“L’homme n’est esclave ni de sa race, ni de sa langue, ni de sa religion, ni du cours des fleuves, ni de la direction des chaînes de montagnes. Une grande agrégation d’hommes, saine d’esprit et chaude de coeur, crée une conscience morale qui s’appelle une nation.”
Ernest Renan
Mayotte, c’est la France, Mayotte es Francia, desde 1843. Con diferentes statu quo y relaciones entre la metrópoli y esta isla del archipiélago de las Comores, Mayotte ha pertenecido primero por compra, más tarde por colonización y después por elección a Francia. Tras 36 años como Collectivité d’outre-mer (Territorio de ultramar con estatus diferente al de los departamentos) se transformará en Departamento de Ultramar el 31 de marzo de 2011. Se convertirá en el departamento número 101.
El modelo republicano francés crece en un tiempo donde la convivencia de culturas y religiones parece cada vez más complicada. Ante la falsa apariencia de los conflictos etno-culturales y con el fracaso del multiculturalismo anglosajón, una minúscula isla el océano Indico, decide, recurrentemente, no pertenecer a la república de las Comores desde 1975. Decide, en repetidas ocasiones, pertenecer, de forma total y asumiendo lo que ello conlleva, a Francia. Ernest Renan, que definió en el siglo XIX el nacionalismo republicano francés, -basándolo en la consulta cotidiana, en el referéndum de todos los días-, estaría contento viendo como los súbditos más fervientes de la Marianne, los defensores más fieles de ese modelo, son 200.000 africanos, musulmanes en su mayoría. La República laica encuentra sus defensores en los cinco continentes.
Para Mayotte (ver mapa), indudablemente, hay beneficios económicos y sociales. Ya hoy su PIB es 9 veces superior al exiguo PIB de Comores. La transformación en departamento aumentará las ayudas sociales y facilitará la emigración hacia la Francia europea, al tiempo que debería aumentar la inversión en infraestructura y el desarrollo de los servicios estatales y del turismo.
A medio camino entre Madagascar y Mozambique. A 8.000 kilómetros de Francia, en el canal de Mozambique. Una isla donde la poligamia era común hasta hace poco, donde la mayor parte de la población es musulmana y donde los cadis, -representantes religiosos-, se complementan aún hoy con el poder judicial, regulando los conflictos mediante el derecho consuetudinario. Aquí en el extremo de África ondea la tricoleur y se canta la Marsellesa.
Colonialismo, dependencia, decisión democrática.
Los teóricos del colonialismo, los adalides del conflicto de culturas y aquellos favorables a la autonomía de las regiones ultraperiféricas que aún comparten el presente con los Estados europeos, no dejan de sorprenderse ante las repetidas mayorías antiautonomistas de Mayotte. Los problemas sociales, derivados de la insuficiencia de la acción estatal en Guadalupe, Martinica o la Isla de la Reunión han afectado a los departamentos de ultramar de Francia. Estos paraisos no son idílicos, el paro crece, las opotunidades laborales escasean y no cesa el bombardeo consumista. Se han planteado cambios en el estatus, pero siempre dentro de la República Francesa. En Francia sólo en Nueva Caledonia los sentimientos independentistas existen de manera patente, y sólo allí se vislumbra realmente la posibilidad de salir de Francia.
En Mayotte observamos el proceso contrario, se desea una vinculación mayor si cabe. El contexto de Mayotte es diferente, como destacan los lideres locales. De hecho, se quiere huir de los errores del Caribe, buscando un acomodo positivo en la República francesa. La República de Comores, la Unión Africana y la ONU se han pronunciado en contra de la pertenencia de Mayotte a Francia. Una situación curiosa, ya que el dictador libio M. El Gadafi, a la sazón presidente de turno de la Unión Africana criticaba duramente la decisión democrática de Mayotte, apelando a la opresión y el colonialismo.
Los gobiernos franceses han debido cumplir sus propias prerrogativas, otorgando el estatus de departamento de pleno derecho, aun cuando para el gobierno de París sería más cómodo y barato renunciar a una isla que no aporta nada ni económica ni estratégicamente. La Reunión, los TAAF son suficientes para estos cometidos. Así, sin excluir la desastrosa y discutible política francesa en otras partes de África, nos encontramos pues ante un fenómeno muy interesante.
Interés o elección.
Mayotte ha escogido desde 1975 pertenecer a Francia, sin que por ello los beneficios hayan sido capitales. Hoy en día cuando la emigración es el principal problema de la isla, ser Francia permite protegerse de la llegada de los comorianos y malgaches que buscan una vida un poco mejor en la isla europea. En la compleja África, la pertenencia a un Estado europeo garantiza unos niveles de renta y seguridad mucho mayores, aun cuando éstos sean menores que en la metrópoli. Pero la economía no explica todo. La élite mahorais es francamente republicana, republicana en el sentido de Renan, de Robespierre y Jules Ferry, más que muchos de los franceses de Europa.
Una curiosa mezcla se observa en la población, una mezcla de vinculación a la tradición, al papel de la familia, de la religión musulmana y de los ritos animistas, una mezcla de atracción por el carácter africano e insular, y al tiempo, por ciertos de los mejores valores del republicanismo francés. La esperanza de la mejoría económica se une a un modo de vida pasible y poco estresado.
