“El tiempo debe pedir prestadas las alas a la imaginación.”
Mi nombre es rojo de Orhan Pamuk
Francia celebra el año de Turquía con una gran exposición sobre Bizancio en el Grand Palais parisino. Está exposición abrió sus puertas el mismo día (10 de octubre de 2009) que se firmaba en Zurich un acuerdo capital que restablecía la relaciones diplomáticas entre Turquía y Armenia. Con está firma comienzan a normalizarse las relaciones entre estos dos países, marcadas por el conflicto y la violencia durante, ya casi, 100 años.
Como la propia exposición la historia es sumamente compleja. El mundo bizantino, su Imperio, legatario directo del Imperio Romano, hubo de transformarse orientalizarse cambiar, sobrevivir y desaparecer transformándose en otro Imperio, el Otomano, que durante siglos unió con la cimitarra y el comercio Europa y Asía, el Islam y las Cristiandad.
Hoy en día Estambul, la lógica continuación de Bizancio, de Constantinopla, sigue siendo una muestra de la complejidad del mundo. Un ejemplo de la necesidad de pensar y reflexionar antes de verter los mismos comentarios y tópicos repetidos insulsamente por los medios de comunicación.
La exposición reúne más de 300 objetos pertenecientes a colecciones públicas y privadas turcas, francesas y del resto del mundo. Como colofón a la magnifica calidad de las obras y del entorno, -no se puede dejar de destacar que el Grand Palais, un lugar espectacular, límpido y simple, con una amplitud majestuosa-, los restos del puerto romano construido por el emperador Teodosio. Las obras de la estación de metro submarino que unirá ambas márgenes del Bósforo, en Yenikapi, en pleno centro de Estambul, han permitido descubrir el gran yacimiento que incluye naves y mercancías de la época.
Una muestra más de la importancia pasada de Bizancio. El paralelismo surge impertinente y se suma a la firma de ese acuerdo que talvez de un poco más de estabilidad a la región, por lo tanto a Europa y al mundo.
La ignorancia sobre Bizancio es muy grande, mayor sobre la Turquía actual, sobre Armenia, sobre la luchas balcánicas y caucasianas, sobre la geopolítica soviética, sobre la guerra fría. Pero yo añadiría la ignorancia sobre Europa y la construcción europea o, más aún, sobre nuestros vecinos europeas para los españoles, latinoamericanos para los latinoamericanos.
Y sin embargo las temáticas a las que podemos llegar pensando un poco sobre el pasado bizantino y la actualidad turca son diversas, complejas como ya se ha dicho, e importantísimas.
Los tópicos sobre los turcos y la batalla de Lepanto en 1571, (batalla que por cierto aún siendo una derrota militar para el Imperio Otomano no significó sino el comienzo de la hegemonía en el mediterráneo oriental), se amontonan y se superponen a los que se hacinan sobre los magrebíes, los árabes, los rumanos, los gitanos, así sin ton ni son…
En España, a diferencia de Alemania o la propia Francia, no existe debate sobre la entrada de Turquía en la Unión Europea. Se podría decir, incluso, que esto es mejor, para evitar una discusión sobre la religión o sobre los clichés antes referidos, sobre la pobreza, las diferencias culturales, étnicas etc.. Debates que no tuvieron lugar cuando España, Grecia, Bulgaria entraron en la UE.
La existencia del debate es la garantía de la democracia, el hecho que la vigila y la reconstituye, que la aleja de la demagogia, de la dictadura de la masa inane y dirigida o de la elite de sabios aristotélicos que finalmente la niegan. Sin embargo, no se puede permitir el debate de la ignorancia, no se puede dar valor a la frases absurdas que recalan en el odio ciego y que resaltan nuestra soberbia.
