Los jardines y el parque constituyen una obra colosal. Desde la ventana central de la Galería de los espejos el visitante tiene una gran perspectiva que conduce la mirada del Gran Canal hacia el horizonte. Se trata de una perspectiva espectacular y original, anterior a Luis XIV, que conseguida por el jardinero André Le Nôtre que consiguió prolongarla ampliando la avenida real y excavando el Gran Canal. Esta vasta perspectiva va de la fachada del Palacio de Versalles hasta la reja del parque.
Los jardines fueron creados y acondicionados en 1661 también por André Le Nôtre, por encargo de Luis XIV. Las obras tuvieron lugar al mismo tiempo que las del palacio y duraron unos cuarenta años. Con Le Nôtre colaboran Jean-Baptiste Colbert, encargado de los edificios del rey, que pasa a dirigir la obra; Charles Le Brun, primer pintor del rey, diseña numerosas estatuas y fuentes; y Jules Hardouin-Mansart se encarga de los decorados y construye la Orangerie. Y todo supervisado por el mismísimo rey que quiere saber cómo se construye el palacio símbolo del absolutismo.
Para la creación de los jardines, es necesario un trabajo inmenso. Donde antes no había más que bosques, praderas y terrenos pantanosos, ahora, para construir la Orangerie, los estanques, el canal y los parterres, son necesarios enormes carros de tierra. Ésta será transportada en carretillas y los árboles vendrán en carros de todas las provincias de Francia. Miles de hombres participan en esta vasta empresa.
El Gran Canal
Sin el Gran Canal, el dominio de Versalles sería muy diferente, ya que gracias a él se transformó la perspectiva este-oeste en una banda luminosa que lleva nuestra mirada hacia el horizonte. Mide unos 1670 metros de largo, y su realización duró once años, de 1668 a 1679. Una vez terminado, Luis XIV encargó chalupas y barcos en miniatura, que en verano servían para disfrutar del canal y en 1674, la República de Venecia le envía dos góndolas y cuatro gondoleros, por lo que se empezó a llamar la Pequeña Venecia. En cuanto a la época hivernal, el Gran Canal se llenaba de patines y trineos. Además, el Gran Canal era escenario de numerosas fiestas náuticas. Actualmente, es posible dar una vuelta en barca e imaginarse cómo sería navegar en aquella época por las aguas del Gran Canal, con la vista impresionante del palacio de frente, y de jardines, estatuas, estanques desde cualquier punto de vista.
La Orangerie
La Orangerie fue construida por Jules Hardouin-Mansart entre 1684 y 1686 para reemplazar a la pequeña orangerie edificada por Le Vau en 1663. Es un lugar de gran belleza arquitectónica y paisajística que está situado al lado del Palacio de Versalles, en un nivel más bajo. Desde lo alto de las escaleras se puede ver un conjunto que deja maravillado al espectador por su amplitud, su altura y la pureza y geometría de sus líneas, aunque desde el apartamento de la reina, en el primer piso se tiene la mejor perspectiva. Se compone de una galería central abovedada de 150 metros, prolongada por otras dos galerías laterales situadas bajo las escaleras llamada de los “Cent-Marches” (cien escalones). Dichas galerías están iluminadas por enormes ventanas.
Por otro lado, hay otros elementos que contribuyen a la espectacularidad del conjunto: un parterre que se extiende a lo largo de tres hectáreas (con algunas esculturas bajo Luis XIV, que ahora están en el Museo del Louvre), con cuatro piezas de hierba y un estanque circular. En él se encuentran en verano 1055 árboles en cajas: palmeras, adelfas, granados, limoneros y, por supuesto, naranjos de España, Portugal e Italia con más de 200 años que dieron su nombre al lugar (en invierno están dentro del edificio). Llamado en otra época Parterre de las Flores o Parterre del Amor, tiene un acceso muy especial: una escalinata enmarcada por dos de las esculturas más antiguas del parque: Les enfants aux sphinx. Durante el reino de Luis XIV, se plantaban flores de todos los colores: jacintos, tulipanes, jazmines, narcisol, claveles…La Orangerie fue construida por Jules Hardouin-Mansart entre 1684 y 1686 para reemplazar a la pequeña orangerie edificada por Le Vau en 1663.
El Estanque de los Suizos
La Orangerie no sería la misma sin el Estanque de los Suizos, ya que amplía la perspectiva de los jardines y da la sensación de horizonte, de amplitud, además de proporcionar una fotografía de gran belleza. Y se construyó precisamente para eso, para embellecer el eje norte-sur de los jardines, y eso que está separado de la Orangerie pour la carretera de Saint-Cyr.
