El invierno aún se cierne sobre un París nevado, blanco como en un sueño. Romántico y frío, pero no por ello menos atractivo para los turistas y los viajeros. París se ofrece a los turistas con sus tejados blanqueados por los copos de un invierno rudo y curiosamente de postal. Pero pronto llegará la primavera, esa época ideal para visitar la ciudad de la luz, la capital de Francia, centro de Europa.
Las calles de París son un museo en si mismas, son un escaparate abierto al mundo, un reflejo de la sociedad múltiple francesa. Una sociedad con problemas, pero que al menos los vislumbra. Un país con un rico pasado que, como en todo lugar, se ha utilizado para configurar y fosilizar una cierta idea del ser y del existir. Con todo la idea diversa que es Francia, que son los franceses destaca en la calles de París, destaca en los museos de París repletos de muestras de la cultura universal, de los pintores exiliados, de las esculturas conquistadas, – muchas veces para su bien -.
¿Y qué tendrá todo esto que ver con el pase París, el Paris pass? Pues mucho. Si bien las calles, los cafés parisinos, las avenidas, el Sena, ya son suficiente decorado para un visita suficientemente gozosa, Paris pass permite el acceso cómodo y rápido a los templos de la cultura francesa, universal. Gracias a este bono, podemos entrar evitando colas para pagar y con acceso directo a la entrada de los museos y monumentos más importantes de la ciudad, ahorrando además una buena cantidad de dinero. Con los museos, Paris Pass ofrece la posibilidad de visita a muchos monumentos, exposiciones, galerías de arte, degustaciones de vinos y también, un bono para poderse desplazar en la red de transporte público de París (Metro, autobús y tren de cercanías).
Visitar con comodidad los museos de París permite tener más tiempo para disfrutar de la inmensa cantidad de cultura que encierran. Porque visitar un museo no debería reducirse a sacarse una foto junto a la Gioconda o la Venus de Milo. La visita de un museo tendría que implicar una reflexión, sobre lo que fuimos y lo que somos. Los antiguos griegos esculpían bellos mármoles, los kwakiutl grandes tótems de madera que miraban al Pacífico, pero todos ellos eran seres humanos con parecidos deseos y pretensiones.
Esta visita por la historia deberá sin duda tener ciertos jalones ineludibles como el Museo del Louvre dónde gracias a Paris Pass, entraremos por una cola directa desde la Pirámide. En el Louvre podremos recorrer el pasado desde Mesopotamia, el Antiguo Egipto, la Grecia clásica o el Imperio Romano hasta el Renacimiento y la época moderna.
En el Museo de Orsay contemplaremos las obras maestras del siglo XIX, los impresionistas, con Van Gogh, Gauguin, Toulouse Lautrec, Manet, Monet en pintura o Rodin en escultura.
La casa museo de Rodin, permitirá a quienes disfrutan del pensador y de tantas otras esculturas, ver la morada del autor y de su olvidada esposa, Camille Claudel.
El museo Picasso, permite continuar la senda del arte ya en el siglo XX, contemplando algunas de las obras del más español de los pintores franceses. Aquí una vez más se observa que el arte francés es, más si cabe que otros, universal y conformado por exiliados e inmigrantes.
Para los amantes del arte contemporáneo, Paris pass también permite visitar el Centro Pompidou, otro edificio singular, museo en si mismo. Contestado desde fuera por su modernismo, dentro los espacios son ideales para presentar el arte, y las vistas magnificas. Hoy ya es un clásico de la arquitectura del XX.
Un último museo merece destacarse. Se trata del Museo del Quai de Branly, dedicado al arte extraeuropeo. Además de la calidad y maestría del edificio de Jean Nouvel en donde se encuentra este nuevo museo, la visita merece la pena para salir un poco de nuestro eurocentrismo y darnos cuenta de la variabilidad, de la grandiosidad de la creación humana. La visión del arte no es unívoca y mucho menos europea. La visión del arte, la calidad del arte no tiene adjetivos, y si los tuviera, éstos serían personales. Personales pero transferibles, por eso, rozando sin tocar las maderas talladas por los habitantes de Irian Java o de las playas pedregosas del actual Oregón, uno puede sentir el salitre del pescado seco o el peso de las tradiciones milenarias.
El museo de cera Grevin, es otro de los lugares que podrá sin duda conocer gracias a Paris Pass, contemplando a famosos y personalidades de la historia mundial. Y hay más: el museo de la música, el museo de la moda, el museo de la Liberación, el museo de la Marina, el museo de la Moneda, el museo de la Edad Media, la ciudad de la ciencia en la Villette, el Instituto del Mundo Árabe, el museo de Correos, y así hasta 60 museos.
Además de los museos, Paris Pass permite la visita de monumentos como el Arco del Triunfo o la tumba de Napoleón en los Invalides; la Opera Garnier en el barrio de los grandes almacenes; varios palacios a las fueras de la capital como el Palacio de Vincennes, el de Fontainebleau o la Villa Savoye construida por Le Corbusier en Poissy.
Mención aparte merece, por supuesto, el Palacio de Versalles. En el caso de Versalles, el poder entrar directamente con colas infinitamente menos largas que las que deben sufrir las personas que compran la entrada directamente es una ventaja capital.
Visitar París y no visitar Versalles es algo inconcebible. Pero para ello deberá salir de la capital. Es fácil ya que los trenes de cercanías, RER, unen regularmente la capital y Versalles en un corto viaje 30/40 minutos desde Notre Dame. Aquí otra vez Paris pass se muestra tremendamente útil ya que al comprarlo el bono travel Paris permite sin limitación el uso del transporte público parisino
Otros lugares de interés en la capital, que ya olvidábamos son las emblemáticas torres de Notre Dame, donde las colas también son, siempre grandes. Muy cerca de las torres la Sainte Chapelle es digna de visita. Sus inmensas y alargadas vidrieras serán más espectaculares un día soleado, no lo olvide.
Varias actividades se incluyen el Paris pass, una de ellas es el imprescindible paseo en barco por el Sena o la degustación de vinos franceses. Además, con Paris pass accede a descuentos en tiendas como las Galerías Lafayette, los Hard Rock’s Cafes o l’Atelier Renault, en los Campos Elíseos, donde antes se podía ver el coche de Fernando Alonso.
Es casi imposible enumerar todas las ventajas de Paris pass, visite la página y véalo usted mismo. Aproveche la oportunidad de conocer un poco más de París, de la cultura y de los monumentos que han hecho grande a Francia, que la han hecho un poco más universal y menos cerrada y que seguramente por eso atraen a gente de todo el mundo. Véala con los ojos de un habitante del planeta, no con los ojos del turista obsesionado con las fotos y los souvenirs, dese el tiempo para pensar un poco, contemplando Versalles en calma, desde la explanada donde Luis XIV el Rey Sol, pensaba que dominaba el mundo. No caiga en la prepotencia, comprenda la pequeñez del mundo y su propia, la nuestra, grandeza infinitesimal.
UGG Boots
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This article was very useful for a paper I am writing for my thesis.
Thanks
Bernice Franklin
anotacines viajeras
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Una buena forma de conocer París y sus increibles encantos
Maria
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Yo estuve en abril y una buena forma de ahorrar dinero en los monumentos que ver en Paris es la Paris Pass, pero creo que sale más rentable la Paris Museum Pass, porque la otra tiene el transporte y sale muy cara.