El debate sobre la Unión Europea debe existir, no es lugar este para discutirlo, pero debe basarse en cuestiones de programa, en elementos estructurales: Qué Unión queremos y cómo va a construirse; quién va a gobernar y como va a hacerlo. Para ello deberíamos empezar por fundamentar las instituciones y dotarlas de poder. Si queremos un Europa centralizada habrá que estructurar todas las instituciones estatales, habrá que organizar los impuestos, los salarios, los sistemas de salud, las leyes. De la misma forma que tenemos un Banco Central, habrá que tener un ejercito europeo, un sistema educativo y sanitario europeo. Hacer esto es complicado y costoso, pues los poderes establecidos pocas veces han cedido su lugar a los nuevos y bien lo saben los imperios.
Si se quiere esto, u otra cosa totalmente diferente, lo principal será decidirse y aplicarse. Ponerse manos a la obra y crear unas pautas aceptadas por todos los ciudadanos miembros. Una vez consensuado lo que se quiere se podrán incluir a nuevos miembros, quienes como única obligación deberán aceptar las leyes vigentes y colaborar en el bien común. Y para empezar, por ejemplo, podríamos celebrar las elecciones europeas el mismo día.
Toda está utopía resolvería los debates sobre la religión o la integración. En las piscinas es necesario un bañador y un gorro. El color de la piel, la altura, el peso no son criterios de admisión. Eso sí, con abrigo de pieles no se pueden entrar en una piscina, evidentemente.
Esto y más se puede pensar viendo las ánforas que trasportaron oro líquido de una punta a la otra del Mediterráneo. Podremos pensar en ese aceite producido por el sudor de gente que ya no es ni polvo, que cruzó fronteras y dio alegría. Podemos pensar en esa paz que tanto se necesita, en la tristeza ibérica, iberoamericana que desconoce las desgracias de la Primera Guerra Mundial, que no sabe nada de las masacres que se cometieron en los estertores del Imperio Otomano, que acabaron con decenas de miles de gentes, los que se oponían, los que como miles y miles de armenios fueron asesinados entre 1915 y 1917, por ser algo que muchas veces ni ellos sabía que eran. ¿Qué se sabe de las matanzas en esa época en el Imperio Otomano en España en América latina? Nada en España, poco, en América Latina donde miles de argentinos o Venezolanos son hoy en día el resultado de exilios olvidados. ¿Qué podemos saber si incluso sabiéndolo no reconocemos nuestros crímenes en nuestros propios países, si en España o Argentina aún hay gente que alba a las dictaduras asesinas del pasado? Es necesario que los Estados actuales reconozcan las matanzas que se produjeron en el pasado, matanzas de las que los dirigentes actuales no son responsables, pero que alivian las pesadillas de los que sobrevivieron y de los que recuerdan la maldad humana.
Turquía, único Estado totalmente laico, junto con Francia, de toda Europa y casi del mundo. Turquía país avanzado que convive con la pobreza; Turquía que mantiene, con Grecia y los propios chipriotas, abierto ese que ya debería haberse cerrado hace tiempo. Turquía fiel aliado de EEUU, como Gran Bretaña o Polonia, en una región encharcada en petróleo; Turquía y Europa, etc…
Todo esto y mucho más puede ocultarse dentro de la vasija que transportó aceite o vino y que hoy yace tranquila bajo las cúpulas cristalinas del Grand Palais de París. Basta con ir a verla y mirar dentro escuchando las voces que nos hablan. No son extranjeros, son otras posibilidades de nosotros mismos
Por Alexander Paraskinnen.
Desde el 10 de octubre de 2009 hasta el 25 de Enero de 2010
De Byzance à Istanbul Un port pour deux continents
Galeries nationales du Grand Palais, Paris
3, avenue du Général-Eisenhower
75008 Paris
Abierto todos los días excepto el martes de 10h a 22h (jueves de 10h a 20h)
Precio 12€ Reducida 9€
Un recorrido cronológico nos llevará gracias a la arqueología desde su ocupación paleolítica hasta la actualidad.
Las grandes fases de su historia están ampliamente representadas, la fundación griega, la etapa romana, el Imperio Bizantino, la invasión latina de la IV cruzada y la llegada del Imperio Otomano en 1453…..
Un paseo por la historia y recuerden que la historia no es sólo pasado es presente y es ya lo está siendo futuro….