Francia es un destino cultural, un destino de naturaleza, de historia, de ciencia, destino ideal para los viajeros que quieran disfrutar de una mezcla de cultura, calma, gastronomía, etc…
No es, en cambio, y es necesario saberlo, el país de la fiesta. La fiesta, la animación de las calles, los bares las tapas, etc… sigue siendo la primacía de España. La calle es un lugar de socialización, de fiesta, de encuentro y de todo tipo de actividades en España. A veces, es desgraciadamente, casi el único estandarte para el turismo español, lo que tarde o temprano acabará pagándose.
Pero centrémonos en Francia, que es el objeto de nuestro blog. Si han pasado por España antes de visitar Francia, olvídense del barullo de la calle, de las masas apiñadas viendo el fútbol en los bares de las terrazas repletas a toda hora. En Francia encontraran un poco de todo eso, pero en dosis homeopáticas. Siempre circunscrito a fechas especiales, el 14 de Julio, el Reveillon (Nochevieja), o a fiestas muy concretas (El Carnaval de Niza; las Ferias de Nimes o Bayona), o lugares especiales (como el centro de Aix-en-Provence; o las épocas estivales en Biarritz y la Costa Azul).
Los horarios son muy diferentes y por ello, nos sorprenderá que la gente coma a medio día o, que en pleno verano, a eso de las 5 o 6, cuando es España no hemos llegado ni a la playa, en Francia los arenales estén vacíos!!.
A pesar de esto que les decimos, si son comprensivos y aprovechan las oportunidades, se darán cuenta de que Francia ofrece detalles increíbles, imposibles en otros países. Sentarse en un terraza en París en pleno invierno, calentado por esos artilugios que funcionan con gas y que permiten estar en plena calle, en la misma silla en donde se sentó Picasso o Sartre. Ver pasar a Kundera, a Kristin Scott-Thomas con su perrito o a Juliette Binoche y pasear sin peligro y con calma por las avenidas donde deambularon Camus, Cortazar, Zola, García Márquez y tantos otros.
La historia de Francia es la historia de Europa y del mundo, la gran corte de Versalles, la Revolución, la Comuna de París, la Primera Guerra Mundial y las trincheras de la vergüenza, la Segunda Guerra, la construcción de la Unión Europea, tantas y tantas cosas que merecen una pausa en el camino y una reflexión.
Todo esto y mucho más es una experiencia que merece vivirse, metiéndonos en la piel de Napoleón o de Robespierre, visitando palacios y viendo maravillas de la naturaleza como los Alpes, la duna de Archachon, Vercors o el Valle del Loira. Todo esto compensará el vacío nocturno de las calles.
Además el viajero necesita descansar, por lo que no dude en irse pronto a la cama. Y para los noctámbulos impenitentes, siempre quedará Pigalle, el Moulin Rouge, el Crazy Horse o un romántico paseo nocturno, solos con muestra pareja, por los puentes de París, por el Vieux Port de Marsella o las callejuelas de Toulouse o Estrasburgo. ¿En qué país del mundo el centro de las ciudades puede ser tan nuestro, sólo nuestro?
Disfruten de los museos, de la naturaleza, de las terrazas y los bares, con calma y frugalidad. No piensen en tomarse 10 cafés y 20 cañas, tómense un café y hagan durar las dos cervezas y disfrutarán de otra forma y verán finalmente que Francia no es ni tan cara ni tan aburrida, solamente diferente.