Marsella la gran ciudad del sur francés quiere quitarse de encima todos los tópicos negativos y mostrar su cara más avanzada y futurista. Para ello un amplio plan de renovación urbana intenta desterrar la imagen de ciudad agradable pero decadente.
Los marselleses y su tradicional buen humor desean que esa característica se acompañe de buenos servicios públicos y mayores oportunidades de empleo y disfrute.
Los transportes públicos son la asignatura pendiente en Marsella y ese es uno de los ámbitos donde el plan de inversiones hace mayor hincapié. En el barrio portuario de Arenc el prolongamiento de la línea de tranvía ya está en construcción. Los muelles han sido rehabilitados y ahora se convierten en un espacio público, un espacio muy querido por los marselleses y los turistas que tanto aman el Mediterráneo. La carretera será subterránea y las grúas no dejan de construir nuevos edificios en una zona que se ha revalorizado mucho.
Lejos de la locura inmobiliaria de España, Irlanda o Gran Bretaña, en Francia el sector de la construcción se comporta relativamente bien, pero en Marsella el auge es importante. Una gran torre, la Tour CMA-CGM, que será la sede social de la tercera compañía mundial de transporte marítimo, se levanta ya casi completa, diseñada por la arquitecta británica Zaha Hadid.
El ambicioso programa de recuperación urbana y de revitalización económica se llama Euroméditerranée y debería durar hasta 2014, colocando a la ciudad foceana al nivel de ciudades más pequeñas pero mucho más activas económicamente como Montpellier o Niza
La inversión se cifra en casi 2.000 millones de euros entre inversión pública y privada. Con este capital se deben transformar y revitalizar más de 300 ha de terrenos de antiguas fábricas y zonas industriales abandonadas entorno al Vieux-Port, la Joliette hasta Belle-de-Mai, más allá de la gran estación marsellesa Saint-Charles. Con todo ello se quiere cambiar la infraestructura productiva de una zona donde viven más de 35.000 personas, hasta ahora basada en una industria agonizante, dirigiéndola hacia el sector terciario, los servicios y el turismo.
La revitalización del centro de la ciudad es una necesidad imperiosa de Marsella. Si el plan tiene éxito cambiará todo el centro de la ciudad en donde hoy se mezclan el ambiente de Costa Azul del Vieux-port con la decadencia y el abandono a unos cientos de metros del corazón chic de la segunda ciudad de Francia.
Otros Proyectos
Otros proyectos buscan la creación de un Parque Nacional en las Calanques, al sur de la ciudad, un precioso conjunto de pequeños « fiordos » con aguas azul turquesa que llega hasta Cassis.
Uno de los planes más innovadores es la posibilidad de utilizar el agua del mar para los sistemas de calefacción de buena parte de la ciudad.
También se creará un Nuevo Museo, el Museo de las civilizaciones de Europa y el Mediterráneo y el Centro regional del Mediterráneo junto al Vieux-Port. Y finalmente la renovación del propio Vieux-Port y de todos los edificios que lo rodean, el Fuerte de Saint-Jean, la Torre del rey René, etc. En el fondo el consistorio tiene la mirada puesta en la posibilidad de que la UNESCO lo declare patrimonio universal.
El tranvía, nuevo transporte marsellés
La apuesta del transporte publico se basa en el tranvía, poco contaminante y que goza del beneplácito de los ecologistas. La ciudad de Marsella sufre atascos crónicos como todas las grande urbes y, además, la contaminación es alta en grandes periodos del año, sobre todo cuando la calima está presente. Una de las grandes avenidas Haussmanianas, la Rue de la République goza ya de una importante línea de tranvía. Otra circulará por el boulevard litoral que será abierta, desde el Fuerte de Saint-Jean hasta los «Quais d’Arenc», un nuevo conjunto arquitectónico de cuatro edificios de los cuales tres serán torres. Una nueva arteria de un kilómetro surgirá en está zona abandonada de la ciudad.
Apostando por el tranvía se crean zonas verdes y carriles bicis, algo muy descuidado en Marsella.
Luchar contra una mentalidad muy tradicional
El gusto por la tradición y, paradójicamente, una gran capacidad de integración han hecho de Marsella una ciudad múltiple con gentes de todos los orígenes y con mucha menor tensión social de la que podría esperarse, teniendo en cuenta su situación económica. Pero al mismo tiempo, en opinión de sociólogos y urbanistas, es difícil transmitir la idea de cambio al marsellés. Como dice Jean Viard, sociólogo y vicepresidente de « Communauté urbaine Marseille-Provence Métropole », Euroméditerranée es algo más que un proyecto de urbanismo : «Hay que evolucionar y dar tiempo a las personas de evolucionar. Como decir a un estibador que ha pasado toda la vida en los muelles que su hijo no será estibador, pero que trabajará en el departamento de informática de la torre CGM?»
Es un desafío importante que puede cambiar la ciudad como ya cambiaron otras como Barcelona. Pero el cambio parece indispensable. Entretanto, los amantes de la arquitectura pueden pasearse por las obras de edificios de prestigiosos equipos que quieren dejar allí en la vieja Marsella su impronta moderna