización de los sistemas políticos amplia la base efectiva de los ciudadanos y en un siglo de clases sociales netamente marcadas como es el XIX los himnos aparecen. En Estados Unidos, en las jóvenes repúblicas latinoamericanas, en Gran Bretaña, en Francia, Bélgica, el himno empieza a encarnar el nacionalismo. El resto de la historia ya la conocen.

Hoy en día todo tiene su himno, Europa, los países, las regiones, las ciudades, los equipos de fútbol, de baloncesto, las empresas, etc… Curiosamente quien ha perdido los himnos son los partidos políticos, algo que muestra tal vez, la perdida de idearios en las instituciones que deberían crearlos y ponerlos en práctica.

¿Y la Marsellesa?

La Marsellesa no puede escapar a esta historia común, no obstante, posee ciertos matices que la hacen más interesante que el himno argentino o español.

El primer aspecto es la precocidad de su nacimiento, pues fue escrita en plena Revolución Francesa. El segundo es precisamente ese ámbito revolucionario. Su letra es una letra de combate en plena guerra presentada como una guerra entre los oprimidos y los opresores. La Francia a la que apela, y está es la gran diferencia con otros himnos, es la Francia de los oprimidos. Francia y la Humanidad, – su continuación lógica -, son sólo y únicamente los oprimidos. La nacionalidad que surge se basa en la pertenencia a la Revolución y no en el lugar de nacimiento. Así la revolución no consideraba franceses a los nobles huidos y sí a aquellos extranjeros que había llegado a Francia para combatir el Antiguo Régimen.

Rouget de Liste canta por primera vez su "canto". Esta versión es claramente romantizante e idealizadora.
Rouget de Liste canta por primera vez su himno. En esta pintura observamos la visión claramente romantizante e idealizadora de la Revolución

El espíritu internacionalista de la canción viene ya en su nacimiento, ya que Rouget de Liste, el oficial que escribió la letra lo hizo en Estrasburgo, en pleno corazón de esa Europa mestiza y poliglota, en 1792. La letra llevaba por título “Chant de guerre pour l’armée du Rhin”. Sin embargo, serán los representantes de Marsella que participaron en la insurrección del 10 de agosto quienes popularizarán la canción, dándole el nombre que la hará famosa. El éxito fue tal que el 14 de julio de 1795 la Marsellesa es declarada “canto nacional”. El moderno concepto de himno, como el de nación, estaban naciendo y ya la fuerza aglutinadora de la Marsellesa era evidente.

Napoleón muy pronto va a cambiar esa orientación oprimiendo a bávaros, prusianos, piamonteses, holandeses que esperaban con los brazos abiertos la llegada de la Revolución. Kant cuyos hábitos rutinarios eran inamovibles, no fue de paseo el día que la noticia de la caída de la monarquía llegó a la lejana Königsberg. Pero Napoleón deshizo con su Imperio las esperanzas de Europa y otros himnos surgirán como reflejos nacionales de la revolucionaria Marsellesa.

Napoleón, en sus fallidos retornos utilizará la Marsellesa a pesar de que no le gustaba, mostrando bien como los símbolos nacionales se convierten en elementos galvanizadotes de la población. La Restauración llevará incluso a la cárcel al autor Rouget de Lisle en 1826. Y Carlos X desterrará la Marsellesa con sus leyes tras haber visto las barricadas arder en la Revolución de 1830. En ese momento comienza una época donde la Marsella deberá imponerse en Francia, donde es considerada como un himno eminentemente revolucionario. En el exterior, en cambio su popularidad será total, entre los grupos y partidos revolucionarios, y la Revolución de 1848 hace tronar la Marsellesa en toda Europa.

Napoleón III no consigue que su nuevo himno imperial la substituya, recurriendo al final de su reinado a la Marsellesa, previa modificación de letra, en la guerra franco prusiana. Estamos en 1870 y la necesidad de convencer y encauzar a las masas es evidente, ya sea con la posibilidad del voto o con la integración en la nación. Todo suena muy actual.