El desempleo es un problema, pero al mismo tiempo es una forma de vivir. De esta forma se observa que si bien un 50% de la población activa no trabaja en teoría, ello no desencadena una revuelta. En realidad se trabaja, se vive, pero de otra forma, de forma diferente a la parisina. Uno de los problemas de Martinica y Guadalupe es la falta de oportunidades, la falta de trabajos y sobre todo de capacidad de gasto, de consumo. Los jóvenes del Caribe han entrado en la dinámica consumista de mundo desarrollado, pero muchos no tienen la posibilidad de comprar, al menos como compran los ricos o como se compra en los anuncios publicitarios. Sin consumo, con escasa formación, sin oportunidades, pero también, sin mentalidad de trabajo, estudio y cambio, el resultado es descorazonador, cuando no violento. Si lo pensamos bien, no se diferencia mucho de los problemas que observamos en la Francia continental, ni en la juventud española o de las grandes ciudades latinoamericanas. No se estudia ni se trabaja, aun cuando se puede, pero se desea consumir sin límites. La cuadratura del circulo genera insatisfacción y de la insatisfacción puede surgir la violencia, etc… Si a este contexto se añade la xenofobia, que también existe en la República francesa, como en cualquier otro país, el conflicto sólo es cuestión de tiempo.
Con todo, se observa que en Mayotte la situación no es exáctamente igual. Destaca la cuestión de la elección moral y la complejidad a una decisión que va más allá del mero interés práctico.
Los problemas y desafíos
La inmigración económica es sin duda el más importante. Mayotte no es un destino turístico, – por lo que es precisamente un lugar interesante para viajar -, no posee industrias, ni suele ser un trampolín para llegar a Europa. Sin embargo, los refugiados comorienses y malgaches encuentran servicios sociales y públicos que no existen o funcionan mucho peor en sus países de origen. Miles de personas han llegado en los últimos años a Mayotte, lo que aumenta la presión, precisamente sobre esos servicios públicos, hasta ahora no desarrollados totalmente. El hecho de que ambas poblaciones hablen la misma lengua y existan lazos familiares, a veces favorece la emigración, aunque no tanto como se podría pensar.
Existen denuncias por parte de algunas organizaciones no gubernamentales, con respecto a la violencia utilizada, y a las condiciones de acogida y expulsión, lo que añade el problema humanitario y legal. Es un hecho que la policía francesa ha aumentado mucho las expulsiones en los últimos años. Al mismo tiempo el problema sólo podría resolverse con mayor cooperación entre ambos países, cooperación policial y económica. Esto parece complicado cuando las reivindicaciones del gobierno de las Comores provocan conflictos diplomáticos constantes.
La transformación en departamento deberá aumentar los medios para el control de la inmigración ilegal. Además la implantación total del Código Civil francés obligará a la inscripción de apellidos en los documentos de identidad, algo que diferenciará más a los mahorais, que hasta la fecha no poseían realmente apellidos personalizados.
Otro de los desafíos es introducir las políticas de natalidad que reduzcan el alto crecimiento de la población (23.000 habitantes en 1958, casi 200.000 en 2010). Ello debe hacerse si se quiere preservar el delicado ecosistema y la economía local. Mayotte es una isla de difícil acceso, -los barcos de gran tonelaje no pueden acostar en los puertos por problemas de calado- y la importación de productos lastra la economía local, pero las pautas culturales que favorecen una familia amplia y extensa están enraizadas. Cambiarlas radicalmente sin que el beneficio exista realmente, sin que sea comprendido y compartido por los actores de los cambios, podría desembocar en un rechazo y un apego a practicas nefastas para la isla y las mujeres. Parece ser, que son los hombres, como en la mayoría de casos similares, los que se niegan a controlar la natalidad.
La tradición ha sido muy importante en Mayotte al no ser substituida por el Estado. Junto a ella la religión, musulmana en este caso, ha dominado los hábitos y costumbres. Especialmente importante es la figura de los cadis, mediadores en los conflictos locales, una especie de jueces de aldea, cuya influencia está desapareciendo al ser substituida por los juzgados. La religión es muy importante en la vida de Mayotte, sin que por ello nos encontremos con los extremos teocráticos que se observan en muchas partes del mundo. El Islam de Mayotte es abierto y respetuoso con la República, a pesar de que su importancia se reducirá con la departamentalización.
Finalmente el problema principal será asociar al ser el departamento número 101, una mejoría económica y de calidad de vida. La escuela, La Poste (Correos), la Gendarmerie y el ejercito ya están presentes en Mayotte. Otras instituciones y empresas privadas deberán llegar y tratar con la corrección y el respeto necesario a sus compatriotas. Los lideres locales quieren huir de la dependencia y de la creación de una subsidiarización crónica que incite a la emigración e inhiba la iniciativa individual. El desafío es grande y de su feliz resolución depende que el modelo francés salga airoso o, en cambio, levante de nuevo los peores fantasmas franceses.
Terminaremos como hemos empezado, con otra frase del señor Renan, que allá por el XIX, cuando tan en boga estaban los nefastos discursos raciales ya pensaba con más nitidez que sus coetáneos:
«No hay raza pura y basar la política en el análisis etnográfico es centrarse en una quimera. Los países más nobles son aquellos en los que la sangre es más desigual»
Por Harro d’Aguafría
Artiston
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Muy interesante información. Saludos colombianos
Cielo
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Francia es un gran país.
Gracias por la información
bernardo
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interesante y informativo.me gusto mucho. saludos de alemania