«Il y a un pacte vingt fois séculaire entre la grandeur de la France et la liberté du monde.»
Charles De Gaulle, Memorias.
Francia a la que los franceses se refieren comúnmente como l’Hexagone (el Hexágono) por su forma geográfica, tiene una extensión de 675.417 Km² lo cual la convierte en el tercer país más grande de Europa tras Rusia y Ucrania. Limita al suroeste con España y Andorra; al oeste con el Océano Atlántico; al norte con el Canal de la Mancha; al noreste con Bélgica y Luxemburgo; al este con Alemania y Suiza; al sureste con Italia; y al sur con el principado de Mónaco y el Mare Nostrum, el Mar Mediterráneo.
Francia es una gran llanura, drenada por grandes ríos y separada del resto de países por un relieve rico y grandioso. Los Pirineos y los Alpes destacan sobremanera, pero el Macizo Central también es digno de visita, de hecho, tal vez nos sorprenda más gratamente.
El norte plano y lluvioso, donde la bruma abunda, el centro frío y seco, el Atlántico húmedo que recuerda al norte español, el sur Mediterráneo y ventoso y después Córcega, la Île de Beauté, la isla de la belleza, todo es una propuesta de viaje un señuelo para lanzarse a la visita.
Francia es un país con un rico pasado, como el de todos, con gran importancia en el escena mundial, con una gran representación en el mundo de la cultura, la política y la filosofía. Francia es particular un modelo de Estado y un crisol de gentes que se han mezclado mal que bien, como en todas partes, y que caminan juntas hacia un futuro donde, esperemos, las fronteras no señalen más que folklóricas muestras de la diversidad humana. La misma diversidad que hace de cada individuo un universo.
Francia, tierra sobre la que se ha escrito la historia.
En las secciones de este apartado podrán informarse y conocer las diversas etapas e la historia en lo que hoy es Francia. Desde la prehistoria hasta el siglo XXI, los territorios han cambiado de nombre, de dueño. Los países han surgido y desaparecido, pero los hombres y las mujeres han dejado su huella. Hoy sus ancestros, cualquiera que sean sus orígenes, sólo pueden reclamarse herederos de ese pasado, de esos pasados, de todos ellos, los franceses y los demás. Si está máxima sirve para la historia del pasado, para el presente de cualquier lugar, en el caso de Francia la herencia común se agiganta gracias a hechos que han provocado avances para todo el género humano. Es cierto que el absolutismo, la servidumbre y la esclavitud estuvieron ancladas en las historia de este hexágono, -como en el caso del Reino Unido, los Estados Unidos o Rusia-, pero no lo es menos que su Revolución fue más que mundial que francesa, mostrando una luz de libertad, igualdad y fraternidad, lejana pero tangible – como fue el caso de las revoluciones británica, norteamericana y rusa-.
El interés por la historia en el hexágono es muy grande, lo cual contrasta con el valor que se le da a la hora de configurar la idea de país y nación. A diferencia de otros lugares donde el peso de la lengua, del pasado, de la sangre, es mucho más claro y agobiante, en Francia la historia sirve más como marco y lugar común que como mito fundador. Es cierto, las interpretaciones son variadas y el hecho capital se desplaza a la Revolución Francesa, pero como bien dijo Renan, Francia es un plebiscito de todos los días. La Francia de la República, de la Revolución, del mestizaje y del crisol, que funde elementos diversos para crear ciudadanos por encima de orígenes, de religiones, lenguas y de pequeñas identidades, es la Francia mayoritaria. Esa es la idea de país que tienen la mayoría de las élites y la mayoría de los franceses. Es una lastima que no la tengan la mayoría de las personas del mundo.
La Francia de Ultramar.
Además de la Francia metropolitana, el territorio francés se extiende por los cinco continentes. En América las pequeñas islas de Saint Pierre et Miquelon se encuentran junto a Terranova. En el Caribe nos encontramos con los departamentos de Guadalupe, Martinica y los territorios especiales de Saint Barth (antigua colonia sueca) y la mitad de la Isla de Saint Martin (compartida con los Países Bajos), todos ellos destinos turísticos de primer orden.
En América del sur el departamento de Guyane, la Guayana Francesa es conocido sobre todo por albergar la base de lanzamiento de cohetes europeos en Kourou, La Agencia Espacial Europea posee de está manera un centro de lanzamiento ideal, situado muy cerca del ecuador.
En la costa pacífica de América a la altura de México se encuentra el pequeño atolón coralino de Clipperton, también territorio francés.
En el Pacifico una miríada de islas constituye la Polinesia francesa, con Tahití, paraíso ideal e idealizado. El archipiélago de Wallis y Futuna forma otro departamento de ultramar. Y para terminar la gran isla de Nueva Caledonia y las islas de Loyauté forman Nueva Caledonia territorio especial.
En el Indico, Francia posee dos departamentos, La Reunión, situado al sureste de Madagascar y también gran destino turístico; y la isla de Mayotte en el archipiélago de las Comores.
Además una serie de islas casi antárticas componen junto a la Tierra Adelia los TAAF, Territorios Australes y Antárticos Franceses. Las islas Kerguelen, Nueva Amsterdam, Crozet son un paraíso para les investigadores, hay pingüinos y coles de gran tamaño y producen las más bellas emisiones filatélicas de Francia. Destaca su geografía abrupta y cruda, y su desolación.
En resumen, una geografía rica y diversa que invita a conocer toda Francia, la europea y también los territorios de ultramar, desconocidos en Europa, pero que pueden suponer un segundo viaje a la otra Francia.
Por Iñigo Pedrueza.