Junto al Gran Canal, fue escenario de fiestas náuticas durante el Antiguo Régimen. Se construyó en una zona pantanosa que se llamaba el “estanque fétido” que producía numerosas enfermedades en los habitantes de Versalles. Tiene forma octogonal, y fue ampliado varias veces y se le redondearon los extremos. Con la tierra que se retiró en las obras, se creó la Huerta del rey. En su extremo sur, se instaló la estatua ecuestre de Bernin, que representa al rey Luis XIV, transformada más tarde en Marcus Curtius por François Girardon, por orden del rey, que se encontraba más a gusto con este nuevo personaje. El rey podía acceder a su huerto por las avenidas de plátanos y por una verja real que da, aún hoy, al estanque.
Por otro lado, hay otros elementos que contribuyen a la espectacularidad del conjunto: un parterre que se extiende a lo largo de tres hectáreas (con algunas esculturas bajo Luis XIV, que ahora están en el Museo del Louvre), con cuatro piezas de hierba y un estanque circular. En él se encuentran en verano 1055 árboles en cajas: palmeras, adelfas, granados, limoneros y, por supuesto, naranjos de España, Portugal e Italia con más de 200 años que dieron su nombre al lugar (en invierno están dentro del edificio). Llamado en otra época Parterre de las Flores o Parterre del Amor, tiene un acceso muy especial: una escalinata enmarcada por dos de las esculturas más antiguas del parque: Les enfants aux sphinx. Durante el reino de Luis XIV, se plantaban flores de todos los colores: jacintos, tulipanes, jazmines, narcisol, claveles…
El Parterre de agua
En realidad son dos parterre de agua o estanques rectangulares, situados delante del palacio que son como la prolongación del mismo. Para Le Nôtre, el arquitecto que los concibió, la luz es un elemento de la decoración, así como lo verde; por eso, pensó que estos parterre reflejarían la luz e iluminarían la fachada de la Galería de los Espejos. De hecho, en todas sus composiciones, trata de equilibrar las masas de sombra y luz.
Este conjunto fue modificado varias veces, hasta que en 1685 adoptó su forma definitiva. La decoración escultórica fue realizad por Charles Le Brun: ambos estanques fueron decorados con cuatro estatuas tumbadas que simbolizaban los ríos de Francia: El Loira y el Loiret, El Ródano y el Saône, El Sena y el Marne, El Garona y el Dordoña, acompañados de cuatro nimfas y cuatro grupos de niños.
Por otra parte, los parterre de agua son indisociables de las dos fuentes, llamadas Fuente de los Combates y Fuente de los Animales, que enmarcan la gran escalera que desciende hacia el estanque de Latone. Seis estatuas alegóricas decoran el conjunto: El Aire, La Noche, El Mediodía y El Alba, La Primavera y El Agua. Forman parte del gran pedido de estatuas en mármol realizada por Colbert en 1674.
Las Avenidas
Más allá de los parterres, los jardines están surcados por una red de avenidas rectilíneas trazadas a partir de un plano geométrico. En el siglo XVIII, estaban bordeadas de palizadas y de setos o de olmos podados de tal forma que conformaban auténticas murallas verdes. Entre ellas, se abrieron huecos donde se colocaban estatuas. La avenida que más destaca es la “Avenida Real” -llamada también “alfombra verde”, ya que en medio de ella se despliega una banda de hierba que recuerda a una alfombra- por su impresionante longitud (335 metros por 40 de ancho). Está decorada por doce estatuas y doce jarrones situados en pares simétricos. A uno y otro lado, hay avenidas por las que se puede acceder a los bosquetes, por lo que se puede dar un buen paseo. Hay otras avenidas, como la Avenida de Agua, la Avenida de Flora y Ceres, simétrica a la Avenida de Baco y Saturno, en las que se encuentran fuentes de una gran belleza, decoradas con estatuas de plomo dorado que simbolizan las cuatro estaciones.
Las Fuentes
El Palacio de Versalles podría ser conocido como el reino del agua, ya que, además de la fantástica arquitectura vegetal y los bosquetes, el agua en todas sus formas constituye el ornamento privilegiado de los jardines franceses: el agua en cascada de algunos bosquetes, el agua que brota de las fuentes y el agua tranquila de las fuentes que refleja el cielo y la luz, como el Parterre de Agua o el Gran Canal.
Entre las fuentes que posee el recinto de Versalles está: la Fuente de Latone, que mira hacia el Gran Canal. La Fuente de Baco, que simboliza el otoño, es igual a las otras tres fuentes consagradas a las estaciones. Se sitúan cerca de la Avenida Real. La Fuente del Espejo, construida frente al Jardín del Rey, e instalada en tres niveles, da a cuatro avenidas y cuatro estatuas, entre las que se encuentra la de Apolo. La Fuente de Saturno, simétrica a la Fuente de Flora, se sitúa en la parte sur y simboliza el invierno.
La Fuente de Apolo, un conjunto impresionante en plomo dorado que representa a Apolo con su carro. La Fuente de Flora se sitúa en el cruce de varios bosquetes, como el de la Reina y simboliza la primavera. La Fuente de Ceres, simboliza el verano, completando a la de Baco, Flora y Saturno, que encarnan las otras estaciones.