La Marsellesa de los obreros

Para el movimiento revolucionario europeo de la primera mitad del siglo XIX, la Marsellesa era el canto de combate. Burgueses, obreros, lumpen urbano y campesinos caminan juntos en Varsovia, en Bruselas, en Hamburgo o en Milán y todos cantan la Marsellesa. Hasta 1848 la unidad revolucionaria se hace bajo la canción de Rouget de Liste. Los communards de la desgraciada Comuna de 1871 morirán cantando la misma canción que los soldados que les fusilaban.

Más tarde los socialistas, los marxistas, los primeros comunistas de la Europa de final del XIX cantarán la Marsellesa que seguirá siendo un himno de revolución, si bien, la Internacional irá substituyéndola. Esto se hará a medida que La marsellesa se nacionalice. El hecho de ser nombrada himno nacional por la III República en 1878 dará mayor ímpetu a su carácter “francés”. Franceses de todas las clases e ideologías la cantarán desde el colegio, lo que le restará parte de su valor social y revolucionario. Al mismo tiempo el que la Republica francesa se yerga sobre bases revolucionarias y sociales obligará al Estado a cumplir algunas de esas premisas, al menos en la metrópoli. Como en el caso de Napoleón, las mejoras que la República podía aplicar en Francia no se cumplirán en las colonias, donde los valores esenciales del republicanismo francés eran substituidos por conductas muchas veces inhumanas.

Ese doble cariz, esas raíces revolucionarias de los símbolos franceses y la complicidad de una buena parte de las élites, educadas en esos precepto, permitirán la existencia de lideres como Jules Ferry, Jean Jaures o Clemenceau que lucharán, cierto es que a su manera, por la mejora de la educación, las reformas sociales, el laicismo y el bienestar.

En la Primera Guerra Mundial, la Marsellesa se teñirá de la sangre de los casi dos millones de franceses que murieron en su nombre, la mayoría en absurdas ofensivas o como consecuencia del hambre y de las enfermedades. Y sin embargo, el apogeo del nacionalismo estaba aún por llegar.

En el extranjero su éxito es grande entre los reformistas y revolucionarios. El gobierno provisional salido de la Revolución Rusa de febrero de 1917, utilizará una versión de la Marsellesa como himno hasta la revolución de octubre. En España el partido socialista y los republicanos la utilizarán junto al himno de Riego y en la Guerra Civil los anarquistas y los republicanos tendrán sus propias versiones.

En los años 30 y 40 el fascismo y el nazismo provocan la II Guerra Mundial y Francia es derrotada casi sin luchar. La drole de guerre da paso al régimen de Vichy y al colaboracionismo. La Marsellesa es prohibida, transformándose de nuevo gracias a la clandestinidad en un símbolo contra la opresión. Como en Casablanca, donde el apátrida húngaro Viktor Laszlo dirige la ofensiva musical contra el invasor nazi. La resistencia de De Gaule y de los comunistas la cantará unida otra vez.

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La Marsellesa en la actualidad.

El siglo XXI ha comenzado y los problemas que acucian a nuestras sociedades, aunque son parecidos a los del XX han cambiado de cara. Y la Marsellesa, tal vez por primera vez en su larga historia, ha sido silbada y despreciada. Para algunos franceses, la Marsellesa es el símbolo de su marginación, de su olvido, de la imposibilidad de llegar al éxito.

La pobreza, la falta de integración en la sociedad vienen dadas por variables económicas. Pero es difícil de ver eso en la curva de una estadística. Y más difícil aún justificarlo de forma racional. Es complicado reflexionar y meditar sobre cuestiones que precisan el análisis de muchas variables. Es mucho más fácil reducir los problemas a colores de piel, orígenes antiguos o creencias religiosas, sobre todo cuando las dificultades económicas y la marginación social coincide con un cierto origen antiguo, una cierta creencia religiosa o un tono de piel. En ese caso la justificación aparece como evidente, aun siendo un patraña.