La Fuente de Neptuno suscita la admiración por su amplitud y la cantidad de chorros (99) que caen sobre las esculturas y constituyen un extraordinario conjunto hidráulico. La Fuente del Dragón en donde desemboca la Avenida de Agua. El chorro principal está a veinte metros de alto, y a cada lado de la fuente, hay avenidas por las que se accede a dos bosquetes: el de la Francia Triunfante y el de las Tres Fuentes. La fuente de las Ninfas está decorada con bajos relieves y la Fuente de la Pirámide se compone de cuatro pilas de plomo superpuestas, apoyadas en tritones, delfines y cangrejos de plomo.
Los bosquetes
Estos bosques artificiales de recreo constituían auténticos salones al aire libre. Creados por el jardinero y arquitecto André Le Nôtre, los bosquetes de Versalles están decorados con fuentes, jarrones y estatuas y acogían regularmente al rey Luis XIV y a su corte, que elegían estos lugares para escuchar música y para bailar. Los bosquetes se acondicionaban en los espacios boscosos que delimitan las avenidas y conforman pequeños jardines cerrados por enrejados o palizadas naturales a los que se accede por discretas avenidas; la entrada está cerrada por verjas. Un contemporáneo de Luis XIV, el marqués de Dangeau, los llamaba “las fuentes escondidas”, ya que tienen cierta aura mágica, de fantasía y sorpresa. Bajo el reino de Luis XIV, había quince bosquetes, pero cada uno tenía una forma y un decorado diferente, el objetivo era sorprender al visitante. En realidad, constituyen el contrapunto a la estricta regularidad del trazado general de los jardines. La mayoría de los bosquetes fueron concebidos por Le Nôtre, aunque algunos fueron modificados después por Mansart. Muchos se cerraron el siglo XVIII, ya que su mantenimiento era muy costoso. Por ejemplo, uno de los más célebres, el Laberinto, fue destruido durante la replantación de los jardines. Otros, como los Baños de Apolo se transformaron adoptando el gusto anglo-chino en voga en el reinado de Luis XIV y María Antonieta. Y en el siglo XIX, la Isla Real fue rellenada y se convirtió en el Jardín del Rey.
El Bosquete de la Estrella fue uno de los primeros acondicionados por Le Nôtre. Las avenidas principales tienen un trazado en estrella, y las avenidas interiores son un laberinto. En cuanto a la parte central, cerrada con enrejados, está acondicionada como sala natural animada por los juegos de agua de la fuente.
El Bosquete de los baños de Apolo se acondicionó durante el reinado de Luis XIV, entre 1670 y 1673, pero en 1704, Mansart concibió un nuevo bosquete destinado a acoger los grupos de Caballos del Sol y al de Apolo servido por las ninfas. Y en 1778 el pintor Hubert Robert imagina otro proyecto que se realizó en el estilo de moda en ese momento: jardines anglo-chinos, que es el bosquete que existe hoy.
El Bosquete de las Tres Fuentes fue creado por Le Nôtre en 1677, y está compuesto por tres terrazas en cada una de las cuales hay una fuente diferente. La magnífica composición y los juegos de agua habían sido ideados por el rey: en la fuente inferior, los chorros forman una flor de lis, en el centro, lanzas verticales y una bóveda de agua, y en la parte superior, una columna de agua formada por ciento cuarenta chorros.
La Sala de Baile o Bosquete de las Rocallas fue acondicionada por Le Nôtre entre 1680 y 1683. Es un lugar muy original. Está formada por piedras moleñas y conchas de las costas africanas y malgaches por las que discurre el agua en forma de cascada. En el centro hay una especie de isleta de mármol en donde se bailaba, mientras que los músicos se situaban por encima de la cascada. Los espectadores, por su parte, se situaban en un anfiteatro con las gradas de césped.
El Jardín del Rey fue realizado por orden de Luis XVIII, es un jardín cerrado, de estilo inglés donde hay magníficas especies de árboles. Pero, en su origen había un gran estanque llamado la Isla Real donde Luis XIV probaba sus maquetas de barcos de guerra. Fue abandonado durante el período revolucionario. Y luego fue sustituido por el Jardín del Rey.
La Colonnade es un sitio muy especial, ya que está formada por 32 columnas de mármol jónicas, cuyos tímpanos están decoradas con bajorrelieves de gran belleza. Fue construida por Mansart, y sustituyó a un bosquete creado por Le Nôtre que se llamaba el Bosquete de las Fuentes. En el centro del espacio hay una escultura famosa realizada por Girardon: El rapto de Proserpina por Plutón.
Hay muchos otros bosquetes que fueron realizados por los que es un placer pasear y pasar un buen rato. Son lugares de lo más original dignos del Palacio de Versalles.