Los conflictos étnicos no existen, son sólo la línea de fractura más frágil dentro de un grupo humano que tiene otras fracturas mucho más profundas pero que no sirven de línea para definir el eterno nosotros y el eterno ellos. No se puede silbar a los fondos de pensiones, ni a los grandes edificios que encierran a los grandes bancos. No es posible, al menos hoy parece que no lo es, enfrentarse a los grandes empleadores que llevan sus fabricas de un país al otro. No parece posible enfrentarse a quienes deciden, porque simplemente no sé sabe quien decide, etc… En cambio se pueden achacar los males presentes y los pasados a los últimos en llegar, etc… Poco importa si llevan aquí el mismo tiempo que nosotros, poco importa si son culpables o victimas. Es fácil, es sencillo, es cómodo cantar un himno en un estadio, o silbarlo, no necesita demasiada reflexión.

Por todo esto, es necesario que la ignorancia y la demagogia no se conviertan en una realidad que impida una discusión sería y, sin duda, necesaria sobre los himnos, evidentemente, y sobre los otros problemas más profundos, mas graves y de más complicada solución. El autor de estas líneas detesta los himnos, los propios y los ajenos. Y pierde los estribos a la vista de la masas enfervorizadas que dimiten de su humanidad para convertirse en becerros alineados para los peores fines. Al tiempo, romántico por un momento, no puede evitar que se le ericen los cabellos siempre que ve al apátrida Viktor Laszlo, dirigir una orquesta marroquí en contra de la opresión. Quizá porque Humphrey Bogart le birló el corazón de su amada.

Alexander Paraskinnen

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Hemos escogido dos ejemplos representativos de la Marsellesa. El primero, que se puede ver un poco más arriba, de la pelicula de Michael Curtiz, Casablanca. Una victoriosa Marsellesa derrota simbólicamente a los nazis. Es el espíritu original de la canción, la lucha de los oprimidos contra los opresores, muy lejos del himno imperial que ha sido a veces.

La segunda es una versión que causó escándalo en los años 80. Una versión del malogrado, y famosísimo en tierras galas, Serge Gainsbough. Su versión reggae, irónica y bufona, le valió numerosas críticas. La ultraderecha llegó incluso a anular un concierto en Estrasburgo. Según sus declaraciones, lo único que pretendía era, también, devolver al himno su espíritu original. Años después, Serge Gainsbourg compró, en una subasta, el manuscrito original.

Versiones

Rouget de Liste no escribió una versión única y su popularización significo distorsiones y variantes. La III República había declarado himno nacional la Marsellesa en 1878, pero sin decidir que versión utilizar. En 1887 una comisión se reunió y escogido una versión que es la actual. No obstante, no es habitual que sea cantada completa.

Letras en francés

Allons enfants de la Patrie,
Le jour de gloire est arrivé !
Contre nous de la tyrannie,
L’étendard sanglant est levé, (bis)
Entendez-vous dans les campagnes
Mugir ces féroces soldats ?
Ils viennent jusque dans vos bras
Egorger vos fils, vos compagnes !

Refrain :

Aux armes, citoyens,
Formez vos bataillons,
Marchons, marchons !
Qu’un sang impur
Abreuve nos sillons !

Que veut cette horde d’esclaves,
De traîtres, de rois conjurés ?
Pour qui ces ignobles entraves,
Ces fers dès longtemps préparés ? (bis)
Français, pour nous, ah ! quel outrage
Quels transports il doit exciter !
C’est nous qu’on ose méditer
De rendre à l’antique esclavage !

Quoi ! des cohortes étrangères
Feraient la loi dans nos foyers !
Quoi ! ces phalanges mercenaires
Terrasseraient nos fiers guerriers ! (bis)
Grand Dieu ! par des mains enchaînées
Nos fronts sous le joug se ploieraient
De vils despotes deviendraient
Les maîtres de nos destinées !

Tremblez, tyrans et vous perfides
L’opprobre de tous les partis,
Tremblez ! vos projets parricides
Vont enfin recevoir leurs prix ! (bis)
Tout est soldat pour vous combattre,
S’ils tombent, nos jeunes héros,
La terre en produit de nouveaux,
Contre vous tout prets à se battre !

Français, en guerriers magnanimes,
Portez ou retenez vos coups !
Epargnez ces tristes victimes,
A regret s’armant contre nous. (bis)
Mais ces despotes sanguinaires,
Mais ces complices de Bouillé,
Tous ces tigres qui, sans pitié,
Déchirent le sein de leur mère !

Amour sacré de la Patrie,
Conduis, soutiens nos bras vengeurs
Liberté, Liberté chérie,
Combats avec tes défenseurs ! (bis)
Sous nos drapeaux que la victoire
Accoure à tes mâles accents,
Que tes ennemis expirants
Voient ton triomphe et notre gloire !

Nous entrerons dans la carrière
Quand nos aînés n’y seront plus,
Nous y trouverons leur poussière
Et la trace de leurs vertus (bis)
Bien moins jaloux de leur survivre
Que de partager leur cercueil,
Nous aurons le sublime orgueil
De les venger ou de les suivre

Letra en español

Marchemos, hijos de la patria,
ha llegado el día de la gloria
el sangriento estandarte de la tiranía
está ya levantado contra nosotros  (bis)
¿ No oís bramar por los campos
a esos feroces soldados?
vienen a degollar
a nuestros hijos y a nuestras esposas

¡ A las armas, ciudadanos!
¡ Formad vuestros batallones!
Marchemos, marchemos,
Que la sangre impura
Empape nuestros surcos.

¿ Qué pretende esa horda de esclavos,
De traidores, de reyes conjurados?
¿ Para quién son esas innobles trabas
y esas cadenas
Tiempo ha preparadas? (bis)
¡ Para nosotros, franceses ! Oh, qué ultraje ! (bis)
¡ Qué arrebato nos debe excitar!
Es a nosotros a quienes pretenden sumir
De nuevo en la antigua esclavitud

¡ Y qué ! Sufriremos que esas tropas extranjeras
Dicten la ley en nuestros hogares,
Y que esas falanges mercenarias
Venzan a nuestros valientes guerreros? (bis)
¡ Gran Dios ! Encadenadas nuestras manos,
Tendríamos que doblegar las frentes bajo el yugo!
Los dueños de nuestro destino
No serían más que unos viles déspotas.

¡ Temblad ! tiranos, y también vosotros, pérfidos,
Oprobio de todos los partidos!
¡ Temblad ! Vuestros parricidas proyectos
Van al fin a recibir su castigo. (bis)
Todos son soldados para combatiros.
Si perecen nuestros héroes.
Francia produce otros nuevos
Dispuestos a aniquilaros.

¡ Franceses, como magnánimos guerreros
Sufrid o rechazad los golpes !
Perdonad estas pobres víctimas
Que contra su voluntad se arman contra nosotros.
Pero esos déspotas sanguinarios,
Pero esos cómplices de Bouillé,
Todos esos tigres que, sin piedad,
Desgarran el corazón de su madre …

Nosotros entramos en el camino
Cuando ya no existan nuestros mayores ;
Allí encontraremos sus cenizas
Y la huella de sus virtudes. (bis)
No estaremos tan celosos de seguirles
Como de participar de su tumba ;
¡ Tendremos el sublime orgullo
De vengarles o de seguirles !

¡ Amor sagrado de la patria,
Conduce y sostén nuestros brazos
vengadores !
¡ Libertad, libertad querida,
Pelea con tus defensores (bis)
¡ Que la victoria acuda bajo tus banderas
Al oír tus varoniles acentos !
¡ Que tus enemigos moribundos
Vean tu triunfo y nuestra gloria !